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Por si no leíste la descripción, estoy haciendo uso de las versiones Nyo de Japón, Italia e Inglaterra.
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Los países del eje, una alianza entre Japón, Alemania e Italia, donde la amistad y compañerismo entre ellos prevaleció por años. Tres países diferentes, casi totalmente distintos entre sí, como tres planetas con diferentes características entre cada uno, conviviendo en la misma órbita.
Japón nunca se había sentido más recibida en ninguna otra alianza como en esa. Sentía que ellos tres eran iguales, con una amistad transparente, sin secretos. Pero tras pasar los años, el tiempo le reveló que no era como ella pensaba. Ese día había abierto los ojos con sorpresa, pero no se había permitido mover ni un otro músculo facial, cuando miró que al concluir una de las reuniones entre los países del eje, Italia se había parado de puntas para poder darle un breve beso en los labios a Alemania a modo de despedida.
El más alto enrojeció, miró por un instante a Japón, avergonzado por la escena, y volteó a ver a la más baja para comenzar a regañarle por la irrespetuosa muestra de afecto pública. Italia se entristeció un poco, escuchando atentamente lo que el rubio le decía, y entonces el tercer miembro de esa alianza sintió curiosidad por hablar.
—Esto, disculpe que interrumpa, Alemania, pero quisiera hacer una pregunta —habló con educación y un poco de vergüenza, como siempre, haciendo que por un momento Alemania dejara de hablar y el rubor de sus mejillas mermara lentamente.
—Adelante, Japón —respondió el vocero principal del grupo, afirmando con la cabeza.
—De casualidad, ¿ustedes dos están saliendo en una relación romántica?
—Ah, eso. —Se llevó la mano a la nuca mientras desviaba un poco la mirada, algo avergonzado—. Planeaba decirte esto precisamente hoy al concluir. —Tomó aire, irguió la postura y volvió a verle al rostro—. Justamente ayer, Italia y yo formalizamos nuestra relación romántica. Planeaba explicarte esto con tiempo, y saber si acaso esto te incomodaba y preferirías que evitaramos muestras de afecto como esta delante de ti.
—En absoluto —sonrió y negó con la cabeza—. Me alegro mucho por su relación. Por favor, acepten mis mejores deseos para el futuro.
—Ah~ Japón es muy amable y tierna —comentó Italia con su imprudente y amable sinceridad, logrando hacer que Japón se avergonzara un poco y hablara de forma levemente apresurada.
—No he querido parecer superficial, esa no era mi intención.
Y, como era ya cotidiano de ellos tres, Alemania comenzó a regañar a Italia, mientras que Japón trataba de abogar por la castaña y ésta comenzaba a hablar acerca de lo mucho que quería comer pasta.
Pero Japón, a partir de ese momento, comenzó a sentirse triste. Nunca imaginó que ver a Alemania aceptar los afectos de su pareja, le hiciera sentir una especie de malestar. Era extraño, Italia era afectuosa con todos, en especial con sus hermanas y el mismo Alemania. Muchas veces también había recibido abrazos de ella, y en ocasiones se permitía devolver el gesto con cierto nivel de vergüenza. Sin embargo, cuando estaba con Alemania, todo era diferente.
Estar con Alemania era como estar con su alma gemela. Hablaban al mismo nivel a la hora de crear estrategias de guerra, armas, planes comerciales y entre tantas formas de hacer que Italia comprendiera todas las cosas de las que charlaban. Alemania era frívolo en primera instancia, pero de mente y pasión sumamente ardiente al atreverse a conocerlo. Sentía que una chispa se encendía dentro de su corazón al hablar de forma tan profunda con él, sentía que algo centelleante le recorría la sangre y eso le gustaba. Pero Italia... ella era la pareja de Alemania.
No quería atreverse a afirmar de estaba celosa, pero quizás así era. Quizás esa era la razón por la que le dolía respirar cada vez que ellos estaban juntos. Quería evitar que ellos dos estuvieran juntos, pero eso no era correcto. Ella quería algo que le pertenecía a alguien más. ¿Acaso a eso se me llamaba ser egoísta?
—¿Estás bien, Japón? —preguntó América extrañado al percatarse de que la asiática estaba guardando mucho más silencio de lo usual.
—¿Por qué lo pregunta, América? —cuestionó Japón algo atontada. Casi olvidaba que el americano le había ido a visitar por estar absorta en sus pensamientos.
—Easy! —exclamó con un brillo tan propio de él inundando su rostro—. Cuando te visito siempre te muestras preocupada de que vaya a romper algo. Hoy solamente parece que esperas el momento en que me vaya.
—Si mi actitud le hace sentir indeseado, le ofrezco una disculpa. Sin embargo, siento que en estos momentos no soy capaz de atenderle como se merece. Entenderé si decide retirarte.
El rubio soltó una célebre risa, destellando un aura de alegría y emoción tras recibir aquella respuesta tan formal de su parte.
—Japón, siempre tan extremista —comentó mientras se sentaba a su lado, de forma amigable y cálida—. No quisiera dejarte en un momento como este, debe de ser muy difícil para ti. ¿Quieres hablar de eso?
—Bien, estoy de acuerdo —afirmó la de ojos opacos tras asentir con la cabeza—. América, ¿puedo hacerle una pregunta?
—Of course! Make your cuestion!
—Está bien. Pero antes, quiero informarle que no debe de responder si no lo desea —aclaró con educación antes de proseguir—: América, ¿alguna vez ha amado a alguien?
El rostro del contrario se despejó de cualquier emoción por un momento. Aquella pregunta le había tomado por sorpresa. Esa sonrisa tan indispensable había desaparecido, sólo para regresar tras pasar unos momentos de silencio, ya algo nerviosa ante la situación.
—¿Por qué preguntas eso tan repentinamente, Japón? No es nada propio de ti.
—Me disculpo si eso le ha incomodado, pero aquello que ronda en mis pensamientos está relacionado con algo así.