Señores de los Andes

CAPITULO IX

El Señorío se consolida

Nacimiento de Ayar Manco y Auca Yupanqui

El estar embarazadas Mama Cora y Mama Ocllo, las unió más y compartían antojos, dolores, risas y llantos.

Mientras que Apu Tambo solo esperaba el momento de ver nacer a sus hijos y poderlos tener entre sus brazos.

El nacimiento de Ayar Manco, hijo de Mama Cora fue festejado durante varios días y era para todos, una señal más de que Apu Kon Tiki Illa Tecce Viracocha había perdonado al pueblo puquina.

Una semana después con la asistencia de todas las autoridades y pueblo en general, la familia real llevó a Ayar Manco para ser presentado ante el Supremo creador Apu Kon Tiki Illa Tecce Viracocha.

Apu Tambo presidia la procesión, llevando en brazos su pequeño hijo, tras él iban las dos Collas y luego los catorce Curacas.

Al pie del altar los recibió el Willac Uma Cachi Huallpa acompañados por diez sacerdotes.

Luego de hacer una reverencia, se dirigió a Apu Tambo y con voz fuerte pregunto:

- ¿A que ha venido el Sapa Qhapaq de este Señorío?

- A presentar a mi hijo Ayar Manco como su primer y más humilde servidor – respondió Apu Tambo -. Y a rogarle, lo acepte como descendiente sus primeros hijos que envió a la tierra para convertirnos de bestias en Runas (personas).

- Como Willac Uma y primer siervo del todopoderoso Apu Kon Tiki Illa Tecce Viracocha lo recibo y lo proclamo ante el mundo como tu hijo. Que los Apus lo protejan y lo guíen – Luego tomando a Ayar Manco en sus manos lo levanto y mirando a la sagrada imagen dijo:

- Este es tu hijo Poderoso Padre y Creador y - mirando al niño dijo: Este es tu padre. Luego mirando a todos los ahí reunidos dijo: Este es el hijo de nuestro Sapa Qhapaq, amadlo y respetadlo por siempre.

Luego entrego el niño a Apu Tambo, quien se lo entregó a Mama Cora, diciendo:

- Recibe a nuestro hijo, amalo, críalo y enséñale a ser humilde con los necesitados, fuerte con los poderosos y compasivo con los vencidos – luego postrado ante Apu Kon Tiki Illa Tecce Viracocha – suplico: Gracias todopoderoso creador, por haber recibido a mi hijo Ayar Manco, guíalo, protégelo y líbralo de las tentaciones. 

Esta alegría fue confirmada y nuevamente vivida cuando tres meses después nació Auca Yupanqui, hijo de Mama Ocllo. Los Hanan Ayllus celebraron el nacimiento de Auca con gran derroche de alegría y jolgorio ya tenían un descendiente divino Hanan Ayllus.

Días después la presentación de Auca Yupanqui ante Apu Kon Tiki Illa Tecce Viracocha, fue celebrada de igual forma que la de su hermano mayor Ayar Manco, por todo el pueblo puquina.

La población del Señorío aumentaba diariamente, casi todas las jóvenes esposas habían tenido hijos o estaban embarazadas. Las cosechas eran excelentes y el ganado se multiplicaba. En resumen, este pequeño Señorío se había convertido en un paraíso de felicidad para todos sus habitantes.

Los Ayar

Así como las necesidades primarias fueron cubiertas en forma muy satisfactoria. Ahora debían desarrollarse como Señorío, esto es ver las opciones para crecer y algún día poder ser nuevamente un imperio poderoso.

Este tema fue tratado primero, por Apu Tambo con sus dos Collas, como lo había hecho antes con Mama Cora. La experiencia de incorporar a Mama Ocllo en estas reuniones fue muy positiva pues traía una tercera opinión al debate que muchas veces, era con pequeñas modificaciones aceptada.

 - Hasta ahora, hemos logrado satisfacer con creces todas nuestras necesidades primarias - dijo Apu Tambo -. Pero ya llegó el momento de definir cuáles serán nuestros siguientes objetivos. Nuestra supervivencia está garantizada y tenemos para diez años y ¿luego qué? - Como vio que ninguna de ellas dijo nada prosiguió -. Estamos encerrados en este valle muy bien protegidos, pero sin contacto con el exterior, sin un futuro determinado. Solo vegetar, eso no es lo que me he propuesto. Quiero que crezcamos, que nuestros hijos sean parte de una nación grande y para eso debemos crecer, pero este valle no da para más y lo que nos rodea sola se presta para la agricultura y el pastoreo.

 -Eso es cierto – intervino Mama Cora -. Y todos estamos conscientes que tarde o temprano deberemos dejar el Valle escondido por muy a gusto que estemos en él, e ir en busca de mayores horizontes. Pero no sabemos ¿cómo ni cuándo?

 - Paso a paso – dijo Mama Ocllo – Debemos determinar qué acciones podemos tomar.

- Yo ya tengo algunas ideas - Apu tambo se puso de pie y mirando por una ventana hacia el noreste – prosiguió - esa será la ruta a seguir, alejarnos de los aimaras lo más que podamos y dirigirnos hacia las tierras que fueron de los Huari hace más de cien años y que hoy se han convertido, en aldeas, o pueblos que luchan por su subsistencia.

- Pero eso será en unos años, mientras tanto ¿qué haremos? - Preguntó Mama Cora -. ¿Cuándo y cómo prepararnos para abandonar nuestro Valle escondido?

- Conversando con tu hermano Tisoc y el Apuquipay Cusi, tratamos algo relacionado al tema. Una de nuestras patrullas externas vestidas como pobre pastores, se encontró con un grupo de mercaderes Chinchas que iban hacia la altiplanicie del Collao a intercambiar mates, caracolas y pescado en los pueblos collas a cambio de lana, cobre, coca, quinua, chuno y charqui. Les preguntaron de que pueblo eran para en sus próximos viajes visitarnos. Ellos le dijeron que del lago Puquinacocha, y ahí quedo la cosa.  Lo que me ha dado la idea de crear una aldea y convertirnos en mercaderes.



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En el texto hay: poder, dioses y guerras

Editado: 01.04.2021

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