Grace.
—Por Dios —exclama mi madre con lágrimas en los ojos—. Es hermoso.
Sin duda, para ella es lo más hermoso que ha visto. Siempre soñó con la boda perfecta y estaba por realizar ese sueño a través de su hija.
—Este es perfecto —dice Sulma, mi mejor amiga—. No hay dudas, ¿para qué seguir buscando? Éste es.
Aplaude despacio y me mira con profunda admiración, creo que lo hace más por lo que está cansada y no porque ESTE sea el vestido.
En cuanto a mí, pues no es el vestido que esperaba, es decir, quiero uno que me quite la respiración y me haga romper en llanto en cuánto me lo vea puesto, pero creo que este vestido está bonito y sí me imagino caminando al altar usándolo.
—Bien —dice Nancy, mi wedding planner—. Escuchemos a la novia.
Es mi turno de hablar.
—Bueno… —comienzo—. Está bonito, pero la parte del escote no me convence mucho, podría ser un poco más tapado…
—¿Escote? Así está perfecto —interrumpe mi madre—. Es más, te dije que no comieras mucho este mes. Mira, el escote se ve un poco vulgar porque por este lado te sale un poco de piel, pero yo digo que hasta mayo sí logras bajar y te quedará divino.
—Tienes razón, Rebe —Sulma se integra a la conversación—. Te dije para ir al gimnasio juntas pero te rehúsas.
—Porque no me gusta —digo despacio. Admito que soy una perezosa y que quizás engordé unos cuantos kilos en el último año, pero tampoco es para tanto—. Además, si adelgazo la parte de la cintura quedará más suelta y no me gusta.
—Lo podemos ajustar —nos interrumpe la modista, creo que ha estado viendo la escena desde el inicio.
—No se vería bien —digo entre dientes.
En definitiva este no es el vestido. Solo quiero que esto de la búsqueda ya acabe, si fuera por mí pediría un vestido por Shein y sé que a Gabriel le encantaría, a él le gusta verme feliz y siempre me ve guapa así esté vestida con una bolsa de plástico.
Gabriel.
Solo quiero casarme, me emociona tanto y estoy tan feliz, que pensar en el vestido es lo de menos. Dentro de dos meses, por fin seré una mujer casada, y mucho mejor, seré la esposa de Gabriel. No recuerdo la última vez que estuve tan feliz, pero sé que cualquiera que haya sido ese momento, Gabriel estuvo en él. Llevamos siete años juntos, es mucho tiempo de novios, pero casi nada para los años que nos faltan juntos.
No cabe la felicidad en mi pecho.
—Creo que veremos otro vestido —digo al final.
Nancy tiene el modelo de vestido que quiero, creo que después de estar dos semanas buscando el que sea perfecto, ya tenemos que encontrar alguno que me haga estallar de alegría y tengan que llamar a urgencias porque me desmayé.