Sentimientos encontrados. Parte 1.

Nevada fatal

Haruto comenzó a ser más cercano a Andrea incluso en la escuela, pero eso atrajo la atención de Kyoko, quien no parecía nada contenta.

Ricardo llegó una tarde al colegio e invitó a Andrea, Haruto y Yuki a pasar tres días en un hotel en cerca del monte Fuji. Alguien le había obsequiado boletos para la estadía y para visitar un lujoso ryokan de esa zona y Ricardo invitó a dos amigas y un amigo del colegio de artes, pero reservó tres boletos para poder invitarlos a ellos tres.

Se habían citado en casa de los Matsumoto para partir con ellos hacia la estación de trenes. Ricardo llegó junto con un amigo del colegio de artes, su nombre era Ando, un joven de facciones delicadas quien llegó con maquillaje ligero, ropa, peinado y accesorios propios de una mujer.

―¡Oh, te llamas Andy! ―exclamó con voz aguda, fingida, pero sin que se notara que le costara demasiado trabajo cambiarla―, ¡y yo soy Ando! ―le dio un golpecillo a Andrea en el brazo―. Andy y Ando ―rodeo a Andrea por los hombros y pegó su cabeza a la de ella―, ¿acaso no es como para que nos consideren hermanas?

―¿No sería hermano y hermana? ―Haruto habló con voz firme.

―¡Tendré cuerpo de hombre…! ―comenzó a decir Ando

―Sí, por dentro eres mujer ―Haruto lo obligó a separarse de Andrea―, pero naciendo en el cuerpo de un hombre, no se ve bien que le faltes el respeto a una dama.

Tocaron a la puerta y Haruto atendió. Ceñudo, Ando se inclinó hacia Andrea para hablarle al oído.

―¿Es del tipo homofóbico? ―reclamó.

―Es más bien del tipo celoso, pero… ―musitó Andrea sonriendo y después hizo la seña de cerrar la boca con un cierre. Ando en seguida cambió su semblante, dejó salir una risita y manoteó en el aire.

―¡Oh, sí! ―y bajó la voz―Rick-kun ya me contó de eso, no piensan iniciar nada hasta que entren a la universidad, ¿no es así?

Haruto regresó llevando una caja que entregó a Andrea. Ella preguntó con la mirada y Haruto sólo señaló el remitente, era un paquete que venía de parte de su familia, desde México. Lo abrió de inmediato y de ella sacó algunos productos para la elaboración de alimentos mexicanos, un par de prendas de vestir y un maltratado álbum de fotografías.

―A ver, yo quiero ver eso ―Ricardo le arrebató el álbum, abriéndolo desde la mitad. Había fotografías de Andrea cuando tenía alrededor de diez años.

Ando, Yuki y Haruto se acercaron para ver las fotografías. De todos ellos, el único que frunció el entrecejo fue Yuki, al ver un par de fotos en las que Andrea evidentemente celebraba su cumpleaños, casi en todas acompañada solamente de un hombre de edad avanzada. Iban retrocediendo del centro hacia el inicio, y en cada foto, Andrea se veía más joven todavía. Yuki de nuevo se concentró en fotografías de cumpleaños, aparentemente, en sus primeros años eran varias personas de su familia las que lo celebraban, pero quizá a partir de los siete, sólo aquel hombre la acompañaba.

―Él es tu abuelo Benito, ¿cierto? ―dijo señalando al anciano―, lo recuerdo por las fotos de tu ofrenda.

―Sí, es él ―Andrea respondía mientras Yuki daba vuelta a una página anterior.

―¡Kami sama! ―exclamó Yuki con una sonrisa de sorna.

Él veía una fotografía en donde Andrea estaba a un lado de una tina de baño junto con otro niño, el niño de dos y ella de tres años, ambos completamente desnudos y cubiertos de jabón. Andrea reaccionó de inmediato tapando la fotografía con la mano y arrebatando el álbum.

―Este… creo que esto tendrá que pasar por la censura antes de que puedan verlo.

―¿Por qué? ―preguntó Haruto―, ¿qué había ahí?

―¡Oh, una foto de lo más linda! ―exclamó Ando, ensoñador―. Era Andy…

―Ando, te considero una buena persona ―interrumpió Andrea―, no me obligues a asesinarte.

En seguida llegaron Yoko y Rikka, las otras dos amigas de Ricardo, por lo que no hubo lugar a más preguntas. Se fueron juntos hacia la estación y abordaron el tren que los llevó hasta Kozu. Hacían trasbordo de tren cuando Haruto la alejó de los demás y la interrogó sobre aquella fotografía que no pudo ver. Cuando vio que Andrea se negaba a contestarle, comenzó a cambiar su tono de voz por una más enérgica.

―Eres demasiado celoso para ser tan concienzudo ―Andrea le hablaba en un tono de escepticismo―. No sabes controlar los celos, Haruto, el hecho de que ellos vieran una fotografía que tu no, no los hace más importantes para mí. ―Andrea se agachó, decepcionada―. Yo… hice una promesa contigo, pero si así van a ser los celos... Por favor, tienes que aprender a controlarte.

Haruto sintió un pinchazo de culpa en el pecho. Él tampoco quería hacerle daño en absoluto y, sin embargo, ya había caído en una tentación indebida. Quiso tomarla de la mano, pero Andrea se lo impidió.

Por último, tomaron un autobús que los llevó hacia el ryokan y, con el pretexto de tener frío, Haruto al fin abrazó a Andrea. Yuki pudo notar que ella se veía incómoda, se preguntaba si realmente Andrea quería cumplir esa promesa con Haruto o sólo se sentía obligada. Ya no podía esperar más, aquella noche de navidad había sido una buena oportunidad para acercarse más a ella, pero tenía que encontrar ya el modo de hacerle saber lo que sentía.




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