Sensible

Capítulo 1

El sonido incesante de las cajas de supermercado llena el aire, un ritmo constante y monótono que nunca cesa. Las luces blancas de los fluorescentes se reflejan en los pasillos anchos, creando un resplandor frío que resalta la inmensidad del lugar. Es un supermercado enorme, con estantes repletos de productos que parecen multiplicarse sin fin. Aquí, en la caja 5, está Soila.

El pitido de cada producto escaneado se entrelaza con el murmullo de las conversaciones de los clientes, creando una sinfonía de ruido que Soila conoce demasiado bien. Es un sonido que la envuelve, un eco constante que parece sincronizarse con el latido de su corazón. Mientras pasa el tiempo, los pitidos se convierten en una especie de mantra, una repetición que se convierte en su única compañía durante largas horas.

Soila se encuentra en medio de este torbellino sonoro, su rostro una máscara de concentración tranquila. Cada artículo que pasa por su caja es una pequeña historia que ella conoce demasiado bien: el arroz que una familia comprará para la cena, el jugo de naranja que una madre llevará a casa para sus hijos. Sin embargo, en el fondo de su mente, una tormenta de pensamientos y sentimientos la atormenta.

Su vida es un ciclo interminable de trabajo y esfuerzo, un constante viaje en un tren de suburbanos que la lleva desde su hogar en un barrio de pobladores populares hasta este lugar de lujo. Cada mañana, la hora de trayecto se convierte en un ritual de preparación mental, donde se entrena para enfrentar el día con una sonrisa, escondiendo el cansancio y las preocupaciones detrás de un rostro amable.

En los breves momentos entre clientes, Soila deja que sus pensamientos floten libremente. Imagina un mundo más allá de los pasillos del supermercado, un lugar donde sus sueños de ser artista, guionista, escritora y poeta puedan hacerse realidad. Cada suspiro es un intento de soltar el peso de su realidad y darle vida a sus aspiraciones más profundas.

La maldición de Soila es su incapacidad para comunicar lo que ocurre en su mente. Cada palabra que intenta expresar sus pensamientos poéticos parece desvanecerse antes de llegar a su destino. Sus compañeros de trabajo la ven como una figura silenciosa, una sombra que se mueve entre las cajas sin mostrar sus verdaderas emociones. Incluso ella misma lucha por entender el caos interno que la consume.

Un cliente se acerca a la caja con una sonrisa afable, rompiendo el ritmo monótono de los pitidos. Soila lo saluda con amabilidad, pero en su mente, el pitido se convierte en un latido de su propio corazón, un recordatorio constante de su lucha interna. Mientras escanea los productos, sus pensamientos se dispersan entre la poesía que le gustaría escribir y los problemas que enfrenta en su vida diaria.

Cuando finalmente el cliente se va y el siguiente se acerca, Soila toma un breve respiro, permitiendo que sus emociones se mezclen con el sonido de los pitidos. Es en estos momentos de quietud que sus pensamientos poéticos encuentran su voz, aunque solo sea en su interior. En su mente, la lucha entre la realidad y el deseo, el dolor y la esperanza, se entrelaza en un poema interminable.

El ciclo continúa, y con cada pitido, Soila sigue escribiendo en su corazón, cada verso un testimonio silencioso de su pasión y su sufrimiento. En el bullicio de la caja 5, en medio de las luces blancas y los pasillos anchos, ella encuentra su propio ritmo, una melodía que solo ella puede oír, una forma de exorcizar su alma en el caos cotidiano.

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1 de agosto, 2024.
01:25 am.
597 palabras.
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