Ella pensó nunca volver a enamorase, es más juro al cielo que no lo haría, que no se fijaría en el sexo opuesto, que solo los utilizaría para su veneficio, pero aquel hombre llegó sólo a entorpecer todo, se supone que sólo sería una noche de "aventura" no tenía porque pasar a más.
En el pasado le habían rotó en mil pedazos y eso no ocurriría nuevamente, no lo permitiría.
Él estaba dispuesto a abrir su corazón, sabía que podría encontrar el amor en cualquier lado, como lo había hecho su mejor amigo, aunque se decía que eso no le podría pasar, pero ella llegó con un corazón de piedra, llegó a él. Juro conquistarla y lo lograría así fuese lo último que hiciera; lo lograría a como diera lugar, desde aquella noche donde ambos dieron rienda suelta a sus más grandes deseos, se dijo que la convertiría en su señora y se lo recalcaba cada vez que la veía.
—Serás mi señora te guste o no —dijo con afirmación.
—Deja de atosigarme, por Dios, solo fue una noche.
—Y desde esa noche me he convencido que serás mi señora —dijo con autoridad.
—No seas iluso —dijo con molestia.
—Sí me he vuelto un iluso por tú culpa, ya te lo he dicho y te lo vuelvo a repetir y lo haré las veces que sea necesario, serás mi señora Eliana, lo serás…