¿será solo un Sueño? (la historia de Alexandra)

Capitulo 23 Integrándose

Me senté en mi escritorio, organizando los papeles que habían quedado pendientes desde la mañana, y tratando de prepararme mentalmente para el resto del día. Sin embargo, mi mente seguía divagando hacia la conversación que había tenido con Zacarías la noche anterior. La forma en que había escuchado cada palabra, cada suspiro, y cómo su presencia había hecho que mis preocupaciones parecieran más pequeñas... era algo que no lograba apartar de mis pensamientos.

Ese hombre tenía una habilidad peculiar para hacerme sentir segura, incluso cuando el mundo parecía girar demasiado rápido.

El sonido repentino de mi teléfono interrumpió mis pensamientos. Miré la pantalla y fruncí el ceño al ver un mensaje de un número desconocido. Fue solo al abrirlo que sonreí ampliamente. Claro, era Zacarías.

—¿Cómo se hace para enviar un mensaje?— decía el texto, simple y torpe, pero con ese tono que parecía tan característico de él, incluso en palabras escritas.

No pude evitar reírme suavemente. Así que por fin había decidido aventurarse con el teléfono que le había regalado.

—Hola, Es fácil. Solo escribe lo que quieres decir y pulsa el botón de enviar—. respondí, imaginándome su expresión concentrada al leer mis instrucciones.

Casi de inmediato, llegó su respuesta: —Gracias. Me siento un poco torpe con esto. ¿Cómo estás?.

El calor se extendió por mi pecho al leer el mensaje. Podía imaginarme su tono bajo y serio, mezclado con un ligero toque de inseguridad. Esa dualidad siempre lograba desarmarme.

—Estoy bien, gracias. ¿Y tú?— escribí de vuelta, mientras trataba de contener la sonrisa que se formaba en mis labios.

—Bien. He estado mirando este teléfono... todavía me resulta extraño. Pero me alegra poder escribirte.

El calor en mi pecho se intensificó. Escribí rápidamente

—Lo estás haciendo muy bien. Aunque me divierte imaginarte intentando descifrar cómo funciona."

—¿Te divierte? respondió casi al instante.Me hace sentir un poco tonto, pero si te divierte, supongo que vale la pena.

No pude evitar reírme suavemente. Había algo en la forma en que siempre encontraba la manera de decir algo tan directo pero con un trasfondo sutil.

—No eres tonto. Solo estás descubriendo algo nuevo. Todos pasamos por eso. Ahora dime, ¿qué haces?

Te espero. El sofá no es tan cómodo como cuando tú estás aquí.

Sentí un ligero escalofrío al leerlo, una mezcla de ternura y algo más que no lograba definir. Mi sonrisa se amplió mientras respondía:

Solo unas horas más. ¿Me estás diciendo que el sofá necesita de mí para ser cómodo?

—Todo aquí necesita de ti. La casa se siente incompleta sin ti.

Mi corazón dio un vuelco al leerlo. Sus palabras, simples pero cargadas de un significado que solo él podía transmitir, tenían el poder de hacerme sentir cosas que no había sentido antes.

—Pronto estaré allí. Y entonces el sofá volverá a ser cómodo,respondí, intentando mantener el tono ligero.

—Espero con paciencia. Pero no demasiado.— Su respuesta llegó rápida, y la imaginé acompañada por esa leve sonrisa suya que siempre parecía guardar secretos.

La conversación continuó en ese tono ligero y casi infantil, con él haciendo preguntas básicas sobre el teléfono y yo respondiendo con paciencia, a menudo riéndome por las dudas que tenía. Había algo inesperadamente adorable en verlo, o más bien imaginarlo, enfrentándose a algo tan cotidiano pero completamente nuevo para él.

Estaba tan absorta en la pantalla que no noté la presencia de Matt hasta que habló.

—¿Qué pasa? —preguntó desde el marco de la puerta, con las cejas arqueadas y los brazos cruzados. Su mirada se desvió hacia el teléfono que sostenía entre las manos.

Casi salté en mi silla al escucharlo, pero rápidamente intenté disimular, apartando el teléfono como si no fuera nada importante.

—Nada —dije con una sonrisa nerviosa—. Solo un mensaje de... un amigo.

Matt alzó una ceja, su expresión una mezcla de curiosidad y escepticismo. Caminó unos pasos dentro de la oficina, sin apartar la mirada de mí.

—¿Un amigo? —repitió, con ese tono que usaba cuando estaba seguro de que no le estaba diciendo toda la verdad—. Suena... entretenido.

—Lo es —respondí rápidamente, volviendo mi atención a los papeles sobre el escritorio en un intento de parecer ocupada—. ¿Necesitas algo?

Por un momento, pensé que iba a seguir insistiendo, pero finalmente negó con la cabeza.

—No, solo quería asegurarme de que todo estuviera bien contigo. Parece que estás... distraída. —Su tono era neutral, pero su mirada era incisiva.

—Estoy bien, de verdad. Solo... muchas cosas en la cabeza. —Intenté sonreír, aunque sabía que no era del todo convincente.

Matt me observó un segundo más, como si estuviera buscando algo en mi expresión. Finalmente, asintió y se giró hacia la puerta.

—Está bien. Pero si necesitas hablar, ya sabes dónde encontrarme. —Y con eso, salió, cerrando la puerta tras de sí.

Me quedé sentada en silencio, el teléfono aún en mis manos. ¿Había sido demasiado evidente? Matt era perspicaz, siempre lo había sido, y si algo le había parecido extraño, seguramente lo notaría. Dejé escapar un suspiro y apoyé la cabeza en mi mano.

Entonces, el teléfono vibró de nuevo. Era otro mensaje de Zacarías

—¿Todo bien? Dejaste de responder. ¿Hice algo mal?

Sonreí suavemente al leerlo. Incluso a través de un simple mensaje, él lograba tranquilizarme.

—No, todo bien. Solo llegó alguien a la oficina.

Estaba pensando en ti, eso es todo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.