¿será solo un Sueño? (la historia de Alexandra)

Capitulo 13 Un hallazgo inesperado

Han pasado días desde aquella noche. Días en los que he tratado de ignorar la sensación de que algo dentro de mí despertó. Zacarías no ha vuelto a aparecer. Y aunque debería sentir alivio por eso, lo único que siento es una especie de vacío, una ausencia imposible de explicar.

Intento seguir con mi rutina, con el trabajo, con mis cafés nocturnos, con mis conversaciones con Matt, pero cada vez que cierro los ojos, el sueño regresa. Siempre el mismo. Siempre él. Me he acostumbrado a la idea de que la respuesta no llegará tan fácil, pero entonces, como si el universo decidiera jugar conmigo otra vez, algo sucede.

Estoy ordenando mis cosas en casa, tratando de ocupar mi mente con cualquier distracción, cuando mi mano tropieza con un objeto que no recuerdo haber tenido antes. Un libro. Antiguo, de tapa gruesa y gastada. Lo tomo entre mis manos con cautela, sintiendo cómo mi piel se eriza al rozar la superficie áspera de la cubierta.

No recuerdo haber comprado esto. Ni haberlo visto antes en mi casa. La idea de que alguien lo haya dejado aquí... me pone tensa. Paso los dedos por el lomo y, sin pensarlo demasiado, lo abro. Las páginas están llenas de escritura a mano. Pero no es una caligrafía cualquiera. Es mi letra.

Un escalofrío recorre mi espalda. No entiendo. Es imposible. No recuerdo haber escrito nada en este libro. Pero ahí está, mi propia letra, mi propia tinta marcando palabras que me golpean como si fueran un eco de algo olvidado.

"Siempre nos encontramos, sin importar el tiempo, sin importar las vidas que pasen."

Mi corazón da un salto en mi pecho. Es la misma frase. La del sueño. La de la nota. La de él. Intento respirar, pero mis manos ya están pasando frenéticamente las páginas, buscando más, buscando respuestas.

Y entonces veo el nombre. Su nombre. Escrito con precisión. Una y otra vez. Como si alguien, como si yo, hubiera estado intentando recordarlo desesperadamente. Mis dedos tiemblan mientras cierro el libro con fuerza. Esto no puede estar pasando. No puede ser real.

Pero entonces, como si mi cuerpo reaccionara antes que mi mente, una imagen aparece en mi cabeza. Su sonrisa. Sus ojos. Sus manos sosteniendo las mías bajo el árbol dorado. Y ahí, por primera vez, el recuerdo es claro.

"Fuiste tú quien me nombró."

Las palabras resuenan en mi mente con una nitidez aterradora. Lo veo. Lo escucho. Y sé, con una certeza que no puedo explicar, que nada de esto es un sueño. Es un recuerdo.

Pensar demasiado nunca había sido un problema para mí. Siempre había sido de esas personas que analizan cada detalle, que buscan respuestas incluso cuando no las necesitan. Pero esta vez era diferente. Este no era un pensamiento cualquiera. Era una lucha interna entre lo que sabía y lo que mi mente no estaba dispuesta a revelar. El libro seguía sobre la mesa, cerrado, pero su presencia parecía llenar toda la habitación.

El dolor en mi cabeza comenzó como una presión leve en mis sienes, apenas perceptible. Pero conforme mi mente intentaba obligarse a recordar, la presión se convirtió en algo más intenso. Algo implacable. Mi corazón latía con fuerza, mis manos apretaban el borde de la mesa como si eso pudiera sostenerme. Los recuerdos estaban ahí. Podía sentirlos en el borde de mi conciencia. Pero cuando intenté alcanzarlos, todo explotó.

Un fuerte zumbido invadió mis oídos, una frecuencia intensa que me obligó a cerrar los ojos con desesperación. El mundo giró. Mis piernas perdieron estabilidad. Mi respiración se volvió errática. Y entonces, la oscuridad. No sentí el golpe contra el suelo. Solo la sensación de que algo se desconectaba dentro de mí. Todo se apagó. Por un instante, dejé de existir. Y en ese silencio absoluto, una única palabra resonó en mi mente antes de que todo se volviera vacío.

El primer latido de conciencia me golpea como una ola lenta, arrastrándome hacia la superficie desde un abismo desconocido. Mi cuerpo se siente pesado, envuelto en un extraño letargo. Parpadeo varias veces antes de abrir los ojos por completo. No reconozco el momento en que dejé de estar en el suelo. Pero ahora estoy en mi cama.

Tapada con las mantas cuidadosamente. Como si alguien se hubiera asegurado de que estuviera cómoda. Mi corazón da un pequeño brinco de alarma. No lo hice yo. No puedo recordar haberme movido. Intento incorporarme con torpeza, mi cabeza aun latiendo con un dolor sordo. Es entonces cuando mi mirada cae sobre mi mesa de noche. Y el aire se vuelve más denso, más helado. Las flores aquellos Tulipanes, Blancos y negros. Vivos.

Las mismas flores que debían haber comenzado a marchitarse, que debía haber cambiado hace días. Pero ahora están frescas. Como si alguien las hubiera renovado en secreto. Como si nunca hubieran muerto. Mi respiración es lenta, entrecortada. Hay algo más.

Una hoja doblada cuidadosamente junto al florero. Mis dedos tiemblan cuando la tomo, sintiendo el peso invisible de algo que ya no puedo ignorar. La abro con cautela. El mensaje escrito en la nota es breve. Pero suficiente.

"Todo estará bien, lo prometo."

Mi pecho se contrae. Mi mirada se desliza por la habitación, recorriendo cada rincón como si pudiera encontrar una prueba de que alguien más estuvo aquí. Pero todo está en silencio. En calma. Demasiado en calma. Me levanto, sintiendo el suelo frío bajo mis pies. Camino hacia la mesa donde había estado antes de desmayarme. El libro sigue allí. Pero algo está diferente. Está abierto. No lo había dejado así. No había leído más allá de las primeras páginas.

Pero ahora, la página donde está detenido me golpea como una revelación que no pedí. Mi cabeza late con fuerza. Mi respiración tambalea. Algo está pasando. Algo que aun no entiendo. Pero ya no puedo ignorarlo.

Los últimos días han sido un torbellino de pensamientos que no sé cómo manejar. Las señales que aparecen cuando menos las espero. Me ha costado dormir, me ha costado enfocarme en cualquier otra cosa, y Matt lo ha notado. Así que hoy, sin previo aviso, ha decidido sacarme de mi burbuja.




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