Será porque te odio

16. Fiesta en la piscina

—Bueno, henos aquí, en dónde debíamos estar desde temprano pero lo importante igual es no faltar —Alex parece estar recitando un pasaje de la biblia.

—Deja de hacer y decir ridiculeces. Suficiente tendré con lo que me tocará ver y escuchar cuando esté allí dentro —refunfuño.

Estamos en el vehículo de nuestro amigo millonario, con su chófer/guardaespaldas, quién parece ser el único autorizado para conducir el automóvil. Me pregunto si Eric siquiera sabrá encenderlo, a pesar de que se supone que es suyo, con papeles y todo incluido.

—Vamos —la voz del millonario se hace oír.

Alex no necesita que le repitan dos veces lo mismo, por lo cual salta del asiento trasero de forma desordenada y salvaje, como si lo hubiéramos tenido encerrado en contra de su voluntad. Eric le sigue, bajando de forma muy civilizada. Solo quedo yo en el vehículo, en el lado del copiloto, con la mirada del señor Rodríguez puesta en mí.

—¿Cree que deba ir? —pregunto en voz baja.

Niega levemente con la cabeza y sonrío.

—¡Baja ya! —mi primo abre la puerta y me hala del hombro. Tengo que batallar para quitarme el cinturón, mientras estoy siendo movido por él constantemente.

—Preferiría quedarme con el señor Rodríguez —me quejo en cuanto mis pies tocan el suelo.

—No nos importa lo que tú prefieras. Vinimos los tres juntos y los tres juntos entraremos a esa fiesta de piscina aunque tenga que arrastrarte —gruñe molesto.

Parpadeo repetidas veces y no, no estoy viendo mal esa vena en su frente que parece a punto de estallar.

—Vamos —repite el millonario la única palabra que ha dicho desde que salimos de casa.

En la puerta de entrada ya se encuentra un sonriente chico rubio con un vaso en la mano. No tengo que adivinar que es el organizador de la fiesta y dueño de la casa, ya que casi salta a besar a Eric en cuanto esté se detiene en frente de él.

—¡Amigo! ¡En serio me sorprende que vinieras! —exclama con demasiada emoción.

—Traje a dos amigos, espero que no te moleste —comenta Eric calmado.

—¡Por supuesto que no! ¡Todos son bienvenidos! ¡Pasen! —su exagerada hospitalidad me incómoda.

¿Todos son bienvenidos? Si, claro. Solo hace falta dar un vistazo rápido para saber quiénes si son bienvenidos acá.

—¡Muchas gracias amigo! —Alex está tan entusiasmado que no nota que el chico casi se vio forzado a hablar así.

Creo que lo último que este esperaba era que su compañero de estudio sumamente popular llegará con un chico introvertido que solo tiene dos amigas en la universidad y eso porque tuve mucha suerte.

De Alex diría algo pero tiene un aura de chico popular que cualquiera podría leer solo con mirarlo una vez, lo único es que viene de una universidad distinta y muchos acá quizás nunca lo hayan visto. Aunque resulta más triste para mí, dado que sí estudio en la misma universidad y quizás hasta haya coincidido con muchos de ellos.

Aunque mi memoria tampoco es muy buena con los rostros.

Quedo muy impresionado por el amplio espacio que se abre ante nosotros. No había prestado la atención necesaria apenas entramos pero ya que los otros tres individuos junto a mi han comenzado a hablar sobre cosas que ni siquiera me he tomado el tiempo de escuchar, me permito ampliar la vista por todo el salón.

Hay mucha más gente de la que podría haber pensado y se puede ver cómo desde el otro lado del salón se extiende un pasillo que culmina en dos amplias puestas de cristal que se encuentran abiertas y por la cual entra y sale gente como si se tratara de un desfile. Y no hace falta ser muy inteligente para descubrir que allí se encuentra la piscina.

—Cuando quieras irte, solo tienes que decirlo —me sobresalto cuando la voz de Eric se escucha muy cerca de mi oído.

Volteo a mirarlo con una leve sonrisa.

—Estoy bien por ahora —digo.

Creo que estoy haciendo esto más por mi madre, que la verdad necesita un descanso de nosotros en casa, y un poco quizá por mi primo que tengo entendido lleva mucho tiempo sin ir a una fiesta de ningún tipo por estar compartiendo sus fines de semana conmigo.

Me siento un poco culpable.

—Bueno, pero no olvides que puedes decírmelo. Sin ningún tipo de problema —insiste, observándome fijo.

Siento que está intentando leer mi mente por la intensidad con la cual su mirada está puesta en mi. Trato, solo por si acaso, de no pensar en lo mucho que preferiría estar en cualquier otro lugar antes que en este.

—¡Eric! ¡Tu definitivamente cada día amaneces más atractivo! ¡Estoy asombrada!

Gracias al cielo la voz de una chica, muy exaltada, atrapa la atención del millonario y puedo sentir que el oxigeno entra de nuevo a mis pulmones.

—¿Cómo estás? —la voz de Eric deja en claro que no tiene ni idea de quién es.

Mi primo se ha volteado enseguida y fija su vista en las dos chicas que acompañan a la "conocida" del millonario.

—Estupenda, pero no hace falta siquiera que te pregunté a ti lo mismo, solo necesito mirarte —dice con una sonrisa.

El coqueteo no es para mí, por lo que comienzo a sentirme incómodo al tener que presenciarlo.

—¿Por qué no vamos a bailar chicos? —habla una de las compañeras de la chica.

Sus miradas se dirigen hacia el lado izquierdo de mi, ignorando por completo que estoy parado como estatua, prácticamente, frente a ellas. Pero no es algo que logré sorprenderme mucho, la verdad.

—No creo que...

—Vamos Eric, a mi primo no le gusta bailar así que no hay problema —Alex corta las palabras del millonario.

Ambos fijan su mirada en mi. Asiento bruscamente, deseando que se vayan rápido antes de que yo mismo los empujé hacia el centro de la sala.

—¿Estás seguro? —Eric parece preocupado.

—Me sentaré por acá —señalo un sofá que está vacío cerca de la puerta de entrada. Aunque al fijamente bien hay un montón de sofás individuales alrededor de todo el espacio que funciona como pista de baile.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.