Será porque te odio

1. Allanamiento de morada

Solía pensar que era el personaje secundario que se volvía tan importante para la trama que terminaba siendo principal, pero caí en cuenta de que siempre estaré de segundo mientras siga intentando ayudar a mi amiga a conquistar a quien a ella le gusta, sin recibir auxilio de su parte cuando yo lo requiero.

Diría mejor amiga pero la chica de anteojos y pelo rizado que me observa fijamente del otro lado de la calle, me hace aclarar mi pensamiento. Y he comenzado a considerar el hecho de que ella puede leerlos.

—¿Por qué la estás mirando así? —pregunta Katy, mi amiga enamorada.

—¿Cómo sabe que íbamos a estar aquí? —pregunto de vuelta.

—¡Tonto! —se echa a reír— Obvio yo la invite. Ustedes dos son mis celestinas, como ángeles custodios —intenta explicar.

—Los ángeles custodios siempre vienen en pares —Lisa ya esta frente a nosotros diciendo eso.

Ruedo los ojos y volteo a mirar la enorme verja que se cierne frente a nosotros.

—No vamos a escalar eso, es mas fácil el muro —explica Katy.

—Es más fácil no ser unos acosadores y darle el obsequio en el colegio —me quejo, mirándola de reojo.

—Quiero ser la primera en darle el obsequio de cumpleaños.

Su lógica es estúpida, si en esa mansión es difícil que viva él solo.

—No creo que seas la primera pero tampoco quiero matar tu esperanza —dice Lisa, cubriendo su boca al caer en cuenta de que hablo en voz alta.

—Que bueno que yo si me guarde mis pensamientos —me burlo.

—Y por esa razón eres el elegido —la voz de Katy suena misteriosa.

—Esa palabras trae a mi mente muchas películas de terror y ninguna tiene un final bonito —agrego.

Es el turno de Lisa de burlarse.

—Creí que sería con piedra, papel o tijeras —me quejo.

—Bueno, las cosas no siempre suceden como uno las planea —comenta Lisa.

—Es muy profundo como para que tú cerebro pudiera procesarlo, por lo cual es obvio que tuviste que memorizar lo de camino y buscabas el momento perfecto para usarlo —su cara me dice todo.

Y nada suena agradable.

—Dejémonos de tonterías y vamos a la acción —interrumpe Katy nuestro juego de miradas insultantes—. El muro no es alto y por eso traje una escalera —señala detrás de ella.

—Si ya tenías todo calculado, bien podías hacerlo sola —dice Lisa, caminando detrás de Katy.

Ambas comienzan a organizar la escalera en el muro para que quede lo más cerca posible del borde.

—Es obvio que las personas encargadas de las cámaras nos están viendo y nos esperan dentro con armas paralizantes —mi voz suena temblorosa.

—No, es solo un señor anciano y ya me había comunicado con él ayer. Tenemos su autorización —aclara Katy.

—Eso suena a propuesta de matrimonio —agrega Lisa.

De repente tengo ganas de salir corriendo y dejarlas solas en su locura. ¿Acaso ese señor no podía abrirnos la puerta y dejarnos entrar como personas normales?

—Sube rápido —ordena la enamorada.

—¿Por qué yo? —me quejo de nuevo.

—Eres más atlético que nosotras —explica Lisa.

—Solo porque prefiera caminar hasta mi casa en lugar de viajar en el autobús no me hace atlético, me hace tacaño —gruño molesto.

—Por lo menos lo admites, pronto habrá un episodio en TLC sobre tu situación económica —se burla lisa.

—Subiré rápido solo para no tener que escucharte más.

Comienzo a moverme con rapidez, escuchando sus risas mientras sostienen la escalera con una fuerza que deja mucho que desear. La verdad me veo más tirado en el pasto debajo de nosotros, que arriba en el muro; listo para realizar allanamiento a una casa que no había visto ni en mis más millonarios sueños.

—¡Vamos! ¡Tu puedes! ¡Ya casi estás allí! ¡Salta y ya estúpido!

No necesito ni reconocer la voz para saber que las palabras de “motivación” al final son de Lisa. Si caigo, espero hacerlo encima de ella.

—Creo que voy a vomitar y lo haré hacia este lado —me inclino con brusquedad hacia ellas.

—¡No! —gritan ambas con asco.

Estoy sentado en el muro, con un pie dentro de la mansión y el otro donde está la libertad y el camino hacia la casa de la cual no debí salir en primer lugar.

—¡Espera! —grita Katy con mucha fuerza.

Casi me caigo del susto pero logro reponerme y les miró con una amplia sonrisa en mi rostro.

—¿Misión cancelada? —pregunto.

—¡Obvio no! —mi sonrisa decae— Olvide darte el regalo, sino entonces para qué entrarías —dice Katy con obviedad.

Lisa se ríe de mi cara pero se acaba su diversión cuando la enamorada le indica que es ella quién debe subir y entregármelo. Ahora es mi turno de reír.

—¡En serio son mis ángeles custodios! ¡Los amo!

Tengo la mala suerte de erizarme como gato cuando lisa ya está lo suficiente cerca como para notarlo. Se echa a reír a medias porque la altura la tiene temblando un poco. Me estiró para quitarle el paquete de la mano y evitar que siga subiendo más o va a contagiarme su miedo.

Me agradece halando mi pie y casi siento que mi espíritu se eleva al cielo en ese micro segundo.

—¡Estúpida! —su risa es más sonora porque sus pies ya están tocando el pasto.

Ojalá tuviera algo para lanzarle en el rostro.

Arrojó el regalo hacia el lado del allanamiento y me acerco un poco para tomar la escalera que ya las chicas están alzando en mi dirección.

Estoy comenzando a considerarme atlético por la rapidez con la que muevo la escalera hacia el lado contrario y la dejo caer en la posición perfecta para poder comenzar a descender.

Hago un leve saludo militar a las 2 buenas para nada que me han obligado a esto y comienzo a bajar con delicadeza y temor. Casi puedo escuchar a mi corazón latir con fuerza como si tuviera un estetoscopio para oírlo.

En cuanto mis pies tocan la grama dentro del muro, me permito respirar profundo repetidas veces. Creo que este es un nuevo paso hacia un camino de violencia y persecución. Todo para ayudar a una amiga que se enamora cada media hora de alguien nuevo.




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