¿será solo un Sueño? (la historia de Alexandra)

¿Qué esta pasando?

El parque estaba tranquilo, el murmullo del agua en el estanque y el susurro del viento entre los árboles eran los únicos sonidos que rompían el silencio. Matt estaba sentado en un viejo banco de madera, con los brazos cruzados, mirando fijamente a Zacarías, quien permanecía de pie a pocos pasos, observando el reflejo de la luz en el agua.

La tensión entre ellos era sutil, pero palpable. Matt no había venido solo por curiosidad, sino porque sabía que había algo que debía enfrentar.

—¿Qué estás haciendo, "Zacarías" ? —preguntó finalmente, su tono neutro pero con un filo de alerta.

Zacarías no reaccionó de inmediato. Su mirada permaneció fija en el agua antes de finalmente girarse hacia Matt con esa calma que siempre parecía rodearlo.

—No sé a qué te refieres —respondió, su voz baja y controlada.

Matt soltó un suspiro corto, apoyando los codos sobre sus rodillas.

—Sabes bien de qué hablo —dijo sin rodeos—. Sé lo que hay entre tú y Alexandra. Lo veo en su mirada, en su forma de hablar, y mas ahora que regresaste. Pero también sé que esto... no debería estar sucediendo.

Zacarías ladeó la cabeza, su expresión serena, aunque en sus ojos había un brillo que sugería algo más profundo.

—¿No debería estar sucediendo? —repitió suavemente, casi como si estuviera probando las palabras en su boca.

Matt lo miró fijamente, su mandíbula tensa.

—Sabes que está prohibido. Y sin embargo, siempré buscaste la manera de que se encontraran, de una forma u otra —confesó, su tono sin arrepentimiento, pero con la sombra de una duda latente—. Pero, Zacarías, dime la verdad... ¿qué estás buscando realmente?, no crees que te arriesgas y la arriesgas a ella.

Zacarías entrecerró los ojos, como si estuviera midiendo las palabras correctas. Luego, dio un paso adelante, dejando que su mirada, cargada de algo indescriptible, se fijara en la de Matt.

—No busco nada —respondió finalmente—. La encontré. Y no pienso dejarla.

Matt soltó una leve risa irónica y negó con la cabeza.

—Sabía que dirías algo así —murmuró—. ¿Y crees que puedes simplemente quedarte a su lado sin consecuencias? ¿Que nada cambiará?

—No me importa lo que cambie —respondió Zacarías con una determinación que hizo que el aire se sintiera más pesado—. Lo único que me importa es ella. Y haré lo que sea necesario para protegerla.

Matt lo observó en silencio, analizando la firmeza en su expresión. Hubo un instante en el que pareció considerar algo más profundo, pero al final, solo dejó escapar un suspiro resignado.

—Está bien. —Asintió levemente—. Pero no pienses que esto será fácil. Y si alguna vez necesitas ayuda... aquí estaré.

Zacarías lo miró durante unos segundos, sin cambiar su expresión, hasta que, lentamente, inclinó la cabeza en reconocimiento.

El viento soplaba con más fuerza cuando Matt se levantó del banco, como si el aire mismo sintiera el peso de la conversación. Zacarías seguía de pie, observándolo con esa mirada que nunca dejaba entrever demasiado, pero Matt sabía que detrás de ella había siglos de historia.

—Sabes que esta no es la primera vez —dijo Matt de repente, su voz apenas un murmullo, pero lo suficientemente clara como para cortar el silencio.—te sentí muchas veces, en otras.

Zacarías no respondió de inmediato, pero hubo un leve endurecimiento en su expresión, como si esas palabras lo hubieran alcanzado más de lo que pretendía demostrar.

—No veo el sentido de hablar sobre el pasado —respondió finalmente, su tono sin emoción, pero con un matiz que no pasó desapercibido.

Matt dejó escapar una leve risa, una que no contenía diversión, sino algo más... una resignación que venía de muy lejos.

—Siempre dices lo mismo —murmuró, cruzando los brazos—. Pero aquí estamos, otra vez. Diferentes circunstancias, diferente época... y, sin embargo, nada ha cambiado realmente, ¿verdad?

Zacarías entrecerró los ojos, y por primera vez en toda la conversación, desvió la mirada hacia el estanque, como si buscara una respuesta en el reflejo del agua.

—No debería estar sucediendo —Matt continuó, su voz más seria ahora—. Pero como siempre, encontraste el camino. Y como siempre... yo lo permití.

Zacarías volvió a mirarlo, sus ojos más oscuros, más profundos, y aunque su rostro permanecía impasible, había algo en su postura, en la tensión de su mandíbula, que indicaba que las palabras de Matt le habían afectado.

—Nunca me lo impediste —dijo finalmente, su voz apenas un susurro, pero con un peso inmenso en cada palabra.

Matt soltó una risa seca y negó con la cabeza.

—No. Nunca lo hice. Ni entonces, ni ahora. —Hizo una pausa, como si considerara algo más—. Tal vez porque, en el fondo, siempre supe que era inevitable. Como si las advertencias que te di en el pasado, no tuviese sentido.

El viento sopló nuevamente, levantando las hojas secas alrededor de ellos. Zacarías no dijo nada, pero su mirada seguía fija en Matt, como si intentara medir cuánto sabía realmente.

—Solo quiero decirte una cosa, Zacarías —continuó Matt, su voz ahora más baja, más intensa—. Si esta vez todo sale mal... si esta vez ella sufre por esto... no sé si podré seguir mirándote como lo hago ahora.

Por un instante, hubo un silencio absoluto. La tensión en el aire era palpable, como si todo el parque hubiera contenido el aliento. Zacarías permaneció inmóvil, pero sus ojos reflejaron algo por primera vez: una sombra de preocupación.

—Eso no sucederá —dijo con seguridad, pero sin arrogancia—. No esta vez.

Matt sostuvo la mirada unos segundos más antes de finalmente asentir, aunque su expresión seguía cargada de incertidumbre.

—Espero que tengas razón —murmuró.

Sin más palabras, comenzó a alejarse, pero cuando llegó a la orilla del camino, se giró una última vez.

—Sea como sea, Zacarías... esto nunca ha terminado realmente, ¿cierto? —dijo con una sonrisa irónica—. Sólo seguimos repitiendo la historia, una y otra vez.




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