Separación

4 - Alara y Shin - 1

Alara estaba escalando la meseta junto a su padawan, este era mucho más atlético de lo que recordaba y la estaba empujando a esforzarse para seguirle el paso. En la cima encontraron un par de antenas y algunos equipos de medición del clima. Ambos sintieron el viento cuando se acercaron al acantilado que daba al pantano. Debajo de ellos estaba la supuesta base Imperial. El claro no parecía natural, ya que era demasiado circular y prolijo. Con sus binoculares, Shin encontró la escotilla y algunos detalles más.
“Parece que la entrada está bien vigilada.” Dijo el jedi mientras pasaba los binoculares. “Hay puestos de vigías y cámaras.”
“¿Por qué no te sorprende que Lyrian haya sido atrapado por los Imperiales?” Preguntó con curiosidad Alara mientras revisaba el bosque.
“No es la primera que esto sucede.” Dijo Shin mientras se agachaba a su lado.
Alara quería mirarlo a él, así que dejó el aparato para mirar a su padawan. Su corazón quería tocarlo y su mano intentó hacerlo. Shin saltó para esquivar su toque, la caída era larga, pero esa caída no era un problema para él. Se detuvo justo a tiempo para aterrizar silenciosamente junto a la entrada. Alara lo veía desde las alturas mientras saltaba entre las piedras para bajar a toda velocidad. Tenía que esforzarse para prestarle atención a su padawan. Iba a tener que felicitarlo, ya que no tenía nada más para enseñarle. Su control era magnífico y tenía que forzar a sus ojos para poder mirarlo. Cuando llegó al suelo, Shin ya había destruido la escotilla. La alarma estaba sonando en toda la base mientras ellos caían en un frío y estéril pasillo. Todo era de metal. Alara siguió a Shin que caminaba por el medio del pasillo siendo ignorado por los soldados que corrían hacia la escotilla destruida. Ambos venían buscando la sala de vigía, que terminó estando en un pasillo lateral. Una mujer y un hombre trabajaban en el lugar. Alara y Shin los noquearon para esconderlos dentro de un gabinete, donde apenas entraban. Shin se sentó en la silla para revisar los monitores, buscando a su amigo y buscando a su objetivo.
“¿Cómo vamos a reconocer al ingeniero?” Preguntó pensante Alara.
“Aquí está.” Dijo con seriedad Shin.
En la imagen había una mujer en una habitación hablando con un capitán. Su alumno trabajaba con celeridad.
“Buen trabajo…” Dijo pensante Alara. “Tu sigilo de más temprano fue magnífico, Shin. Se nota todo el tiempo que has entrenado…”
Shin la ignoró mientras revisaba el resto de las cámaras. Lyrian apareció en un monitor sobre una cama de tortura junto la sith. Este era una zebrak con una pesada armadura negra, sus hombreras eran exageradas y llevaba una larga capa sobre ella. Sus relámpagos quemaron por unos segundos al capitán mientras Shin activaba el sonido.
“¿Dónde está la familia, basura de la República?” Preguntó en voz alta la sith.
“¿Qué familia, preciosa?” Preguntó divertido y cansado Lyrian. “¿Sabes cuánta gente sube a mi nave?”
“¿Por qué mierda no puedo leer tu mente?” Preguntó enojada la sith mientras crepitaba con electricidad.
“¿Te crees que eres la única que sabe un poco sobre la Fuerza?” Preguntó divertido Lyrian. “Aprendes mucho ayudando a nuestros amigos jedis, ellos piensan que los demás estamos a su merced, pero he aprendido a lidiar con…”
Lyrian se desmayó con el siguiente relámpago mientras la sith lo miraba con desprecio. Shin siguió tocando teclas para leer un itinerario y aprender un poco de su objetivo.
“Parece que tienen visitas importantes en un par de horas.” Dijo al aire mientras miraba un texto. “Y el ingeniero va a querer venir con nosotros, su familia desapareció en una situación sospechosa en espacio Imperial.”
“¿Dónde vamos primero?” Preguntó con prestancia Alara. “Estás ducho con estas computadoras.”
“Familia primero.” Dijo con seriedad Shin. “La sith debe estar caminando entre los pasillos ahora mismo, hay una salida lateral por el mismo pasillo donde estaba Lyrian. Nos vemos ahí.” Dijo con seguridad el jedi para luego marcharse.
Alara estaba sorprendida con la seguridad de su padawan y lo intentó seguir con la mirada por el pasillo. La alarma seguía sonando mientras los soldados iban para todos lados buscando a los culpables. Se giró para ir en busca de su amigo. El lugar parecía una instalación militar, ya que no había equipamiento científico en ninguna de las salas y no había visto a nadie sin armadura o ropa militar. Dos guardias la ignoraron cuando pasó entre ellos para entrar a la sala de tortura, una vista repetida en bases del Imperio. Lyrian estaba humeando y parecía inconsciente. Alara se acercó para que el capitán abriera los ojos.
“Buenos días, preciosa…” Dijo cansado Lyrian.
“¿Sabes dónde está el control?” Preguntó con prestancia Alara.
“Por aquel monitor… intenta no matarme.” Dijo jocoso el capitán.
“¿Dónde aprendiste a proteger tu mente de esa manera?” Preguntó sorprendida Alara.
“Digamos que todos deberíamos saber eso… el único que nunca ha intentado leer mi mente es Shin.” Dijo divertido Lyrian.
“Fue una sola vez…” Dijo apenada Alara. “Él siempre ha estado en contra de esa técnica, dice que nadie debería poder leer la mente de los demás…”
“Desde ese día es mi padawan favorito, Alara… ¿Ya te disculpaste?” Preguntó sin cuidado Lyrian mientras hacía fuerza para moverse.
“Sí… pero no me creyó.” Dijo acongojada Alara mientras las ataduras de Lyrian lo soltaban.
“¿No te creyó?” Preguntó al aire el capitán. “¿Qué dijiste entonces? No puede ser lo que me has dicho antes.”
“Le… le dije que no lo necesitaba, que no necesitaba su atención, que no necesitaba sus regalos… que no necesitaba presencia…” Respondió avergonzada Alara. “Lo grité con todas mis fuerzas, pero…”
“¿Era todo mentira?” Preguntó con cuidado Lyrian.
“Sí… yo… estaba enojada conmigo, por amarlo, por necesitarlo…” Dijo entre lágrimas Alara.
“Ah… te estabas gritando a ti misma.” Dijo con cuidado Lyrian. “Ahora entiendo.”
Alara se acercó para notar lo lastimado que estaba el capitán.
“Vas a tener que… darle algo, Alara. Si es que te interesa tanto como dices…” Dijo con prestancia Lyrian.
“¿Algo?” Preguntó Alara mientras lo ayudaba a caminar.
“Algo… tú sabes lo que es.” Dijo sonriente el capitán. “Siempre hueles tan bien.”
La jedi levantó con cuidado al capitán para notar que necesitaba recuperarse por un momento. Lo apoyó con cuidado contra una pared.
“Vinieron rápido…” Dijo pensante Lyrian.
“Shin me mandó a rescatarte… Familia primero…” Dijo pensante Alara.
“Creo que te gusta que te de órdenes…” Dijo divertido Lyrian. “Es una de sus frases, no sé si lo sabes, pero cada vez que le han pedido ayuda a abandonado su misión para salvar a sus amigos.”
“Eso he escuchado…” Dijo sonriente Alara. “Es todo un padawan…”
“Voy a intentar no ser una molestia…” Dijo el capitán mientras intentaba caminar. “Esos relámpagos duelen mucho más de lo que esperaba… ¿Así se sintió Shin?”
“Debe haber sido peor… Más poderoso el sith, más agonía pueden imponer en sus técnicas.” Dijo pensante Alara.
“Ah… entiendo.” Dijo pensante Lyrian. “¿No has visto mis blasters?”
Alara revisó el lugar pensando en su padawan.



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En el texto hay: starwars, acción y romance, star wars

Editado: 18.03.2023

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