Sentimientos encontrados. Parte 1.

Decisiones

Haruto se levantó, caminaba de un lado a otro de la sala, culpándose a sí mismo. De pronto y sin que nadie lo esperara, se hincó en pose de dogueza.

―¡Perdónenme, por favor! ¡Soy un idiota!

Sintió una mano en su hombro y levantó la vista esperando ver a Andrea, pero era Ricardo quien estaba frente a él.

―Sí, lo eres ―dijo Ricardo con un tono condescendiente―, pero eres humano, Haruto, y con una mujer tan manipuladora como Noelia, muchos caemos.

―Lo sé, pero yo… siempre me he jactado de ser inteligente, de ser una persona llena de cordura y… ¡No puedo creerlo! Mamá pudo morir, papá pudo morir… y todo porque yo fui tan idiota como para creerle, contarle todo sobre mi familia…

―No te sientas apenado. Con o sin ti ―Andrea habló con un tono monótono―, ella habría llegado a esa idea de asesinar a alguien tarde o temprano. Ha pasado su vida evadiendo el trabajo y buscando quién le dé esa vida de lujos que cree merecer.

―Es increíble ―Ricardo rio con ironía―, Andy debería estar enfadada contigo y en lugar de recriminarte por acostarte con Noelia, está buscando consolarte.

―Andy… ―Haruto la miró―. ¡Idiota!, ¡idiota! ―Haruto se golpeaba a sí mismo en la frente―. Andy ―se levantó y la tomó de las manos―, yo sé que no merezco ni tus palabras, pero… ¡sólo dime qué hacer! ¡No quiero perderte! ―agachó su cabeza―, no puedo… yo soy una persona horrible, un pobre engreído que se creía superior a todo mundo cuando en realidad soy un repugnante vanidoso y obstinado capaz de hacer daño a quien me ama… pero puedo ser una mejor persona, con tu ayuda puedo serlo ―Haruto no lloraba, pero se notaba realmente angustiado―, sin ti estoy perdido… ¡Andy, perdóname!, ¿cómo pude hacerte esto?

En ese momento salió uno de los abogados pidiéndole a ella que entrara de regreso junto con Ricardo.

―El señor Matsumoto quiere que usted lleve al joven Shuhei a casa ―dijo el abogado a Haruto―, nosotros debemos afinar algunos detalles más de la acusación con su padre, así que el joven Mejía y su hermana los alcanzarán después.

―¡Eres un idiota! ―exclamó Shuhei cuando se dirigían al elevador―. Tenías una oportunidad con Andy, ¿no es así?, ¡y lo echaste a perder!

Haruto no le respondió. Había hecho evidente sus sentimientos por Andrea, y ahora su hermano le recriminaba al respecto.

―¡Demonios, Haruto! ¡No sabes lo felices que habríamos sido si te casaras con ella y la convirtieras realmente en parte de la familia!

―Ella ya es parte de la familia, Shuhei ―dijo Haruto sin mirarle a la cara―, y nunca le digas lo contrario o la lastimarás.

―Pero pudo haber sido… es que no puedo creerlo, ¿cómo pudiste acostarte con esa rubia falsa? Andy jamás te perdonará, ¿lo sabes?

Y Shuhei seguramente tenía razón, ni él mismo entendía cómo pudo creer tan fácilmente en Noelia, se preguntaba a sí mismo si los celos cegaban su cordura… o quizá era que él mismo no se daba cuenta de que dentro de sí había un hombre cruel a quien no le importaba herir a quien amaba. No podía responderse, pero una cosa era segura, había cometido un error tras otro, y, si no se perdonaba a sí mismo, no comprendía cómo podría hacer que ella le perdonara.

―Debes hablar con ella hoy mismo ―dijo Shuhei―. Déjame en un taxi, iré a casa, tú debes regresar a hablar con ella.

Haruto asintió, acompañó a su hermano hasta la calle y una vez que se aseguró de que él había tomado el taxi, regresó al edificio. Vio que Andrea salía acompañada de Ricardo, la notaba completamente confundida y triste, así que decidió simplemente seguirlos. Ellos se encaminaron hasta una explanada llena de turistas y paseantes que admiraban el Rainbow Bridge. Ricardo y ella se recargaron sobre la baranda que daba una preciosa vista a la bahía.

―No sería justo que lo perdonaras, Andy, pero ―Haruto se acercó lo suficiente para escucharlos―, por otro lado, él fue víctima de una loca a quien no le importa nadie más que ella misma.

―Nunca pensé verlo tan asustado ―Andrea tenía la mirada fija en el suelo―, él siempre es tan fuerte… En verdad me dolió en el alma verlo en ese estado. Pero eso no quita lo que hizo, y yo…

―Se supone que es mañana cuando responderás a la propuesta de Yuki, ¿no es así?

―Sí ―Andrea suspiró.

―¿Piensas casarte con él?

―No lo sé ―Andrea hizo un gesto.

―Andy ―Ricardo exhaló y se tornó más serio―, dime una cosa, ¿realmente estabas enamorada de Josué cuando aceptaste casarte con él?

―¿De qué hablas?

―Es una de las cosas por las que me opuse a que ustedes se casaran a pesar de ser mis amigos ―respondió Ricardo―, porque me di cuenta de que lo querías, pero no lo amabas. Tú tienes esa loca manía de responder ante quien te necesita, y, sobre todo, a quien te ayuda a ayudar a quien lo necesita. Confundes la pena y el agradecimiento con amor, y el amor no es eso, Andy. Tú te ibas a casar con Josué, en primera porque había quedado mal de salud y sentiste que te necesitaba y, en segunda, porque te prometió ayudarte con tus primos.

―Yo… ―Andrea titubeaba.

―Haruto tuvo la idea de ayudar a tu familia a mudarse para que tú pudieras estar tranquila en Japón ―continuó Ricardo―, por otro lado, Yuki no sólo ayudó a que tus abuelos vendieran su rancho… ―Andrea volteó a mirar a Ricardo.




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