Será porque te odio

19. Amigas

—Dijiste que solo iba a tomarte mediodía lo que tenías por hacer —reclama Lisa, tomando asiento frente a mí.

—¿Y tú almuerzo? —pregunto como distracción.

—Sabes que soy mucho más lista que tú —replica, rodando los ojos.

—Termine antes del mediodía, mucho antes —respondo, evitando mirarla a los ojos—. Pero quería y necesitaba ir a casa a descansar y dormir.

—¡Eres un vago! —Katy llega con dos bandejas de comida.

—Aquí está tu respuesta —Lisa señala la bandeja que deposita la pelirroja en la mesa.

—Creí que ibas a esperar a las vacaciones para hacer tu cambio de look —le digo a Katy.

Se ríe tontamente, pasando sus manos por toda la extensión de su cabello con suavidad. Parece estar protagonizando el comercial de alguna marca de champú o tinte.

—Bueno, quería sorprenderlos —dice.

—Si, claro —dice la rizada—. A nosotros —culmina con sarcasmo.

—Ay por favor, ya está es la última semana y siento que apenas comiencen las vacaciones no voy a tener tiempo para peluquerías, ni para ustedes —se echa a reír.

Le observo confundido.

—¡Es broma! —dice enseguida, alzando ambas manos.

—Bueno, como sea, está no es la última semana. Tenemos que venir la siguiente —le corrijo.

—Esa semana es solo para ordenar, despedirse de los que no volverán, ver películas y los actos que ensayaron por todo un año —enumera Lisa con aburrimiento.

—Los actos pueden llegar a ser divertidos —agrega la pelirroja con una sonrisa.

—Me gusta más cuando terminamos del todo y puedo irme a dormir por un mes entero —comento.

Las chicas intercambian miradas sospechosas pero elijo no decir nada, sobretodo porque sé que ellas van a hacerlo primero.

—Oye, no queremos dañar el almuerzo ni el ambiente que se ha formado pero la verdad es que queremos saber —Lisa hace una pausa, respirando profundo— ¿Cuándo vas a disculparte con Eric?

Bueno, eso sí que me ha dejado sin habla.

Y no, no es porque no hubiera pensado en Eric y en todo lo que nos dijimos ese día, sino porque estaba intentando ordenar el caso de a poco y considero que el millonario, aún siendo quien dio la bofetada más fuerte para el cambio, debería ser la última persona con la cual hable.

Sobretodo porque ni siquiera sé qué decirle.

—¿Disculparme? —es lo único que digo.

Katy luce muy sorprendida y Lisa me mira fijamente, haciéndome sentir incómodo.

—¿Qué? —pregunto ante su silencio.

—Como que: "¿Disculparme?" —la pelirroja repite con una voz chillona.

Frunzo el ceño. Ella suspira.

—Eric nunca intento ofenderte y tú comenzaste a decir un montón de cosas que ni siquiera hemos podido definir si era real o producto de la rabia del momento —explica Katy.

—Creo que debes disculparte. Por favor, sabes que fuiste muy cruel con él y no me estoy refiriendo solo a ese domingo —agrega Lisa.

—¿Qué es lo que realmente les preocupa? ¿Qué Eric el próximo semestre no se siente con ustedes o que volveremos a ser solo nosotros tres? —replico.

—Nos preocupa que estés haciendo a un lado a alguien que te quiere mucho, aún cuando no has sido muy amable con él que digamos —Katy responde enseguida.

—Me disculparte cuando sea el momento correcto pero no les aseguro que volvamos a ser amigos —digo.

Ambas lucen decepcionadas, aunque intentan disimularlo ya que he dicho que voy a disculparme. Ella saben que eso ya es un gran avance en esta situación.

—¿Por qué todo tiene que ser tan complicado? —la rizada eleva sus manos al techo de la cafetería como si esperara una respuesta de este.

—¡No! ¿¡Por qué ellos tienen que volverlo tan complicado!? —corrige Katy, imitando la acción de Lisa.

—Para que ustedes sufran más —murmuro.

Ninguna parece haber escuchado lo que dije y agradezco al cielo por ello, ya que fue dicho más por impulso que por ganas.

—Bueno, seremos como hijas en un matrimonio divorciado —como siempre Lisa.

Su complica se ríe divertida y me mira.

—¡Mis papis! —exclama, fingiendo llorar.

Ahora son las dos quienes están riendo escandalosamente y, como cosa rara, atrayendo la mirada del resto de personas que hay en la cafetería. Algunos incluso sonríen al verlas desarmándose entre carcajadas.

—Maduren —mascullo.

Ni siquiera sé hacia qué dirección mirar.

—¡Por favor vuelvan! ¡Ustedes eran la razón por la cual aún creía en el amor! —Lisa grita, culminando entre risas.

Suspiro.

Me pregunto si acaso estaba pensando cuando decidí ser amigos de la chica de anteojos que luchaba por entender un párrafo de un libro de literatura, mientras bloqueaba la entrada al salón de clases.

Luego de conocerla bien, creo que no debí dejar que una chica hermosa de cabellera lacia y corta, en ese entonces, con una mirada de superioridad y un aura de popularidad, se uniera a nosotros dos.

Así acabe acá, sufriendo burlas de su parte y viéndolas divertirse a mi costa.

—Ayer visite la tumba de mi padre —digo.

No tenía pensando ocultarlo por mucho tiempo, menos a ellas, pero tampoco había pensado decirlo en la cafetería de la universidad y a pocos minutos de tener que volver a clase.

El silencio que recae sobre la mesa me hace sonreír y creo que eso logra colocarlas aún más sorprendidas.

—¿Qué? —la voz de Katy suena muy baja.

Si no fuera porque está sentada a mi lado, creo que no la habría escuchado.

—Ayer estuve en el cementerio, visitando la tumba de mi padre —repito.

—¿Por qué? —Lisa luce consternada.

—¿Por qué creen? —pregunto de vuelta.

Ambas saben la respuesta.

—No esperaste a que finalizarán las clases —dice Katy, su tono subiendo solo un poco más.

—Creo que ya había esperado lo suficiente —digo, con una pequeña sonrisa.

No sé qué es lo que podría estar pasando por la mente de ambas pero están observándome con cierta melancolía en sus rostros.

—Lamento no haber sido sincero ayer —comento, cayendo en cuenta de uno de mis posibles errores.




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