¿será que me llegó la muerte?

¿Será que me llegó la muerte?

Aquél grito, aquél súplica, aquél alarido, retumbaban en mi cabeza una y otra vez como si fuera una campana vieja en un templo apunto de derrumbarse, el cual dejaría simplemente destrozos y ruinasmmanchadas de sudor y sangre para que estas puedan ser barridas por el viento de la muerte, dejando la tierra fértil, vacía y completamente lisa, como si jamás hubiera existido templo alguno o cualquier historia  y valor cultural atribuido este mismo, dejando así en aquél tierra una nada tan vasta como la incertidumbre del porvenir. 

 

Así me encontraba yo en aquél instante, frente a aquél computador con mi diadema puesta en la cabeza, con aquel cliente furioso, suplicandome que yo, al trabajar en atención a cliente, me encargara de descontarle cualquier tipo de deuda que debía a la compañía de cable a la que trabajaba , debido a que cuidaba a su madre que tenía parálisis cerebral  pero aún así exigía, con todo el cinismo habido por haber, de tener un servicio lleno de canales premium, internet de alta velocidad y teléfono, levantándome la voz y soltando bastantes gritos e insultos cada que yo insinuaba sutilmene cierta irracionalidad en aquel propuesta, a pesar de que en mi script, siempre tengo que disculparme a pesar de que no sea mi culpa, así como estar siempre con una sonrisa en mi rostro aunque no se sienta natural ni para el cliente o para mí, ¿es que el cliente siempre tiene la razón? ¿Esque a pesar yo tengo que pagar el precio de estar siempre equivocado?.¿Qué clase de llamada seguiría después de esta?.

 

Aquél cliente elevaba cada vez más el tono de voz y podía escuchar como inclusive mandaba a callar a su madre, la cual, toda la llamada se encargó de estarse burlando de mi de una forma grotesca, ya que, todo lo que podía oír era la frase: -¡he can barely speak english! para después proceder con una risa tan aguda, tan fuerte y  tan larga la cual provocaría una sensación extraña en mi pecho como si me costara respirar y un par de escalofríos en mi brazo derecho, mientras que su hijo golpeaba algún objeto que estuviera cerca de él en un signo de violencia y coraje gritando -”Im will not pay for the services, you liars”-  cuando yo le pedía que mantuviesemos una actitud profesional, empezaba a mofarse de mi acento latinoamericano, cosa que siempre me fastidiaba, ya que, el a ser un cliente estadounidense y yo al no ser un nativo angloparlante, siempre buscaría y clamaría que no me entendía, para después exigir que lo transfiriera a alguien con más poder que yo para que esta persona pudiera cumplir todos sus caprichos, por más insulsosque fueran.

 

Me encontraba en una situación extraña en aquél momento,  aquél lugar que estaría completamente iluminado, aquella alfombra que sostenía mis pies para darme aquella sensación de que no estoy pisando simplemente un piso, sino el piso de aquella empresa outsourcing pagada por un monopolio estadounidense y aquellas paredes tapizadas con frases en inglés sobre autoayuda y superación personal decorando la mayoría de los pasillos, convirtiéndose en aquella mirada, aquél panóptico ideológico intentandome obligarme a creer que yo lo puedo lograr todo siendo positivo, por más miserable que fuera mi vida y aquél cliente, que está marcando, solo busque aprovecharse de mi y de lo que puedo y no puedo hacer, mientras transcurre un día, tras otro, con la esperanza de estar más cerca de un cambio, fuera este o no definitivo.

No era solo la llamada, sino era todo el contexto, ya que, al no poseer yo la suficiente inteligencia para conseguir una beca en la universidad, tenía que trabajar en aquél lugar donde ya llevaba casi 4 años para poder solventar mis estudios y sacar adelante a mi y a mi familia, soñando con que todo algún día sería diferente y no sentir la angustia de comer sin el remordimiento de que estamos gastando demasiado dinero en comida de buena calidad, o en algún libro un poco más caro de la media, aquella culpa y sentimiento de que estamos disfrutando aquél momento existe y al final siempre sintiendo que algo no está bien, como cuando armo un rompecabezas y la pieza es capaz de encajar, pero el diseño final se sigue sintiendo incorrecto, inclusive con algunos matices que transmiten perturbación de una manera extraña. Al final, que realmente no podía darme el lujo de renunciar, como ya habían hecho todos mis amigos. hace aproximadamente dejándome solo en una multitud con personas las cuales soy incapaz de verles el rostro, ya que para mí, no había otro camino ni otro lugar, tenía que seguir aguantando ese lugar, con ese cliente, tenía que seguir respirando en aquel momento, aunque no quisiera, aunque no pudiera, aunque quisiera salir corriendo buscando algo mejor, no podía dejar ese cubículo, ese edificio ni esa llamada, ni esa vida, no podía ni desearlo, era simplemente estar ahí, o que la realidad fuese una nada, era yo estando ahí, o la muerte del futuro, aunque sea desde mi retorcida, pobre e irracional subjetividad.

 

Ya llevaba más de media hora discutiendo con aquél cliente y si este se iba molesto, era capaz de seleccionar la encuesta, después de que la llamada termine y seleccionar la opción que indicaba que estaba disgustado con la compañía y con mi trabajo,  por supuesto que esto iba a causarme que mis superiores me regañaran, me golpearan y me hicieran salir en un horario donde ya no había transporte para regresarme hasta casa, mientras que el lugar se encontraba en la periferia de la ciudad aproximadamente a 1 hora de mi casa, un lugar donde solo estaba un OXXO cruzando la carretera y algunos puestos de comida callejera y fábricas con obreros y albañiles con quienes siempre compartía los autobuses cuando salía a las 6:30 pm, a los alrededores de la empresa había baldíos, árboles completamente desgastados con sus respectivas hojas caídas y algo amarillentas que rozaban aquella tradicional carretera con basura y olor a aceite. Yo me quedaría ahí mientras no había nadie más que los veladores, esperando el amanecer o al menos el primer autobus a las 5 AM, en la penumbra de una ciudad apenas levantándose para empezar con la rutina del lunes por la mañana dónde el café y el tráfico no harán esperar a nadie.  Entonces yo, al no saber qué hacer realmente, ya que cualquier opción que tomara podía afectarme directamente y con aquel cliente renegando cada vez más fuerte, decidí colgar la llamada, debido a que ya era momento de mi break. 




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