Será porque te odio

17. Discusiones

—¿Qué dijo Liam para que reaccionarias de esa forma? —me pregunta Eric.

Los tres estamos sentados en un parque que queda cerca de donde, hace no mucho tiempo, había una "increíble" fiesta de piscina que tal parece arruine por completo. Creí que las peleas eran como una especie de diversión adicional y no la razón para echar a todos de la casa porque se rompió una mesa. Tengo que ser sincero y admitir que no me di cuenta de cuándo paso eso.

En mi defensa tampoco podía prestar mucha atención a esos detalles o hubiera terminado pero de lo que estoy ahora.

—Nada que quiera repetir —respondo.

Alex no ha pronunciado ni una palabra desde que me ayudo a levantar del suelo y fui expulsado con un gran regaño como si fuera un niño. Y la verdad es que así me sentí.

—Muchas cosas es mejor hablarlas —insiste.

Respiro profundo y exhaló con calma.

—Pues esto no, Eric —digo con tono serio.

—¿Por qué eres así? Sé que lo que sucedió serás capaz de contárselo a todos los demás pero jamás a mí —se queja— ¿Nunca vas a considerarme un amigo?

Repito el proceso anterior una tres veces seguidas.

—Chicos —luego de un tiempo Alex logra murmurar esa palabra.

—¿Sabes qué Eric? Estoy muy agotado y no, no es solo de ti haciendo la misma pregunta —digo—. Acabo de verme envuelto en una pelea y no fue actuada ni nos tratamos con delicadeza.

Me levanto del pasto para quedar de pie frente a él.

—¿De verdad quieres escuchar la respuesta? —le cuestiono con molestia, siento que aún tengo la furia atorada en el pecho.

—Si no fuera así, ni siquiera habría formulado la pregunta —replica.

—No, no quiero ser amigo del señor perfecto que me recuerda diariamente que él es la definición de todo lo que mi padre deseaba en su hijo —mascullo—. Es obvio que no soporto pensar en su reacción si te hubiera conocido y en las horribles comparaciones que habría hecho y, que aún sin estar, yo igual me las hago a mi mismo.

—¿Cuándo vas a soltar el pasado y dejar de culpar a personas que no tienen nada que ver con ellos? —Eric se coloca de pie, su expresión es de molestia.

—Cuando dejes de estar parado frente a mi, pretendiendo que en algún momento vamos a ser mejores amigos.

El silencio que le sigue a mis palabras es tan pesado que incluso Alex ha tenido que ponerse de pie y nos observa a ambos con temor.

—Siempre logras sorprenderme —dice en voz baja.

—Eric —Alex y su escasa pronunciación de palabras.

—Creo que ha quedado muy claro que nadie puede ayudarte con tus problemas, por más que queramos. Todo debes hacerlo tú solo —su mirada no se despega de la mía.

—Claro, como ya tienes a todos mis amigos en la palma de la mano no me sorprendería que lograrás que estos me ignoraran para mostrar tu punto —digo.

—¡En serio eres increíble! —me sobresalto ante su grito— ¿¡Realmente piensas que tengo un plan para dejarte solo y sin amigos!? ¿¡Es esa mierda sin sentido lo que has estado creyendo todo este tiempo y nunca has tenido los cojones para hablarlo directamente conmigo!?

No puedo evitar sorprenderme al verlo tan exaltado. Alex da dos pasos hacia atrás como precaución.

—¿Tu crees que eso me quita el sueño Eric? ¡Pues no! —exclamo—. Te miro y solo puedo pensar en que eres el hijo que mi padre siempre quiso y murió sin tener: jugador de baloncesto, fútbol, hockey sobre hielo, con buena voz para el canto, excelente estudiante, popular con las chicas, capitán, líder innato, sociable...

—Por favor chicos, no sigan con esto —Alex corta mi larga lista de cualidades. Luce consternado por nosotros.

—Tengo una lista que puede llenar tres hojas completas —comento, mirando en dirección a Alex.

Le observo negar levemente con la cabeza.

—¿Quieres saber qué sí me quita el sueño a mí? —hace una pregunta retorica—. El hecho de que, aún con lo que me estás diciendo, sigues sin soltar todo lo que has guardado por tanto tiempo. No niego que amas a tu padre y que lo extrañas igual, pero tampoco descartó el hecho de que su ausencia es un peso que deberías dejar de cargar y comenzar a valorar más a quienes te aman como eres y nunca querrían cambiarte.

Sus palabras forman un nudo en mi garganta que hace imposible el poder responderle algo sarcástico.

—Chicos creo que ya se han dicho suficiente el uno al otro. Por favor, solo volvamos a casa, ¿Si? —Alex suena muy desesperado.

—Vamos —es lo único que pronuncia Eric, para luego encaminarse hacia el vehículo con pasos lentos pero seguros.

—No puedo creer que dejarán que ese chico los empujara a esta situación —comenta Alex en voz baja, solo para mí.

Niego con la cabeza, riendo en voz baja sin una pizca de diversión en esa acción.

Ambos subimos a la parte trasera del vehículo, ya que Eric tomo el asiento del copiloto. De todas formas si no fuera porque Alex prácticamente me arrastró del brazo, creo que hubiera preferido mil veces irme caminando aún sin tener ni la mínima idea de cómo llegar a mi casa.

El silencio y la incomodidad en el vehículo es tan palpable que creo que podría hacer con ambos una escultura del tamaño de la torre Eiffel. Ni siquiera el hecho de que el señor Rodríguez haya colocado música antigua con ritmo bailable, logra cambiar la atmósfera en la que nos encontramos envueltos todos.

Mi mente sigue dado vueltas en torno a las palabras de Eric y aún no puedo encontrar la respuesta a lo último que dijo, porque muy en el fondo sé que de decir algo va a sonar como una vil mentira y creo que ya me he estado engañando a mi mismo lo suficiente.

El camino de vuelta a cada se siente el doble de largo de lo que fue cuando recién nos dirigíamos a la fiesta. Eric ni siquiera ha volteado la mirada hacia nuestra dirección, el señor Rodríguez parece preocupado y Alex está con los ojos cerrados y su cabeza reposando en el respaldo del asiento. Intento entretenerme observando por la ventana como todo se mueve con rapidez a medida que avanzamos por la carretera pero mi cabeza no tiene descanso al atacar con imágenes y voces todo lo que ha ocurrido en solo unas pocas horas.




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