Separación

6 - Shin - 2

Shin miró de reojo a su maestra, esta viajaba a su lado en el aerodeslizador del Imperio. Lyrian parecía entretenido con la situación, pero él sabía que hablaba solo para ocultar sus nervios.
“¿Cómo te fue con tu tío, Shin?” Preguntó de la nada.
Alara lo miró con sorpresa en sus hermosos ojos marrones.
“Yo sé lo que estás pensando, Alara.” Agregó el capitán. “Le tendí una trampa y lo mandé con un supuesto contacto en la estación espacial de Anaxes.”
“No deberías contactarte con tu familia, Shin.” Dijo con cuidado Alara.
Shin no sabía porque le hablaba así. Sus palabras no iban a poder lastimarlo más de lo que ya lo habían hecho.
“No me reconoció.” Dijo con seriedad el jedi. “Me habló con respeto para luego preguntarme por mí. Solo le dije que estaba bien y que tenía una excelente maestra.”
No sabía porque había agregado eso, pero Alara se sonrojó al escucharlo.
“Supongo que estás irreconocible si te comparo con el muchacho que subió por primera vez al Cóndor…” Dijo divertido Lyrian.
“Supongo que ahora tengo otra familia…” Agregó Shin mientras miraba a su maestra.
“Recuerdo haberte dicho que ibas a encontrar una en Karastros.” Dijo sonriente Alara.
Shin estaba encantando con esa sonrisa.
“Aquí estamos.” Dijo Lyrian mirando por la ventanilla.
Shin saltó del vehículo para contarle todo lo que había pasado a Mirabella y por alguna razón su maestra quería escalar la meseta, así que, sin esperar demasiado, saltó para hacerlo. Alara cruzó su mirada cuando llego a la cima. Por alguna razón parecía nerviosa, cosa que veía poco seguido. Se acercó con mucho cuidado para mirarlo fijamente para volverse a disculpar. Ahora sentía sinceridad en sus palabras, pero eso era peor, ya que lo había abandonado por un año sin razón aparente. Shin se atrevió a preguntar. Parecía que su maestra quería entender algo, pero antes de que pudiera seguir sintió peligro. Algo venía hacia ellos y no sabía que era. Shin tenía dos opciones, salvar a su maestra o salvarse a él mismo. Solo había una opción. Empujó a su maestra por el acantilado deseando que no se lastimara mientras daba un paso al costado. El misil era mucho más rápido que los que había visto antes y explotó antes de tocar al suelo. Estaba diseñado para gente como él. Después de un intenso dolor fue envuelto por la oscuridad.

Shin se despertó en un lugar frío y estéril. Metal y luz blanca. Sus ojos se acostumbraron a la luz lentamente, estaba en una sala de tortura sith. Frente a él había un Guardia Imperial, su roja armadura brillaba pulida. Notó su torso desnudo y una infinidad de marcas en su cuerpo. No sentía ningún dolor y no sabía cuánto tiempo había pasado. Se percató de que estaba libre cuando quiso ponerse de pie. La cama de torturas estaba vertical y pudo sentir el frío del piso en sus pies. El guardia estaba sorprendido y rápidamente intentó atraparlo. Su frente cochó con la de su oponente para luego patearlo con todas sus fuerzas. El guardia golpeo la puerta para que se abriera detrás de él. Shin ya tenía una ruta de escapatoria. La Fuerza mandó a volar al guardia con una patada, que terminó revolcándose en el ancho pasillo que había detrás de ellos. Cuando iba a salir un hombre se detuvo frente a él, su piel era pálida y llevaba una túnica negra. Tenía su sable en la mano y sus ojos brillaban en un intenso naranja. Su cuerpo le dijo que estaba en peligro, pero no tenía ninguna oportunidad de escapar. Era la primera vez que le pasaba, así que decidió enfrentarse al sith. Este solo levantó la mano para ahorcarlo en el aire. Hace mucho que no se sentía tan indefenso como ahora, la diferencia entre ellos era abismal y esta vez la Fuerza no vino a rescatarlo. Lo arrojó contra la cama en la distancia para luego hacer un gesto con su mano y atraparlo en ella.
“Me gusta esa actitud, jedi.” Dijo sonriente el sith. “Kramman, lo quiero en mi oficina. Ileso.”
El sith tenía una suave voz, pero sus palabras eran pesadas. El guardia se puso de pie de un salto para mirarlo lleno de ira.
“Enseguida, milord.” Dijo con seriedad el guardia.
Shin solo recibió un golpe en las costillas para luego ser guiado por los fríos pasillos de la instalación. No tenía idea de donde estaba, pero se percató de una profunda oscuridad en el lugar. Recorrió los pasillos pensando en su maestra, deseando que estuviera ilesa. Los Imperiales lo miraban con desdén y los siths con curiosidad. Nunca había visto más de dos siths al mismo tiempo, pero en el recorrido hasta la oficina había visto más de una docena. La oficina tenía un gigantesco ventanal que estaba cerrado en estos momentos. El sith hizo un gesto con su mano sin mirarlos para que el guardia desate sus manos y se lleve las esposas. Shin notó su sable en el escritorio que había entre ellos.
“Yo sé lo que estás pensando, jedi.” Dijo divertido el sith mientras se giraba para mirarlo. “Esa elección lleva a tu muerte.” Agregó mientras lo invitaba a acercase. “Me presento, Dark Lord Tharan Dusk.” Terminó con una reverencia.
Shin no sabía que estaba pasando, pero todo su cuerpo seguía diciéndole que estaba en peligro.
“Shin…” Dijo con cuidado.
“Poco me importa tu nombre, jedi.” Dijo sonriente el sith mientras acercaba una silla con su telequinesis. “Supongo que ya sabrás todo sobre nosotros…” Agregó mientras se sentaba.
“¿Por qué estoy vivo?” Preguntó sin cuidado Shin.
“Ah, cada vez me gustas más.” Dijo divertido Tharan. “Capricho, sería la razón. Quería conocer a la espina en mi espalda… Has arruinado alguno de mis planes y si te dejaba en las garras de Tudra no ibas a sobrevivir para hablar conmigo.”
Shin no podía leer nada en la cara del sith.
“¿Qué pasa, jedi?” Preguntó divertido. “No van a rescatarte, si eso es lo que estás pensando.”
“Van a encontrarme…” Dijo con seguridad Shin.
Tharan se levantó para tocar el activador de su ventanal. Una anaranjada luz entró por el ventanal. Shin se puso de pie para ver unas extensas ruinas, frente a él había una estatua de lo que parecía ser un jedi o un sith. Un obelisco partido al medio estaba frente a ellos. Las estatuas se repetían en la distancia.
“Tenemos una hermosa vista aquí en Korriban.” Dijo divertido Tharan.
Shin ahora entendía la oscuridad y el frío que estaba sintiendo. Caminó hasta el sith para ver la vista, el atardecer estaba pintando todo de tonos naranjas y podía ver gente trabajando en el valle. Este era el famoso Valle de los Dark Lords.
“Bienvenido a Korriban, jedi. Todavía no sé si este es tu primer paso o el último.” Dijo sonriente mientras se giraba a mirarlo. “¿Crees que tus amigos van a venir hasta aquí a salvarte?”
“Estoy seguro…” Dijo con seriedad Shin.
“Ah, esperanza… Pocas sensaciones son tan inútiles.” Dijo divertido Tharan mientras miraba de cerca a Shin. “¿Has abandonado la Fuerza, jedi?” Preguntó confundido.
Shin solo sostuvo su mirada.
“Ah, eres ese jedi entonces. Rohus me habló de ti, tuvo una visión sobre tu… conexión con la Fuerza.” Dijo sonriente Tharan mientras lo miraba de cerca. “No pareces lo suficientemente poderoso como para haber dejado a Rohus en ese estado, pero…”
Shin estaba pensando en atacar a su oponente, pero todo su cuerpo sabía que sería la muerte.
“Ah, debes estar sintiendo la presión de mi presencia.” Dijo divertido el sith. “¿Quieres algo para tomar?”
Shin solo lo miró en silencio.
“¿Nada?” Preguntó divertido mientras se servía algo en un vaso de cristal repleto de hielo. “Esta es la situación, jedi. Tus supuestos amigos ya se olvidaron de ti, como hacen con todos los… caídos.” Terminó tomando un sorbo de su vaso.
“Dudo mucho que eso pase.” Dijo con seriedad Shin.
“Supongo que necesitas evidencia…” Dijo divertido Tharan mientras tocaba un botón en su escritorio.
Un holograma de su maestra estaba parada frente a una pira. Tenía las manos apoyadas en su vientre.
“Hasta siempre, padawan.” Dijo Alara para que la imagen termine.
“Me dijeron que ha sido una ceremonia encantadora.” Dijo divertido Tharan. “Como notarás no necesito nada de ti, ustedes son demasiado inocentes como para poder ocultarnos algo. Mis espías me dicen que no solo se han olvidado de ti, sino que tu maestra ya tiene una nueva aprendiz.” Agregó mientras tocaba un botón.
El holograma era su maestra y una pequeña niña, una voz, la de Syo, hablaba de fondo.
“Esta es Tori, Alara. Es tu nueva aprendiz.” Decía el maestro.
“Hola.” Dijo contenta la pequeña.
Alara la miraba fijamente.
“Desde hoy serás conocida como Maestra, Alara. No lo olvides.” Terminó Syo para que desaparezca la imagen.
“No lo había escuchado todavía, parece que tu muerte valió una promoción para tu maestra.” Dijo divertido Tharan. “Voy a suponer que te han dicho que eran una familia… Hipócritas, las familias necesitan la pasión que ellos tanto niegan.” Agregó mientras lo enfrentaba.
Shin estaba pensando en lo que había visto.
“Solo pasaron dos semanas, jedi. La razón por la cual estás de pie enfrente de mí es porque sobreviviste a ese misil.” Dijo divertido Tharan. “Dos semanas y ya estás muerto, ya estás enterrado.”
Shin estaba contento por haber salvado a su maestra.
“¿Qué piensas, jedi? ¿Qué salvaste a tu maestra?” Preguntó divertido el sith. “Me imagino que ha sido una hazaña, pero ella ya se olvidó de ti y está siguiendo con su vida. Estoy seguro que sabes de nosotros, o por lo menos, sabes lo que dicen de nosotros. Que somos monstruos hambrientos de poder… Esa parte es cierta, lo demás, deberías juzgarlo con tus propios ojos.” Agregó mientras se sentaba y le daba la espalda. “Pertenezco a una… agrupación dentro de la Orden. Nos jactamos de ser la nueva era del Imperio. Queremos aprender del pasado y proteger nuestra verdadera familia con nuestras propias manos. Supongo que sabrás todo acerca de la Guerra Civil. Los Siths que atacaron a la República sabían algo que nosotros no, algo que los obligó a conquistarlos sin destruirlos y eso es lo que nos ha motivado a unirnos. No somos perfectos, pero queremos que el Imperio sea un gran lugar para vivir.”
“¿Alguien se cree estas patrañas?” Preguntó con seriedad Shin.
Tharan sonrió divertido.
“Me encanta esa actitud, jedi. Ya eres más parecido a nosotros de lo que crees. No creemos en eso de la superioridad humana, para empezar. Es algo que los Sith siempre hemos sabido, el poder no tiene forma ni especie. Esa es una de las cosas que queremos cambiar, creemos en un Imperio que tiene un lugar para cada uno de sus ciudadanos.” Dijo mientras se giraba para mirarlo. “Su Orden y la República ignoran el peligro que viene. Estoy seguro que ustedes nos culpan a nosotros de sus visiones proféticas de destrucción, pero… nosotros también las tenemos. Nosotros ya sabíamos que hay algo más en esta galaxia que nos quiere bajo su bota.”
“¿Por qué me estás diciendo esto?” Preguntó con seriedad Shin.
“Rohus decía que eras un peligro para Imperio.” Dijo con seriedad Tharan. “Yo quiero que seas nuestra arma más poderosa, esa habilidad que tienes es irrelevante, más que nada porque no es confiable. Supongo que has estado pensando en eso ahora mismo… ¿Dónde está la Fuerza para salvarme ahora? La Fuerza es así, lo que un día te da, otro te lo saca. Por eso siempre caen, jedi, porque confían sus vidas a ella como si tuviera un plan para ustedes. Nosotros tomamos lo que queremos de la Fuerza y aunque todos te lo nieguen, esa es la única diferencia entre nosotros.”
“¿Quieres que sea un sith?” Preguntó asombrado Shin.
El jedi estaba confundido, especialmente desanimado con el hecho de que ya se hayan olvidado de él.
“Muchos aquí van a decir que eres solo un caído, pero… yo puedo decirte en estos momentos que vas a ser uno de nosotros.” Dijo sonriente Tharan. “El Imperio puede darte la familia que tanto quieres, Shin.” Terminó de pronto.
Shin miró su sable en el escritorio sintiendo el terror que emanaba de ese sith, sabiendo que ya nadie lo recordaba y sabiendo que no podía derrotarlo.
“Supongo que la muerte es tentadora en estos momentos…” Dijo divertido Tharan. “Podría convertirte de la otra manera, Shin, pero no creo que pueda sacarte todo tu potencial de esa manera. El hecho que estés parado frente a mí y que la Fuerza te oculte de mis sentidos es formidable. Es algo que vamos a usar en nombre del Imperio y para elevarte en nuestra organización.” Agregó mientras se acercaba a él. “Hace poco éramos un montón de solitarios siths desparramados por la galaxia. Ahora somos la fuerza militar más poderosa de la historia. ¿Quieres saber cómo lo logramos? Aprendimos a cooperar entre nosotros. La Regla de Dos se esfumó y empezamos a notar la importancia del Imperio en la galaxia. Nunca he tenido un aprendiz y quiero que seas el primero.”
La mano de Tharan se acercó hacia él con mucho cuidado.
“Ya nadie te espera en el templo, Shin…”
Shin apretó la mano de Tharan rindiéndose ante la evidencia. Ahora tenía que sobrevivir en el Imperio, en la Orden Sith.



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Editado: 18.03.2023

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