Solo ahora me doy cuenta de que el Carnicero literalmente me haya quitado a Black de encima. Y le ha dado un golpe fuerte.
Los hombres se paran el uno frente al otro.
Y luego sucede una explosión. Comienza una pelea. Ruda. Agresiva.
Nunca he visto algo así en mi vida.
Recuerdo como peleaban mis compañeros del colegio. Solían hacerlo en el patio. Pero no se compara con lo que veo ahora. No es una simple pelea. Parece una batalla a vida o muerte.
Ellos… se están matando.
Es difícil decir quién ganará al final. Los estoy observando, simplemente no puedo apartar la mirada. Y luego me estremezco, como si me despertara de un sueño.
¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Qué estoy esperando? Hay que huir.
Arreglo mi ropa lo mejor posible, para tener una apariencia decente. Pero mientras lo hago, piso un escombro de cristal. Mi pie se queda lastimado. Doy un grito de dolor y me agarro de la pared.
Sin pensar, miro hacia adelante. Veo a los hombres que están envueltos en una pelea.
Black proporciona un fuerte golpe al Carnicero y da un paso hacia mí.
Mira mi pie herida. Ese cabrón se distrae, y su oponente se aprovecha de la situación. No puedo ver con qué exactamente el Carnicero golpea a Black en la cabeza. Pero el tipo de repente se queda inmóvil. Intenta darse la vuelta y... se cae.
Miro con horror como su sangre se está derramando en el suelo. Hay muchos pequeños escombros a su alrededor.
-Todo está bien –dice el Carnicero y me obliga a mirar hacia otro lado–. A un fortachón como él no se le puede matar de un golpe. Va a sobrevivir.
De nuevo vuelco la mirada a Black.
Está vivo. Sí, definitivamente. Está respirando.
-Vuelve a tu habitación –continúa el Carnicero señalando con la cabeza hacia la puerta–. Yo resolveré el problema.
Distraída, asiento con la cabeza. Lanzo otra mirada breve en la dirección de Black. No veo mucha sangre. Además, el Carnicero también salió lastimado. Es una suerte que haya conseguido noquear al bastardo.
Me cuesta pensar. El regreso al archivo transcurre como en una niebla. Llego a mi habitación y me encierro dentro.
Y luego me permito deslizar por la pared hacia el suelo, y me echo a llorar. De nuevo. Estoy completamente histérica.