Ser Madre

Capitulo 46

Beatriz León:

Pasamos una tarde divertida, no sabía que el señor Humberto fuera Beatriz León:

Alguien tan agradable, sin ínfulas de que todo me apesta, yo soy la última coca cola del desierto, la vez que emigramos aquí nos encontramos con algunos abogados todos creídos.

La señora Juez en cambio es alguien más tímida, pero aun así ella es alguien con quien se puede entablar una conversación, sin temor a que te ignore, pero aun así se ve una persona muy triste, en su mirada uno puede observar un gran dolor con el que carga.

Ahí es cuando veo lo afortunada que soy, tengo un hombre que me ama y un hijo que me adora, podemos ser muy pobres pero somos felices.

En cambio la Juez Marina, es una mujer elegante y muy bella, que trabaja en lo que le gusta, y según se está casada no se le ve una gota de felicidad, me imagino que es por el esposo que tiene, escuche por casualidad cuando la llamo, y ella se puso toda nerviosa, le teme pero no lo ama.

Los miro y me doy cuenta que don Humberto se siente atraído por ella, inclusive ella se ve contenta junto al él, pero siempre guardando la distancia, pero como decía mi madre, yo no soy tonta ¡se gustan! Claro está ella está casada y no pueden estar juntos.

¡Así es el amor! No se puede ocultar, brilla aun en la oscuridad, siempre se podrá apreciar aunque nos obliguemos a ocultarlo.

-Fue una tarde muy agradable, pero tengo que llevar a esta noble dama a su castillo, sino el dragón que lo cuida nos quema vivos.

-Te estas escuchando Humberto, las cosas que dices, cualquiera pensaría que yo vivo con un monstruo.

-Por fuera no, pero que me dices en su interior.

-Lo dicho solo hablas sandeces, y que no te escuche decirle así, no solo tendrás problemas tú, sino yo.

-Es a lo que me refiero Marina, uno debe respetar y amar a su pareja no temerle.

-No es temor es prudencia.

-¡Te hago que te creo! Para que no te enojes.

-¡Eres incorregible! No digo más.

-¡No te enojes! Está bien, ya no hablo mal de él, pero eso no significa que no lo piense.

-Lo puedes pensar pero no decirlo, cualquiera puede escuchar y decirle algo, ese es el problema, cuando lo piensas eres libre de hacerlo pero cuando lo expresas, debes responsabilizarte de tus palabras.

-¡Lo sé! Pero me enoja verte así, te estas consumiendo pareces una sombra de la mujer que conocí.

-No sigas por favor, los Santana pueden escucharte, y mal interpretar nuestra relación.

-¡Qué mal interpretar! Aquí no hay nada que mal interpretar, ¡tú me gustas mucho! Eso es todo.

-¡Hay, no sé qué voy hacer contigo! ¿Quieres que te maten o hagan daño a tu familia? ¡No me entiendes! Él es peligroso.

-Entonces no estoy lejos de la verdad, le temes pero no le amas, entonces tengo una oportunidad contigo.

-¡Hay Dios! Tú no me escuchas verdad.

-Solo lo relevante, que no le amas, y eso me da esperanza de que te divorcies de él, y me des una oportunidad a mí.

Yo estoy parando la oreja, para escuchar a la pareja, que está en mi sala conversando de sus sentimientos, se ven tan bien, que uno diría porque no están juntos.

En eso la señora Marina se levanta, y me pregunta ¿dónde está el baño?, le señalo la dirección, y le digo que si quiere la acompaño.

-No gracias voy sola, pero le agradezco mucho.

Miro como don Humberto, la observa hasta que se pierde de su visión, después regresa la mirada a Emilio, que le está enseñando un dibujo, que hizo de la Juez.

-¡Oye que bonito! Tomaste su mejor ángulo, ¿Cuánto quieres por él? Te lo compro.

-Tante, ¿tenes como pagal?.

-Dame un precio amigo, por esta obra pago.

-Ben, toma te la legalo, cuilala.

-¿Cómo así? No que la vendías.

-Me agadas mucho.

-El aprecio es mutuo, igual cuando sea navidad, te regalare un lego, que te parece mi idea.

-Me agada.

-Es un trato, y como sabes el trato de un hombre, nunca será deshecho.

-soy niño, no hombre.

-Lo dicho me agradas.

Ambos sonríen y siguen conversando de lo más animados, cuando de pronto suena mi teléfono, y veo de quien se trata, ya no puedo seguir dándole largas, y contestarle a mi adorada suegra.

Si dígame, ya le paso a Julio.

-Mira estúpida, si te llamo a ti, si quisiera conversar con mi hijo, lo llamaría a él, -no sé de donde me salió tanto valor y coloque el teléfono en alta voz, quería desenmascarar a la vieja bruja de una buena vez.

Si no quiere hablar con él, entonces que me quiere decir a mí.

-A ti, solo te quiero aclarar, que si estas con mi hijo es porque yo lo quiero así, solo con el tronar de mis dedos mi hijo te deja botada en la calle, que es el lugar donde perteneces.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.