Serás mía

21

Al día siguiente Mirón me envía el dossier.

Casi no contiene ninguna información sobre el Carnicero. Llevó a la chica a su casa en su coche, la dejó allí y se fue. Nunca más volvió a verla.

Por si acaso doy la orden de espiarla. El maldito engendro puede aparecer en su vida en cualquier momento.

Doy un vistazo al dossier. Ahora entiendo que la chica me había dicho la verdad. Sobre sus estudios en la universidad, y sobre su pasantía también.

Su biografía no parece en nada a la vida de una prostituta. Siempre ha sido una buena estudiante. Se graduó del colegio con un diploma de excelencia. Ha conseguido una beca en la universidad.

No tiene novio. Nunca ha tenido una relación sentimental seria.

Este hecho hace que me sonría. ¿Será verdad? ¿Qué nunca haya estado con un hombre? Seguí leyendo y enseguida me puse más sombrío. Ahí estaba escrito el apellido de “Zhdánov”.

Era él quién conspiró para hacerla pasar la práctica en la cárcel. Habló con alguien en la universidad quien tenía conexiones con la doctora de aquí.

He terminado de leer el dossier. Lo hice con mucha prisa. Pero al final vi una foto. Una de las más recientes. Llevaba la fecha.

Era la cara de la chica, fotografiada muy de cerca.

Estaba alterada. Asustada como si me hubiera visto a mí.

Esos ojos suyos…

Me pregunto qué expresión tendrán sus ojos cuando yo haga con ella lo que quiero. Como yo quiera.

Cierro la carpeta. La pongo a un lado.

-Maldita zorra –gruñó.

Cojo el teléfono y le envío un mensaje a Mirón.

Quiero que me informen sobre ella todos los días. Quiero saber todos los detalles. A dónde fue. Con quién. Cuándo. Su horario completo. Y también quiero ver sus fotos.

-¿Qué hay de mi salida? –pregunto cuándo de nuevo me reúno con mi amigo.

-Aún tenemos que esperar.

-¿Hablas en serio? –muestro los dientes en una sonrisa bestial.

-Ruslán, te entiendo, pero...

-No entiendes ni una maldita cosa. Estoy cansado de estar en esta prisión sin poder hacer algo útil. Añoro la libertad.

-Todo el equipo está trabajando en ello.

-Consigue más gente.

-El Carnicero nos tendió una trampa inteligente. Lo he averiguado todo. Tenías razón. En verdad, era él el culpable. Tardaremos más de un mes en resolver todo.

-No quiero pudrirme aquí por un mes más.

-No puedes poner tu vida en riesgo –me responde sombríamente–. Y lo sabes. Tenemos que resolver todo para que no surjan más problemas.

El tiempo pasa lentamente. Una semana. Dos semanas... Mi herida en la cabeza ya está curada, pero los asuntos más importantes no progresan. Me hierbe el cerebro cuando me pongo a pensar en toda esa mierda.

Cierro los ojos e imagino que la chica se encuentra a mi lado. Parece tan real que siento un escozor en mis entrañas. Se abraza a sí misma, tiembla. Abre los ojos. Muerde sus labios.

-Acércate –le ordeno.

Ella se niega rotundamente sacudiendo la cabeza.

-Sería mejor si vinieras sin que tenga que obligarte.

Solloza. Pero no da ni un paso hacia adelante.

-Vamos –doy unas palmaditas en mi muslo–. Ponte de rodillas. ¿Por qué ni te mueves? Quítate esos trapos.

Sé lo que lleva debajo de su chaqueta. Debajo de su pantalón vaquero. Una ropa interior de la más común. Simple y barata. Pero como me pone. Porque es su ropa interior. No me importa su apariencia. Quiero quitarle todo lo que lleva encima, arrancárselo.

Extiendo mi mano hacia adelante, y no encuentro nada. Solo toco aire. Mi mano se topa con el vacío. Entiendo que me estoy volviendo loco. Tengo que bajarme la presión.

-Tráeme una chica –le digo a Mirón.

Mi pedido no tarda en llegar.

Es una chica rubia. Guapa. Delgada. Me sonríe, se me acerca meneando sus seductoras caderas. Alza sus manos hacia mí, pero se detiene a tiempo.

Me dice algo, pero no me importan sus palabras.

-Ponte de rodillas –la interrumpo–. Y haz algo con tu boca.

Menos mal que no es morena. No parece en absoluto a la otra chica. De lo contrario, la habría follado de inmediato.

Estoy tenso. Necesito descargarme.

No siento nada. Digo a la chica que se vaya.

-¿Quieres que te busque otra? –pregunta Mirón.

-No –respondo–. ¿Por qué no había una foto en el último informe?

-En el nuevo habrá más que una, te lo prometo.

He estado tratando de superar mi adicción varias veces. Deje de leer los informes. Me negaba a ojear las carpetas. Pero joder, ya estaba enganchado. Siempre tenía ganas de volver a ver sus malditas fotos.




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