Sentimientos (kurama&hiei)

Capítulo 1: Sonetos y el ataque de Mary-Sue

Sonetos. Nada en la Tierra podría ser más frustrante, pensó Kurama mientras se devanaba los sesos buscando algo, cualquier cosa sobre la que escribir. Normalmente a Kurama le encantaba la poesía, pero odiaba los sonetos porque no sólo tenía que tener rima, como los poemas normales, o incluso un soneto normal, sino que el soneto shakesperiano tenía unas reglas muy estrictas. 3 estrofas, 4 líneas en cada estrofa y cada línea siendo exactamente de 10 sílabas. El esquema de la rima podía ser que rimaran la primera y la segunda línea luego la tercera y la cuarta, o primera y tercera luego la segunda y la cuarta, con un pareado como 'conclusión' al final.

Kurama mordió su bolígrafo un poco mientras miraba fijamente el título en la hoja de papel, por lo demás en blanco. Minamino Shuuichi. Estudiante perfecto. Hijo perfecto. Perfecta mentira. Todo lo que hacía como humano era una mentira, una mentira que cada día amenazaba con consumirle más, una mentira contra la que luchaba cada día para mantenerla separada de quien era él. Y sin embargo había fallado. Él era cada centímetro de Minamino Shuuichi; sus almas eran una y la misma. Una lucha por la identidad. Quizá podría escribir sobre eso.

Kurama se permitió una sonrisa y negó con la cabeza, divertido. ¿Un soneto de un demonio renacido como humano? Le enviarían directamente a la enfermería de la escuela. Y esa clase de cosas nunca le pasaban a Minamino Shuuichi. No, él tendría que hablar sobre montañas o amaneceres o de algo aburridamente común. O de la lluvia, pensó distraídamente, apoyando la mejilla en su mano y el codo en su escritorio mientras miraba las afiladas gotas de lluvia siendo azotadas por el viento y de modo que no pudiera ver nada afuera. Bebió un sorbo del chocolate caliente que su madre le había subido antes. Si no fuera por ese fastidioso soneto amenazando en su cabeza, él habría estado perfectamente sereno.

Suspiró; los ojos cerrados y sumido en sus pensamientos hasta que un par de bruscos toques en la ventana le interrumpieron. Intentó no sonreír ante el empapado youkai de fuego al otro lado. Con cuidado abrió la ventana y Hiei saltó ágilmente dentro.

"Anda. Mira lo que ha traído la tormenta."

"Guárdate tus comentarios para ti, zorro. Simplemente estoy intentando mantenerme seco."

Kurama intentó esconder una sonrisa detrás de su mano. Realmente Hiei era un espectáculo digno de ver. Su capa, normalmente ondeante y holgada, pegada a él, lamentablemente lacia y chorreando. Incluso su pelo estaba caído por la humedad. Parecía un perro mojado. Un perro mojado fulminando con la mirada a Kurama que le miraba de arriba abajo con una sonrisa de suficiencia.

"Y puedes guardarte tus divertidas miradas para ti también." El medio koorime le informó secamente, tirando su empapada capa encima de la cama mientras pasaba a escurrir la punta de su pelo en el suelo. Kurama recogió la capa y puso los ojos en blanco ante las maneras de Hiei.

"Podrías habérmela dado a mí. Ahora mi cama también está mojada." Kurama le reprendió suavemente. Su única respuesta fue la firma de Hiei, 'Hn'. Suspiró y dobló la ropa mojada con cuidado.

"Ten. Cuelga esto y toda tu ropa mojada en la cortina de la ducha y ponte esto."

Le dio al desdeñoso demonio la capa empapada y uno de sus pijamas de repuesto más pequeños. Todavía sería demasiado grande, pero era lo único que tenía. Hiei arrugó la nariz ante el pijama cuando lo cogió.

"¿Qué es esto?"

"Está caliente y seco, y eso es todo lo que te tiene que importar. Póntelo o sigue adelante y cálate hasta los huesos." Kurama le dijo con firmeza. Hiei lo cogió, murmurando algo demasiado bajo para ser escuchado sobre estúpida ropa ningen y salió en dirección al lavabo.

"Y no hagas demasiado ruido, podrías despertar a Shiori." Kurama le dijo después de que saliera con su suave voz. Sacudió la cabeza y limpió el pequeño desastre que Hiei hizo al entrar con una toalla colgada cerca de la ventana justo para tales ocasiones, desde que éstas se hicieron tan frecuentes. Su atención fue llamada de nuevo hacia la puerta por Hiei.

"No entiendo cómo los ningens pueden soportar vivir con ellos mismos sabiendo que esta lamentable excusa de ropa toca sus pieles cada noche." Se quejó, tirando de la buena cantidad de ropa que sobraba a lo largo de la manga demasiado larga. Kurama suspiró y negó con la cabeza.

"Ven aquí." Suspiró con solidaria exasperación, y procedió a arremangar las mangas y los pantalones en su bajo compañero.

"Si tus habilidades para la lucha coincidiesen con tu nivel de sentido común, estarías atracado y muerto en una cuneta en algún sitio justo ahora mismo." Kurama le informó, poniendo el último rollo de los pantalones al final de la pierna. Sonrió, cogió una toalla y despeinó el todavía mojado pelo de Hiei afectuosamente, sólo para ser recompensado con una mirada feroz.

"Basta ya." Hiei se quejó irritado, escapándose del abasto de Kurama. Kurama le dirigió una amable y cómplice mirada. Sabía que si él hubiese sido cualquier otro, habría sido golpeado en el estómago.



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Editado: 04.09.2019

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