Se pierde su mirada: por el suelo; a lo lejos; por doquiera vaga. Y lo que siento no lo sé con exactitud, no se si es tristeza o desesperanza. Más quisiera retenerla, guiarla.
Su identidad sigue siendo la misma: su nombre; su cara. Pero por qué la siento tan distinta cuando me responde; por qué ya no me sonría al saludarla.
Sus palabras se han vuelto extrañas; inexactas. Salen por montones. Pero no dicen nada. ¿En dónde se perdieron los consejos? ¿En dónde los regaños? Quisiera encontrarlos.