Muros testigos de mil lagrimas
Barrotes sosten de mi vivir
Días y noches se hacían una
Implore mil veces hacerme oír
Una condena que no era mía
Un delito que no cometi
Fue un día en la tarde, el sol caía
Me arrebataron mi buen vivir
Tres pequeños corazones
Que me estaban viendo partir
No me escucharon
Se rehusaron,
Todos mis logros se desplomaron
De las historias más despiadada
puedo narrar de aquéllos años
pero nada comparado, con el sufrir que había pasado, aquella tarde de noviembre que de mis hijos me despojaron
No hay crueldad mayor
que ver sus ojos empapados
y oír sus gritos desesperados