Serás mi señora

❦ ✿ Capítulo 1 ❦ ✿

 ❦ Eliana  ❦ 

 

Llego a casa, abro la puerta y me adentro a esta, escuchó ruidos en la habitación, miró mi reloj, se supone que mi futuro esposo llega en unas horas.

 

Unos gemidos se escuchan al fondo, frunzo el ceño, mi hermano no está en el país y si en dado caso hubiese llegado me hubiera avisado.

 

La puerta de una de las habitaciones está entreabierta, con temor de ver lo que hay detrás de esta la abro, mi corazón late tan rápido que siento que se me va salir del pecho, siento que el aire se me escapa de los pulmones, todo a mi alrededor se detiene al ver la escena más bochornosa de mi vida.

 

Mi prometido se encuentra con una de las empleadas donde él trabaja, los dos están desnudos. 

 

Las paredes de mi garganta se contraen, el pecho se me aprieta, siento que la misma alma se me va salir del cuerpo al ser testigo de esta traición, él acaricia el cuerpo de la mujer, la sangre se me calienta y al mismo instante siento que se me hila. 

 

Siento como si arrancará una parte de mi pecho. Empiezo a aplaudir, los amantes voltean hacia mí y sus rostros pasan a diferentes tonos de colores.

 

—Bravo, pero qué escena tan romántica y maravillosa, sin duda es el mejor regalo —mis palabras salen firme.

 

—¡Eliana! —exclama mi ex prometido. —Yo lo puedo explicar —se levanta y trata de acercarse.

 

—¿Qué me vas a explicar? ¿Cómo metiste a esa mujer en nuestra casa?

 

—No amor, yo solo.. —mira a la mujer. —vete de aquí. 

 

—¡Solo que! —grito furiosa, pero a la vez tengo el corazón desecho.

 

Esto me pasa por ciega y tonta, por no querer ver más allá. 

 

—No es lo que crees amor —dice con descaro.

 

—¿A no y que es? Producto de mi imaginación, ¿es eso Rick?

 

—Amor no..

 

—Callate, puedes seguir en lo tuyo —camino a la otra habitación que compartimos, voy al armario y tomo una maleta. 

 

Empiezo a recoger mis cosas, las lágrimas pujan con salir pero no quiero romperme aquí, no frente a él, no tiene ese privilegio, no se merece ninguna de mis lágrimas.

 

—Eliana, ¿qué haces? —dice tomándome por el hombro.

 

—No me toques —digo empujandolo, la ira que siento no me deja romperme.

 

—Eliana, te prometo que no volverá a pasar. 

 

—Eres un descarado, que pretendes, que siga como si nada pasara, eso quieres.

 

—Solo fue una aventura, antes de dar el siguiente paso, ya no sucederá después del matrimonio te seré leal —lo miro con ganas de arrancarle la cabeza. —sabes que te amo solo a ti. 

 

—Una aventura antes del matrimonio, que me creíste tonta, te pude haber soportado miles de desplantes Ricky, pero una infidelidad no será una de ella y mucho menos lo haré sabiendo que no es la primera vez —estoy tratando de ser fuerte  —y según tú me amas que fuiste capaz de traicionarme a días de nuestra boda, me amas que fuiste capaz de meter a una mujer en esta casa, esa es tu forma de amar, porque si es así no quiero tu amor, no quiero nada de ti, puedes seguir teniendo tus aventuras. 

 

Sospechaba de sus infidelidades, pero no me atrevía a indagar, es que hubieron tantas señales que no quise creer, no quise abrir mis ojos ante aquellas situaciones.

 

—Eliana amor hablemos por favor, siéntate. 

 

—No me toques, deja tus mentiras, ya jugaste conmigo demasiado, no te voy a creer una mentira más —me mira y su mirada se oscurece.

 

—Has lo que quieras, pero sabes que sin mi no eres nada y desde ya te digo vete olvidando de tu proyecto de porquería —lo miró con la boca abierta.

 

—Crees que sin ti no voy a lograr nada, eso piensas —sonríe.

 

—Sabes que es así Eliana, sin mi no serás nada, no tienes dinero, no tienes a nadie en quien te puedas apoyar —sus palabras avivan una llamarada en mí.

 

Término de empacar mis cosas.

 

—No tienes a donde ir Eliana —vuelve hablar. 

 

—Cualquier lugar es mejor que  estar en esta casa.

 

—Sales por esa puerta y aquí no regresas más Eliana —lo miró con desprecio.

 

Sacó el anillo de compromiso de mi dedo y se lo lanzó al rostro. Sin decir más palabras salgo de la habitación.

 

—¡Eliana! Vuelve aquí —saco las llaves de mi bolso y las dejó sobre la mesa. —Eliana maldición no puedes olvidar lo que acabas de ver podemos solucionar esta diferencia.

 

Ignoro sus palabras y salgo de la casa, detengo un taxi, subo y en cuanto estoy dentro de este rompo en a llorar.

 

No por él o por su traición, sino por mí, por ser una ilusa que se enamoró de un hombre como Ricky.

 

Desde hoy no volveré abrir mi corazón a ningún hombre…



 




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