¿será solo un Sueño? (la historia de Alexandra)

Capitulo 24 Algo inesperado

La semana por fin había llegado a su fin. Era viernes por la noche, y mientras terminaba de recoger los últimos papeles de mi escritorio, sentí un alivio que casi me arrancó un suspiro. Había sido una semana pesada, pero sabía exactamente cómo quería cerrarla. Al llegar a casa, lo vi sentado en el sofá, concentrado en un libro que había encontrado en la estantería. Su presencia llenaba el espacio, tranquila y constante, como siempre.

Me acerqué a él con un impulso que no planeé demasiado. Algo en mí quería romper la rutina, salir de lo habitual, y pasar una noche que fuera solo nuestra. Era el momento perfecto para proponerle algo diferente.

—Zacarías —dije suavemente, quedándome de pie junto al sofá.

Él levantó la mirada del libro, esos ojos azules encontrándose con los míos, con esa intensidad que siempre lograba hacerme sentir descubierta. Cerró el libro con cuidado y dejó que descansara en sus manos, sin apresurarse.

—¿Sí? —preguntó, su tono bajo y tranquilo, casi como si ya supiera que algo venía.

—¿Qué te parece si salimos esta noche? —proseguí, mordiendo mi labio mientras me inclinaba ligeramente hacia él—. Podríamos ir a cenar, tener una cita. Algo diferente para cerrar la semana.

Zacarías ladeó la cabeza, como si estuviera procesando mis palabras. Luego, una pequeña sonrisa, tan sutil que cualquiera más podría haberla pasado por alto, asomó en sus labios.

—¿Quieres salir conmigo? —preguntó con suavidad, y aunque su tono era ligero, había algo más profundo en su mirada.

—Sí, contigo. —Sonreí, sintiéndome más confiada ahora que lo había dicho—. Una noche fuera, solo nosotros. ¿Qué dices?

Se tomó un instante más para observarme, como si estuviera buscando algo en mi expresión. Finalmente, asintió mientras se levantaba del sofá con una elegancia que parecía natural en él.

—No puedo decir que no a eso —dijo, y su tono tranquilo logró tranquilizarme aún más—. ¿A dónde quieres ir?

—Hay un restaurante que me gusta —respondí, sintiendo cómo mi emoción iba creciendo—. Es pequeño, acogedor, y tiene una comida increíble. Estoy segura de que te gustará.

—Confío en tu buen gusto —murmuró, y aunque la frase era sencilla, el tono con el que lo dijo me hizo sonreír aún más.

Mientras me preparaba para salir, sentí una emoción que hacía tiempo no experimentaba. Era algo más que alegría; era una conexión, una ilusión sencilla pero profunda por compartir una noche con alguien que había llegado a significar tanto para mí. Sabía que esta noche no sería como cualquier otra, porque con Zacarías, incluso lo más cotidiano se sentía único.

Mientras nos preparábamos para salir, no pude evitar notar cómo Zacarías observaba cada uno de mis movimientos. Desde la forma en que elegía mi ropa hasta los pequeños gestos que hacía frente al espejo, todo parecía nuevo para él. Era como si estuviera estudiando un mundo completamente desconocido, y aunque a veces su curiosidad podía ser desconcertante, también era entrañable.

—¿Es necesario cambiar de ropa para salir? —preguntó finalmente, rompiendo el silencio. Su tono no era crítico, sino genuino, lleno de esa inocencia que siempre me sorprendía.

Solté una pequeña risa mientras me giraba hacia él, sosteniendo una chaqueta en mis manos.

—No es obligatorio, pero es parte de la costumbre —respondí—. Cuando salimos, nos vestimos un poco más arreglados para la ocasión. Es una forma de mostrar respeto por el lugar y las personas con las que compartimos.

Zacarías asintió lentamente, como si estuviera procesando cada palabra. Su mirada se deslizó hacia su propia ropa, una camisa sencilla y un pantalón oscuro. Por un momento, pareció reflexionar antes de hablar.

—¿Esto es... apropiado para una cita? —preguntó, señalándose.

Me acerqué a él, ajustando el cuello de su camisa mientras sonreía.

—Estás perfecto —dije con suavidad—. Pero si alguna vez te sientes incómodo, podemos elegir algo diferente juntos.

—¿Elegir juntos? —repitió, inclinando la cabeza—. ¿También es parte de la costumbre?

Reí mientras terminaba de ajustar su camisa.

—No siempre, pero es una forma de compartir el momento. —Me alejé unos pasos, recogiendo mi bolso mientras lo miraba—. ¿Listo?

Asintió, aunque su expresión seguía mostrando esa ligera confusión que siempre parecía acompañarlo cuando se enfrentaba a nuestras costumbres. Caminamos juntos hacia la puerta, y mientras la cerraba detrás de nosotros, no pude evitar notar cómo sus ojos captaban cada detalle del pasillo y las escaleras, como si estuviera memorizando un mapa invisible.

—¿Cómo sabes a dónde ir? —preguntó cuando llegamos a la calle, su mirada fija en las luces y los sonidos de la ciudad.

—Porque conozco el camino —respondí, tomando su brazo con suavidad—. Y porque la costumbre dicta que yo elijo el lugar hoy. Tú puedes elegir la próxima vez.

—¿La próxima vez? —repitió, girándose hacia mí con esa expresión intrigada.

—Sí, las citas no son únicas. Se supone que haya muchas, tantas como queramos. —Sonreí, esperando su reacción.

Zacarías se quedó en silencio por un momento, y luego, una pequeña sonrisa apareció en su rostro.

—Entonces, supongo que tendré que aprender mucho más —murmuró.

—Es parte del trato —respondí, sintiéndome más relajada ahora que estábamos caminando juntos.

Mientras continuábamos nuestro camino hacia el restaurante, la conversación fluyó con una mezcla de preguntas y respuestas. Zacarías quería entender cada detalle, desde por qué la gente hablaba tan alto en las calles hasta cómo sabía exactamente dónde girar. Era como si estuviera descubriendo el mundo a través de mis palabras, y aunque a veces sus preguntas me sorprendían, disfrutaba cada momento.

Cuando finalmente llegamos al restaurante, sentí cómo su mirada recorría el lugar con detenimiento. Las mesas iluminadas por luces cálidas, las conversaciones que llenaban el ambiente, el aroma de la comida recién hecha... todo parecía fascinarlo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.