Serás mía

20

-¿Dónde está ella?

El jefe de seguridad está mirando al otro lado. Automáticamente hace un paso hacia atrás. Puedo notar que está tenso, toma su tiempo antes de responder.

-¿Dónde está?

Salto de la cama de hospital. Mi cabeza parece estar llena de plomo. Siento como unos disparos en las sienes. Aquel tipo me ha dado un golpe fuerte. Se me acercó por la espalda. Encontró un momento oportuno justo cuando ya estaba distraído. Engendro asqueroso.

Bueno. El Carnicero recibirá lo suyo. Lo resolveré luego. Ahora no. Primero tengo que resolver otro problema.

-Tienes una visita –el jefe de seguridad tose para aclarar la garganta y da otro paso hacia atrás–. Es tu abogado. Está esperando detrás de la puerta.

-¿Dónde está ella? –repito con amargura.

-La chica se fue –me dice al fin–. Su práctica se acabó antes de la fecha prevista. El Carnicero se la llevó.

No sé cómo puedo contenerme en este momento. No veo nada. Tengo tanta rabia que me olvido del dolor. El latido de mi corazón se vuelve tan fuerte que me pone sordo. Tengo ganas de golpear y aplastar a alguien. Roer con los dientes. Tengo que desahogarme.

-Fuera de aquí –gruño.

-¿Qué hago con el abogado entonces?

-Dije: fuera de aquí –lo interrumpo.

Cuando la puerta se cierra de golpe, doy un puñetazo en el armario. Retrocedo. Doy una vuelta por la habitación.

No. La ira no me suelta.

Doy un puñetazo en el armario y lo derribo al suelo. Tengo ganas de destrozarlo. Iría más allá. Mucho más lejos. Haría lo mismo con el Carnicero. Pero ya está lejos de aquí.

El maldito engendro salió de la prisión. Ya está libre. Y está con ella.

Cuando me doy cuenta de esto, me enfado aún más fuerte.

Ella es mía. ¡Mía! ¿Y ahora está con éste tipo?

No puedo pensar en nada. Es la primera vez que me pasa algo así. Y también es la primera vez que la situación está fuera de mi control.

Recuerdo lo furioso que estaba cuando me metieron tras las rejas. Pero sabía que mi libertad era una cuestión de tiempo. Sí, tenía que pasar unos meses en una celda. Un año, como máximo. Este era el acuerdo.

Se prolongó por unos meses más. Pero no importa. De todas maneras, voy a salir en libertad. Pero esto es algo completamente diferente. Esa maldita chica lo arruinó todo. Desde el primer encuentro.

Maldita sea. ¡Yo no le gusto, pero el Carnicero sí! Se fue con él. Mientras yo estaba tirado en la cama del hospital, huyó de mí. Qué lista.

Bueno, no pienso dejarlo así. Saldré en libertad y la voy a encontrar. Se lo he prometido. Está advertida. Siempre cumplo con mi palabra.

¿Qué le dijo el Carnicero? ¿Por qué ha creído en sus palabras? Es tan correcta. No necesitaba dinero. Solamente estaba pasando la práctica.

¿Acaso ella se enamoró de este maldito reptil?

Escupo. Mando estos pensamientos míos directamente al infierno.

No puedo reprimir mi ira. Me hierve el cerebro.

No importa lo que la chica tenga con el Carnicero. No pienso más hablar con ella. No voy a aclarar nada. Ya hablamos lo suficiente.

Ya es hora de que pasemos al siguiente nivel.

Enseño los dientes en una cruel sonrisa. Me siento excitado cuando recuerdo cómo la acariciaba. La aplastaba con mi cuerpo. Cómo luchaba ella estando debajo de mí. Como se retorcía.

Y… esos ojos suyos.

Me arruinó todo el placer.

Debería haberme mirado de otra manera. Sin miedo. Sin hostilidad. Algún día así será. La obligaré a que me mire de una manera diferente.

¿Cuándo tuve problemas con las chicas? Nunca. Nunca he escuchado un "no" de una mujer en toda mi vida.

Y solo ella siempre me gritaba: “¡No!”. No quería callarse. Se retorcía. Intentaba alejarse de mí. Estaba claro que no fingía, que en realidad estaba histérica.

¿Qué le pasa a ella?

Le expliqué todo. Le di suficiente tiempo. Para que ella se acostumbrase, que se tranquilizase. Le ofrecí dinero por su servicio. Le hice una buena oferta.

Es la primera vez que haya conocido a una chica tan salvaje.

Ella es la que tiene la culpa. Ahora no podrá deshacerse de mí fácilmente. Me debe tanto que ya he perdido la cuenta.

Flexiono mis puños. Me siento en la cama. Echo una ojeada a la habitación.

Demonios. Casi me vuelvo loco. Y es algo que está prohibido para mí. Voy a salir en libertad en un par de días. ¿Cuántos días me quedan aún?

Sería mejor esperar hasta salir libre.

Ahora es el momento de hablar con el abogado. ¿Por qué viene a visitarme antes de la fecha prevista? Tenía que venir en el día de mi liberación.

Me levanto. Abro la puerta.

-Adelante –digo.




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