¿será un amor efímero? +18

Capítulo Once: Declaración.

 Domingo, 11 de diciembre de 2022.

 

02:44 horas.

 

 Keaton se encontraba recostado boca abajo con las codos en la cama y las manos en la barbilla, mirando atentamente a Ruby, quien cada cierto tiempo se movía de posición para dormir.

 

Él se encontraba con un boxer con un estilo navideño y le había colocado a Ruby una bata de seda para dormir.

 

 Keaton la miraba expectante recordando cada momento de ellos desde que la conocía, recuerda que uno de sus primeros recuerdos fue el de su padre antes de morir, estaban jugando ambos en el jardín de su casa cuando ella había llegado en una camioneta elegante con un hombre.

 

Elegante.

 

 Ese fue el primer pensamiento que tuvo Keaton de Ruby, ella bajo de la camioneta con una delicadeza como si fuera una princesa, se nego a qué el hombre que después Keaton descubrió era su padre la ayudará, en consecuencia a su terquedad ella casi se cae, flexionó las rodillas y cuando casi toca el piso logro conseguir el equilibrio y mantenerse en pie.

 

Luchadora.

 

 Ahí lo supo, Ruby era una luchadora, competitiva, orgullosa, audaz, valiente, elegante, temeraria. Años después cuando coincidieron en la misma sección Keaton descubrió que tenía razón y sus ojos brillaron, ese mismo día, el día del primer día de clases se encontró con que en el receso un par de niños estaban molestando a una tortuga y Ruby, pequeña y frágil como era fue, le pegó a los niños, salió herida y golpeada, pero no le importo y siguió luchando pese a que tenía partes del cuerpo que le dolían, a Ruby no le importaba el dolor, le importaba más el daño que recibían otros y no fue hasta que Ruby grito que la considero única:

 

—¡¿CÓMO PUEDES TRATARLA ASÍ?! ¡ES SOLO UNA TORTUGA QUE NO TE HA HECHO NADA! ¡USTEDES SON MILLONES DE VECES MÁS ESCORIA Y NADIE LES HACE NADA! ¡TODOS LOS HUMANOS SON LA PLAGA PARA LA HUMANIDAD!

 

 Fue la primera vez que escucho a Ruby insultar a la humanidad, sin importarle que ella también era humana:

 

—Yo también lo soy, no ha llegado mi momento, pero yo al igual que todos somos una escoria que no hace más que dañar la tierra, insultar y no ponernos en los zapatos de la otra persona.

 

 La recordó sonriendo en esa vez.

 

—Ese es el peor pecado, no ponerse en los zapatos de la otra persona, tú no eres él único que sufre, lo que pasa es que estás tan sumiso en tu dolor que no notas a aquellos que sufren más que tú. Cada quien tiene su cruz. Todos cargamos una cruz desde el momento en que nacemos. Nadie se salva.

 

 Ruby era maravillosa. Con el paso del tiempo Keaton la fue conociendo más y la considero rara, sí, no lo iba a negar, Ruby decía cosas que nadie más decía, defendía detalles a los que nadie les paraba y se enamoro de ella, de sus virtudes y sus defectos, porque sí, su Ruby al igual que todos tenía sus defectos, millones de defectos.

 

—Veamos, soy inteligente, bueno, no me dejó callar la boca, malo, si me ganan una discusión me voy a los golpes, malo, defiendo a los que no tienen voz para hacerlo, bueno, no cuido mi salud, malo, quien sabe si por no cuidar mi salud un día me enfermo de algo mortal.

 

—¡No! ¡Tú no, Ruby! ¡Tú no morirás!

 

 Sintió nostalgia ante ese recuerdo. En esa ocasión Ruby enumeraba sus cosas malas, ya que tuvo una amiga que la consideraba un ángel y Ruby la sentó para que viera que tenía cosas buenas y malas, Ruby no era santa, podría irse tanto al infierno como al cielo. Así lo consideraba ella y era perfecta. Keaton en ese momento ya se había hecho inseparable de Ruby y se pegaba a ella como una lapa. También, fue la primera vez que casi le dice sus sentimientos.

 

Con todo lo que has hecho como no amarte —guardo en sus pensamientos. Los únicos que sabían que amaba a Ruby.

 

 Se sentó con las piernas cruzadas y posó una de sus manos en la mejilla de Ruby.

 

Te amo tanto, mi Ruby 

 

 —Keaton... —en ese momento los labios de Ruby se movieron y de ellos salió su nombre. Aquellos labios que él tanto tiempo quiso besar y que ahora eran suyos habían dicho su nombre mientras su dueña estaba dormida.

 

 Paso uno de sus dedos por los labios de Ruby, primero el inferior y luego el exterior.

 

 —¡¡Ah!! —Ruby bostezo a la vez que sus brazos se estiraban, estaba a poco tiempo de despertar.

 

 Uno de sus brazos se movió, buscándolo, sonrió, su Ruby era tan floja que no abría los ojos y lo buscaba para abrazarlo. Él le facilito el trabajo y se recostó, abrazándola.

 

 —Gracias... —abrio los ojos —He disfrutado mucho estos días contigo —el corazón de Keaton se aceleró por aquellos palabras de felicidad y se encogió de miedo, no quería que Ruby se apartará de él —¿Ahora que haremos?

 

 —Ruby son las tres de la mañana —recalco.

 

 —¿Y? —ella alzó una ceja —¿Lo que me iba a sorprender era un restaurante? ¿Algo que deba tener servicio? Tú me conoces y sabes que eso no me sorprendería, ¿Qué tienes planeado para mí? —ella lo miro directamente, él se había mordido el labio, lo que la hizo a ella sentir un cosquilleo en la zona baja del vientre —No se que sea, pero quiero la sorpresa ¡Ya!

 

 Keaton rio. Su Ruby se estaba haciendo adicta a él y eso lo hacía inmensamente feliz.

 

 —No deberías pegarte tanto a mi en el ámbito sexual, Ruby —dijo con un picor en los ojos.

 

 —¿Me vas a dejar? —rio ella —No me preocuparé a no ser que quites ese brillo que tienes cuando me ves —lo señaló con el dedo —Yo se que te mueres por mi como yo estoy muerta por ti —se recompuso en la cama, con una mueca en el rostro. Keaton la imitó —Cargame en tu espalda y llévame a dónde sea que me vas a llevar y... Si no lo haces te juro que en cuanto me pueda mover bien voy a salir de aquí, desnuda —recalco con una sonrisa.




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