Señores Dragones y Señores Piratas

Capítulo 21

Era la primera vez desde que le apareció la marca en la palma de la mano que se encontraba con símbolos alquímicos en la isla, a excepción de los libros del doctor, que eran del exterior.

Pasó su mano por encima del monolito, de aquellos signos, y finalmente entró en la aldea.

Un fuerte soplo de aire frío los obligó a cerrar los ojos un instante, y cuando los volvieron abrir fueron testigos de cómo las hierbas, los arbustos, los matorrales y los árboles que habían estado creciendo en los últimos más de cincuenta años retrocedían, alejándose de las casas derruidas, apartándose del pozo del centro de la aldea y regresando a la jungla. Claro que lo que había sido construido por el hombre no se restauró, pero la limpieza de la naturaleza del lugar les permitió verlo todo con mucha más claridad.

Todos los caminos naturales llevaban al pozo, y alrededor de él, Kaitlin se encontró con los cuatro símbolos elementales: agua, aire, tierra y aire.

—¿Me ayudas? –le preguntó a Kirr.

—Claro.

Apartaron el trozo de metal oxidado que había encima del pozo, dejándolo al suelo, y miraron el interior del agujero oscuro.

Kirr tomó una piedra y la dejó caer. Esperaron durante unos segundos, demasiados segundos pasaron hasta que oyeron el sonido de la piedra cayendo salpicando en el agua.

—Creo que debo bajar.

El chico la miró incrédulo, pero no iba a contradecirla.

—Dame un momento.

Ella asintió con la cabeza, mientras volvía a mirar el interior del pozo y lanzaba una roca algo más grande. No sabía qué esperar realmente, pero la piedra tardó lo mismo que la anterior en caer al agua: demasiado. Era una caída demasiado profunda, no podían lanzarse así como así.

Pero Kaitlin tuvo una idea.

No podía controlar las cosas creadas por el hombre, no podía mover una hacha y talar un árbol, pero sí podía hacer que el árbol se cayera, que cambiara las raíces de lugar y que incluso rejuveneciera.

Se colocó al lado del pozo y estiró ambos brazos al lado de su cuerpo, tomó aire profundamente y lo soltó despacio al mismo tiempo que levantaba los brazos hacia adelante. No pasó nada. Pero poco a poco, el sonido del agua removiéndose era cada vez más fuerte. Y el pozo empezó a desbordarse, el agua caía con energía por los laterales.

—¿Qué…? –Kirr había encendido un fuego y lo había metido en el interior de un cubo atado a una extensa liana, para bajarlo por el pozo y así poder ver mejor.

Kaitlin sonrió, ahogando un gemido de cansancio.

—¿Qué te parece? Si nos subimos en el agua… podría bajarnos.

—¿Es seguro?

—Probablemente, no.

—Pues hagámoslo. –Los dos se sonrieron de medio lado y Kirr fue el primero en acercarse al pozo.

Se metió en el agua, sujetándose en la pared para no sumergirse del todo y mantenerse a flote. Con su mano libre sujetaba el cubo con el fuego.

Kaitlin sentía el cansancio de hacer aquello, por lo que se apresuró, con las manos levantadas a media altura, en meterse también en el agua, comprobando que estaba bastante templada, fresca, pero no fría. Kirr la ayudó y la sujetó soltándose de la pared, con sus pies se agarraba a las piedras salientes del interior de la pared del pozo. La chica giró lentamente las manos, dejando la palma hacia abajo, y el agua empezó a descender, y ellos con el agua.

Era agotador, y los últimos metros Kaitlin no lo aguantó más. La magia se deshizo y ellos cayeron, sumergiéndose en el embalse subterráneo que había debajo del pozo y de la aldea.

—¿Estás bien? –preguntó Kirr, cuando Kaitlin salió en busca de aire.

—Sí. –Tosió y escupió agua, manteniéndose en la superficie moviendo los pies, aunque las botas le pesaban y era molesto.

El fuego se había salvado e iluminaba el lugar dónde estaban, un acuífero rodeado de roca natural con solo una única salida que estaba encima de sus cabezas: el pozo y lugar por el que habían entrado.

Kirr se sumergió del todo dándole el cubo con el fuego a Kaitlin y salió unos metros más adelante.

—Hay una salida a unos dos metros por debajo, veo luz al otro lado, pero es imposible saber cuánta distancia hay.

—Tendremos que probarlo.

—Iré yo primero –dijo él, metiéndose en el agua antes de que ella pudiera replicar algo.

Kaitlin apagó el fuego. Si aquellos que los buscaban llegaban a la aldea no quería que vieran la luz en el cubo si miraban por el pozo. Se llenó los pulmones de aire y se sumergió también en el agua, buscando la galería que Kirr le había dicho que existía.

No fue difícil de ver, era una entrada grande y era cierto que había luz en el otro extremo, pero no era suficiente para ver con claridad, sobre todo porque Kirr estaba en medio y le hacía más sombra. Debía guiarse en la penumbra dentro del agua, rozando las paredes con los dedos o golpeando el suelo con las rodillas cuando se acercaban demasiado. Kaitlin no era especialmente experta en buceo, por lo que más pronto de lo que le hubiera gustado empezó a sentir que necesitaba respirar.



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En el texto hay: piratas, dragones y magia, siglo xviii

Editado: 10.09.2019

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