Me quedo mirando el techo un buen rato, esperando que mis latidos vuelvan a la normalidad. Siento que me está por dar taquicardia, pero no es una sensación mala; todo lo contrario. Pienso que es como cuando te ves con el chico que te gusta por primera vez, cuando se besan por primera vez, cuando te enamoras. Así se siente. Lo que no entiendo es por qué. Tampoco entiendo por qué le doy tanta importancia a un sueño. La conversación de ayer con Matt… No quiero ser la loca de los gatos, después de todo. Y lo más probable es que mi cerebro se quedó con esa conversación.
Pongo fin a esos pensamientos y decido levantarme para darme un baño relajante. Luego de completar mi rutina, me visto y me maquillo un poco. Como es temprano, decido hacerme un desayuno mientras respondo los mensajes de mí, nada más y nada menos que mi insoportable amiga… y como Matt se dice a sí mismo en algunas ocasiones, cuando tiene pereza incluso para hablar.
Cuando termino, dejo las cosas limpias, tomo mi bolso y salgo del departamento rumbo al trabajo. Pongo algo de buena música para levantar el ánimo en esta fría mañana. Y es que el género que más me gusta es el k-pop; por no decir directamente que soy fan de BTS. Y aunque siempre tomo este camino para ir a trabajar, lo que no entiendo es por qué veo personas que nunca vi. Y me refiero a que soy demasiado observadora cuando manejo diario. Pero algo llama mi atención: parejas.
Parejas de la mano, abrazados, besándose, mientras caminan, esperan el autobús o simplemente en el auto de adelante en el semáforo. Ósea, universo, entiendo las señales, pero… ¿qué culpa tengo que me cruce con personas que no van con mi persona? Creo que el hombre que amo aún no nació. Cambia el semáforo y continuo hacia mi trabajo.
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Llego y me pongo a trabajar inmediatamente. Este día tenemos reunión para debatir sobre las futuras inversiones. Vienen los jefes y nada puede salir mal, o la cabeza de muchos, incluida la mía, van a rodar por toda la empresa. Mi trabajo es presentar los números, pero también las mejores opciones de inversión. Ósea, no entiendo cómo crece tanto la empresa a costa de mi trabajo y ni siquiera me dan el puesto de jefa de asesoría. ¿Increíble, no? E inentendible. Pero bueno, no me quejo; gano buen dinero de todas maneras. Pero me gusta quejarme igualmente.
—¡¡Alexandra!! —dice Paula desde su oficina.
Lo que significa una sola cosa: está de muy mal humor. Me levanto rápido para ir hacia ella.
—Hola, Paula, buen día. ¿Necesitas algo? —pregunto de forma torpe, sabiendo que me llamó por algo.
—Obviamente, sí. Si no, ¿para qué te llamaría? —dice de muy mala gana—. Lo que pasa es que los jefes me llamaron y me solicitaron que entregue las carpetas del mes pasado. Y bueno, ya sabes… deberías hacerlas y traerlas en veinte minutos.
—Pero, Paula, estoy tapada de trabajo. La reunión es en una hora y estoy haciendo los informes que ellos me pidieron. No puedo hacer mi trabajo y el tuyo.
Creo que no debí contestarle, por la cara que puso. Pero no se va a llevar agradecimientos y más regalos a costa de mi trabajo, mío y el de los demás.
—Lo siento —se ríe como si hubiese dicho algo gracioso—. Creí haber escuchado que te negaste. Creo que la falta de cafeína me afectó, lo siento. Ve y tráeme esos informes.
—¡No! —respondo levantando un poco la voz—. No voy a traerte nada, Paula. Nuncia valoras el trabajo de nadie, y cuando algo sale bien… —me quedo callada porque estaba a punto de decirle lo que pienso y lo que todos en la oficina saben.
—¿Cuando algo sale bien, qué? —pregunta levantando un poco el tono mientras se pone de pie, apoyando sus manos sobre su escritorio.
—Cuando algo sale bien, tú te llevas el crédito. Y no puedes negarlo —la miro, y hago lo mismo que ella, apoyarme sobre su escritorio—. Siempre te respeté, y siempre cumplí con mi trabajo y mucho más. Pero esta vez no lo voy a hacer. Si necesitas que te ayude en la reunión, lo voy a hacer. Pero hacer tu trabajo y que te lleves el crédito, ya no más.
No sé si ya estaba de mal humor, o si los jefes le dijeron algo que la puso así. Solo sé que empeoré su mal genio en este día. Lanza un grito, tomando sus cosas, y sale de su oficina sin decir nada. Yo suspiro, porque en cierta forma esto ya no lo estaba tolerando más. Se puede decir que me saqué un peso de encima, aunque sea un poco. Aún no entiendo por qué se puso así y, además, tomó sus cosas y se fue dos horas antes de la reunión, dejando todo y, lo que es peor, dejándome a mí a cargo.
Salgo de su oficina para continuar con mi trabajo, mientras todos mis compañeros me miran y se levantan aplaudiendo y silbando como si fuera un festejo. No pueden creer que la enfrenté y le dije que no a la caprichosa de nuestra jefa. Después de todo, nadie se había atrevido a hacerlo por su supuesta influencia con los jefes. Les hago seña a todos que se calmen mientras voy a mi escritorio riendo.
Son las doce del mediodía y la reunión está por comenzar. Estoy nerviosa. Le pedí a mis compañeros que me ayudaran a preparar la sala de juntas; todos lo hicieron animados, porque trabajamos como equipo y eso es genial: el verdadero excelente ambiente laboral. Una vez que dejamos todo listo —dejamos carpetas, anotadores, bolígrafos, vasos con agua y cafés esperando ser servidos—, me llega un mensaje de Brandom, el asistente de mis jefes, pero además es el novio de Matt.
Mensaje de Bran:
Cariño, estamos subiendo. Los jefes están de muy buen humor. Espero esté todo listo. Sin presión. Jaja.
Mi respuesta:
Quédate tranquilo, no se sintió la presión para nada, jaja. Y está todo listo. Los esperamos.
Guardo mi teléfono en el bolsillo de mi saco luego de responder a Brandom. Camino al ascensor para esperarlos. Diría que estoy nerviosa, pero sería mentir. Me gusta mi trabajo, me gusta lo que hago, porque no solo soy buena: soy una de las mejores.
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Editado: 09.09.2025