Mientras Maira lidiaba con su pésima rutina y con un esposo que doblaba su edad, planeaba ese encuentro que tanto deseaba, dibujaba a diario en su mente el cuerpo voluptuoso de Andrea, e imaginaba sus manos delineando hasta el mas profundo rincón... Su condición de novata no la hacía titubear, segura de su deseo, esperaba el día ansiosa. Andrea, aprovechándose de su calidad de Jefa, desfilaba una y otra vez frente a ella, invitándola con la mirada, provocando sus ganas, jugando en ventaja con su experiencia, pero Maira aun envuelta en miedos y preguntas, no se inhibía un instante. Así pasaban las horas laborales, agigantado las ansías que ambas compartían, sin habérselo dicho, sin mediar palabras, solo sintiendo. Y el día llego! Nacía diciembre con su mejor luna, y los planetas se alinearon para ellas... en un claro campo del mundo, la noche las encontró ardiendo. Andrea segura y valiente, fue topada por un torbellino, esas ganas que Maira guardaba, la invadieron de iniciativa, sin cohibirse veloz le dio un beso, y palpo sus caderas hirviendo, con su lengua feroz penetraba hasta el mas escondido pasaje, descubriendo sabores y aromas con los que ya soñaba hacia tiempo. Cabalgando a ritmo y destiempo, recorrían sus pechos ardiendo, aquellas pieles antes erizadas, muy de prisa se iban humedeciendo, Incontrolables sus cuerpos gozando y sus vientres mojados gimiendo, Estallando en placeres cohibidos, y millones de orgasmos prohibidos acabaron la noche anhelada, No hubo culpas ni remordimientos El secreto no dio resultado, asumieron que no era pecado, que el amor no responde razones, el se asume y no pide perdones