El primer año en la universidad pasó rápido, era primavera y todos se preparaban para las breves vacaciones de ese periodo. Los primos de Andrea habían estado viviendo en Kioto desde el otoño y pronto se incorporarían a las clases y, en esas vacaciones, el tío Ernesto se las ingenió para invitar al grupo de danza a Kioto, en donde tendrían una presentación para la gente de la planta agrícola de Tsuymeshi.
Yuki estaba sorprendido de que el abuelo Takashi hubiera aceptado tal propuesta, pero justo cuando llegaban a Kioto se enteró del porqué. El tío Ernesto le había vendido la idea al padre de Yuki, mencionando de una serie de bailes que eran dedicados a agradecer por la abundancia en las tierras y, de hecho, fue su padre, Hiroshi Tsuyuri quien pidió esa presentación. Yuki presentía que el plan de su padre era que el abuelo Takashi pudiera hacer las paces con él. Sin embargo, no fue posible, el anciano no se opuso a la presentación, pero se negó a asistir a la planta en esos días.
Un autobús fue enviado a la estación de tren para llevar al grupo entero a un hotel cercano a la planta de productos agrícolas Tsuymeshi. Yuki y Andrea fueron los primeros en ir a la planta, en donde les esperaban sus respectivas familias.
Yuki fue recibido por sus padres, su hermana, por su tía Nanako, y por tres tíos en segundo grado, los cuales eran sobrinos del abuelo Takashi. Había una pequeña cantidad de niños y adolescentes, todos ellos primos que se acercaron a saludar a Yuki con sendas sonrisas y, entre ellos, sobresalía un joven parecido a él, pero con facciones más varoniles y ligeramente más alto. Este último no se acercó, sólo observaba a Yuki desde lejos con un gesto hosco y no fue sino hasta que la familia entera se alejó, que fue hacia Yuki con una mirada de ironía.
―Es de reconocer tu coraje, mira que venir a hacer exactamente aquello por lo que el abuelo Takashi te dio una paliza…
―También me da gusto verte, Tessho ―dijo Yuki con sarcasmo.
Fueron las únicas palabras que intercambió con el mayor de sus primos y ambos se alejaron uno del otro. Después de saludar al tío Ernesto, tomó de la mano a su novia y los tres, junto con el señor Tsuyuri, dieron un recorrido por la planta. Andrea estaba impresionada por el tamaño de la nave industrial que daba empleo a cientos de personas.
―Y esto es sólo parte del corporativo ―explicó el señor Tsuyuri―. En esta y las prefecturas aledañas tenemos otras cinco plantas procesadoras, otras dos de producto marino en Osaka, tierras de arrozales en Otsu y algunas granjas pecuarias. Cada una de ellas, administrada por miembros de los descendientes de Takeo Tsuyuri, uno de los fundadores de este consorcio. Además, los primos de mi padre dirigen centros de distribución y exportaciones, maquinaria para uso agrícola y algunos otros negocios que, si bien no son procesadoras, tienen que ver con la rama de los alimentos.
―¡Es increíble! ―expresó Andrea―, no pensé que el consorcio fuera tan grande. ¿El señor Takashi quería que Yuki dirigiera todo esto? Parece bastante complicado.
―Y lo es ―interrumpió el tío Ernesto―, pero no creo que el patrón desee iniciar una controversia con ese tema, ¿o sí?
―Por ahora ―el señor Tsuyuri puso la mano sobre el hombro de su hijo―sólo me alegra que Yuki pueda volver a pisar esta planta después de tantos años.
Después de recorrer la planta, Yuki y Andrea fueron invitados a casa de los padres de él, en donde la familia entera les esperaba con una suntuosa comida. Mientras comían, hablaban de los métodos aplicados por el tío Ernesto en el trabajo de consultor que desempeñaba con algunos empleados que trabajaban en campos agrícolas y pecuarios. En esos pocos meses el robusto mexicano se había ganado un lugar especial en la empresa, pues había logrado algo que sólo había hecho el abuelo Takashi: absoluto respeto y compromiso por parte de todos los empleados. El señor Tsuyuri hablaba de la gran ayuda que recibía de Ernesto cuando Yuki vio de reojo a su primo Tessho tomar a Andrea del brazo para alejarla de los demás. Yuki negó con la cabeza, dejó su plato y discretamente se acercó a ellos.
―…Yuu-chan realmente no habla mucho de ti ―decía Andrea.
―Eso no es raro ―dijo Tessho―, él no habla de realidades, sólo de sus aburridos personajes ficticios. ¿No te parece un poco fastidioso?
―A decir verdad, no ―dijo Andrea con toda seguridad―, por el contrario…
―No digo que no sea divertido hablar de ficción de vez en cuando, pero todo el tiempo… ―Tessho puso los ojos en blanco.
―No es de lo único que habla ―Andrea frunció el entrecejo―, Yuki es una de las personas más interesantes que he conocido.
―Mira, te mostraré algo ―Tessho volvió a tomar a Andrea por la mano y la llevó hasta un ventanal que había al fondo de la sala. Dado que la casa estaba en los suburbios, en lo alto de una montaña, tenía una vista preciosa al bosque, pero lo más notorio era una hermosa casa estilo Zenshūyō que sobresalía por entre los árboles―. Todo lo que ves aquí ―Tessho señaló el bosque a su alrededor―es propiedad del abuelo Takashi. Es tradición de los Tsuyuri que, cuando un miembro de la familia se casa, se le hereda un lote en este lugar, con una casa muy pequeña que debe terminar de construir por su cuenta, pero esa casa en específico ―ahora señaló aquella hermosa mansión ―, está destinada únicamente a quien dirige el consorcio creado por Takeo Tsuyuri.