Señores de los Andes

CAPITULO VIII

El Valle escondido

Un nuevo despertar

         Era más de medio día, cuando Apu Tambo salió de su tienda y se dirigió hacia la orilla del lago, mientras la guardia lo seguía a cierta distancia, a lo lejos vio el altar que ya casi estaba terminado y hacia haya se dirigió, el frio era intenso, pero su piel ya curtida por el rigor del tiempo parecía no sentirlo y más bien, respiraba profundamente llenando sus pulmones del aire puro del lago. Minutos más tarde vio también las obras de su palacete, similar pero mucho más chico del que tuvo en la Isla del Sol. Hacia ahí se dirigió, ya había decidido que si no había ningún peligro estarían ahí por lo menos unos diez años.

         Al verlo llegar el jefe de obra respetuosamente se le acceso y rodilla en tierra dijo:

- Mi señor nos honra con su presencia, ¿en qué puedo servirle?

- Quiero ver cuál es el avance de la obra y saber ¿cuándo estará terminada?

- Podemos entrar, si así lo desea mi señor. Ya está casi terminada. Sígame, pero por favor con mucho cuidado, no sabíamos que nos honraría con su presencia y estamos en pleno trabajo.

- No se te preocupes, están ustedes haciendo su labor y soy yo el que los interrumpe.

Ambos ingresaron y lo primero que vio Apu Tambo, fue un patio central de piso empedrado con una fuente de agua al centro. A ambos lados del patio y tras una gran puerta trapezoidal había dos amplios salones de 10m. x 8m. con ventanas altas. Al centro una gran portada de ingreso a un gran salón de 25m. por 10m. que cuenta con seis grandes ventanas altas y cuyo techo de dos aguas es sostenido por cinco columnas de piedras pulida. A ambos lados del gran salón hay dos puertas que dan a dos salones y al fondo un pasaje que lleva a seis habitaciones.  El techo que es lo que falta poner, será a dos aguas. Y en una semana estará totalmente terminado.

Apu Tambo había seguido en silencio todo el recorrido, al final solo dijo.

- Te felicito, Titu Quispe estoy gratamente sorprendido por la rapidez y solidez de los muros y espero que al colocar el techo no disminuya su belleza.

Titu, muy feliz al ver que el Sapa Qhapaq conocía su nombre de rodillas dijo.

- Gran señor gracias por la felicitación que comparto con todos mis ayudantes, pero luego de techar con totora e ichu el palacete se cubrirá por dentro los techos de los tres grandes salones y los dormitorios con tejidos de lana de llama blanca.

- También debo decirle que ya se están terminando de construir, una laguna artificial para almacenamiento de agua las kallankas (para almacenar alimentos deshidratados: pescado seco, chuño y charqui) y golgas (almacenes para ropa y armas).

- Muy bien - dijo Apu Tambo-. Veo que los responsables de las obras están cumpliendo con su labor. Ahora podrías guiarme hasta donde están las viviendas, me gustaría ver cuán adelantadas estas las obras, que creo son de responsabilidad de cada Curaca.

- Así es – confirmo Titu-. Es una competencia favorable, tratan de ganarse los unos a los otros, en quien realiza el mejor trabajo y en el menor tiempo. Siendo las viviendas de adobón y adobes, es más fácil, porque los tablones ya están preparados y solo es mezclar la tierra con la paja y luego se apisona. A partir de los dos metros lo hacemos con adobe por la forma triangular de esa parte. En realidad, cada vivienda es un solo cuarto de 6m. x 5m. con dos puertas y una ventana. Por la puerta trasera se pasa a un pequeño espacio techado con esteras de totora dedicado a la cocina y al fondo hay un pozo para los servicios.  Ya estamos cerca a la primera casa del Ayllu del Curaca Tisoc Huari.

Apu Tambo vio una casa ya terminada con techo y que tenía la puerta cerradas con una cortina tejida de lana de alpaca.

- Esta vivienda ya está habitada? Pregunto Apu Tambo a Titu.

- Si mi señor, es mi vivienda, ya que fuera del trabajo comunal que todos hacemos como es los cimientos y las paredes medianeras entre lotes contiguos, yo le dediqué cada día unas horas de mi descanso y la concluí mucho antes que otros.

 - ¿Cuántas viviendas ya están construidas, en total por los catorce Ayllus? - Pregunto Apu Tambo.

- Cada Ayllu debe construir 40 viviendas y están en un promedio de 25 cada una, debo decirle mi señor que la competencia está muy reñida, los Hurin van ganando pues ya han construido 140 viviendas de las 200 que deben construir y los Hanan van por 125 viviendas.

Apu tambo trato de ocultar su alegría, él era ahora el Sapa Qhapaq de todos los Hanan y Hurin Ayllus. Y como para dejar de lado esas ideas, pregunto:

- Crees que podemos entrar en tu vivienda.

- Mi señor, es usted el único ser viviente con sangre divina, mi casa será bendecida con su presencia y mi mujer y el hijo que espera también. Abriendo la cortina de la vivienda invito a pasar a Apu Tambo.

Apu Tambo ingreso en la vivienda y vio algo que le sorprendió, una amplia habitación. Al fondo una cama grande casi pegada al piso, cubierta por un bello tapete tejido con Lana de alpaca, una mesa redonda con pequeños bancos de madera forrados con piel de llama, un telar y un perchero del cual colgaban algunas prendas de vestir y algunos adornos de cerámica. En ese momento entro la esposa de Titu, muy alegre gritando: 

- ¡Titu, que linda sorpre..! - No pudo terminar la palabra la imponente figura de Apu Tambo le quito el habla y temblorosa y de rodillas se postro ante él. Perdón mi señor logro murmurar.

- Levántate mujer, me ha encantado ese recibimiento - dijo Apu Tambo -. Esta es la primera casa que visito de nuestra nueva ciudad y me ha gustado mucho. Luego se dirigió a la mesa, tomo asiento y le pidió a la esposa de Titu: - Me convidas un vaso de chicha, veo que en tu mesa hay un Kero lleno, tapado con una muy limpia manta.

Mama Auca ya recuperada se levantó y corriendo trajo unos vasos de cerámica y le sirvió a su señor, Apu Tambo pidió que sirva dos vasos más y junto a ellos levanto el vaso y dijo:



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En el texto hay: poder, dioses y guerras

Editado: 01.04.2021

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