Señorita Gales (completa)

14. "¿Por qué estás roja?"

No hay mayor decepción que alguien pueda tener, que el darse cuenta de la realidad en el tiempo incorrecto. Jack Weston había comprendido que Winnie Gales se había abierto el paso en su corazón; y aunque al inicio le pareció muy desesperante para su gusto, de cierta forma se había acostumbrado a ella, a tenerla cerca y escuchar sus muchas ideas. Claro, y aunque dijimos en un inicio, se había dado cuenta demasiado tarde.

Quizás ella ya no sentía el mismo interés inicial hacia él; es más, lo ignoraba casi la mayor parte del tiempo, aunque no de mala gana o a propósito; simplemente, la señorita Gales había renunciado a Jack, inconsciente del nuevo sentimiento que él tenía hacia ella e incapaz de pensar, siquiera por un momento, que pudiera despertar algún sentimiento en él.

Jack Weston regresó a Wibston a los pocos días. Sus minis vacaciones le habían sido muy útiles y necesarias, tanto que lamentó el haber tenido que despedirse nuevamente de sus amigos, pero se animó al saber que tenía una misión por delante: confesarle a Winnie sus sentimientos.

¿Cómo reaccionaría? ¿Lo aceptaría, o simplemente lo dejaría pasar? No lo sabía, pero de cierta forma, le aterraba la respuesta. No podía decir que se sentía como un adolescente enamorado, en realidad, era algo más que eso, algo parecido a un universitario deprimido. La chica que le gustaba no quería nada con él, y para colmo, tenía un buen chico detrás de ella.

¿Cómo competir contra eso?

Una mañana, se acercó a una tienda de artículos de colección de la saga de magia de la que Winnie y él eran muy fans. Amanda y Amelie le habían aconsejado que un regalo no estaría mal, que inclusive, y si tenía suerte (sí, nótese la mucha fe que le tenían sus amigas) aquel gesto podría ablandar el corazón de la pelirroja y decida darle una oportunidad.

Ingresó un poco nervioso a la tienda, como un niño en búsqueda de dirección, y buscó por media hora el regalo indicado para la alegre y muy amigable Winnifred Gales.

—¿Está buscando algo en especial? —le preguntó la chica de la tienda.

—Quisiera regalarle algo a alguien. —respondió el joven con mirada de súplica. —Pero no sé qué darle.

—¿Es para una chica? —le preguntó.

—Sí, es para una chica. Muy bonita, por cierto. —respondió sin darse cuenta de esto último. Quizás la ansiedad que tenía lo hacían hablar más de la cuenta.

—¿Es una amiga o su novia?

—A....Novia. —aclaró. —Es para mi novia; bueno, ella no sabe aún que es mi novia, pero espero que lo sea. Es decir, quisiera proponérselo, pero no sé cómo.

La joven no pudo evitar reír ante los notorios nervios de Jack.

—Vale, lo comprendo. Tenemos estos collares que han llegado la semana pasada. Quizás le guste alguno. —comentó sacando un pequeño estuche del interior de una vitrina.

Jack analizó cada uno de ellos. El giratiempo, el símbolo de las reliquias de la muerte, la snitch dorada y la llave con alas, siendo ésta la que terminó convenciéndolo.

—Me llevo esta. —indicó con una sonrisa, y esperó a que se la empaquetaran.

Tenía una idea perfecta en su mente de cómo decírselo; él no era escritor, pero gracias a su trabajo podía ser capaz de escribir algo bello por amor a Winnie, y aprovecharía, en esta situación, el presente que tenía para ella y así darle un hermoso simbolismo.

Condujo de regreso a casa muy satisfecho, tanto que se puso a cantar durante todo el trayecto. Se estacionó en la entrada y observó a través del espejo a la casa de los Gales. ¿Qué estarían haciendo ahora? Era casi mediodía. Quizás Winnie se encontraba en el trabajo y Mike en la escuela, pero era sábado. ¿Los niños iban al colegio ese día?

¿Por qué estaba pensando tanto en ellos? Luchaba con su propio impulso de salir corriendo del auto y tocar a su puerta, pero agradeció que aquello no haya sido necesario. Al cabo de unos cortos segundo, ambos hermanos salieron de casa muy animados, y comenzaron a caminar por la acera.

Puso el auto en marcha y los alcanzó en un simple movimiento.

—¡Jack! —lo saludó Mike con una sonrisa.

—¡Mike! ¿Qué tal? ¿Cómo estás Winnie? —les preguntó estacionándose a la par de ellos, y observó fugazmente a la joven de cabello rojizo. Lucía muy bonita, con una media cola y un vestido lila.

—Bien. —contestaron ambos.

—Mi hermana me llevará a mis prácticas de baloncesto. Ya no estoy castigado. —dijo Mike con ciertos aires de victoria.

—Son excelentes noticias. ¿No quieren que los lleve? Tengo todo el día libre.

—¿No trabajas hoy? —le preguntó Winnie.

—No. Recién vuelvo el lunes.

—¡Bien! —exclamó Mike muy feliz y abrió la puerta trasera con total confianza, ganándose un reproche por parte de su hermana.

—No, no. Está bien, suban al auto. Tú puedes ir adelante si quieres, Winnie. —por alguna razón, la propuesta de Jack le resultó muy inusual.

—Sí, anda adelante, rara. Necesito espacio aquí.

Winnie casi asesina a Mike con la mirada, y subió al auto de copiloto, notando de reojo, que Jack había esbozado una sonrisa de victoria. ¿Qué le pasaba hoy? Estaba demasiado extraño.

Mike le indicó la dirección y Jack puso el auto en marcha.

—¿Les gustó el queque de vainilla? —les preguntó el joven, aunque enfocó su atención en Winnie.

—¡Estaba exquisito! —exclamó Mike colocando una mano en el hombro de Jack con total confianza. —Winnie no pudo comerlo porque llegó muy tarde de su cita con Pierce, pero yo lo comí todo, viejo. Estaba tan rico.

Jack se sintió un poco extraño con aquella confesión, tanto que no pudo responderle con facilidad.

—Me alegro de que te haya gustado.

—No fue una cita, Mike. —aclaró la joven. —Tuvimos una presentación esa noche, solo eso.

Por alguna razón, aquella aclaración pareció más una explicación para Jack, pero no dijo nada. Sonrió con cierta tranquilidad, y negó con la cabeza.



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En el texto hay: comedia, musica, amor amistad

Editado: 04.07.2023

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