Seremos Estrellas

★ CAPÍTULO 24 ★

ADVERTENCIA: Este capítulo puede ser sensible para algunas personas.

OLIVIA

Desde que conocí a Patrick, mi vida había mejorado, no había cambiado, si no mejorado. Sabia que Jean le haría daño si yo seguía a su lado, pero aun así me quise arriesgar; no era fácil terminar con Jean, sabia que estaba obsesionado conmigo y eso me hacia sentir que me ahogaba más. Él me había contado que quería irse a Madrid, y podía ver en sus ojos, que no era feliz aquí, por la perdida de su padre, y la situación que tenia con su madre. Podía entenderlo, y por eso decidí ayudarle.

Luego de haber discutido con Patrick, me arme de valor en ir a la casa de Jean porque esa misma noche Simón me había dicho que Jean estaba saliendo con otra chica, y sabía que no podía seguir fingiendo que todo estaba bien, cuando en realidad no.

Antes de salir, le deje un mensaje a Patrick, y apenas me respondió, diciendo que iría conmigo, yo le dije que no se preocupara, que todo estaría bien. Pero sabía que, en el fondo de mi corazón, había una posibilidad que las cosas no saldrían bien.

Me pongo un atuendo abrigado, en el sobre que tenia sobre la mesa pongo la carta y el dinero que Patrick necesitara. Voy hacia la habitación de Emma y la encuentro estudiando, dejo el sobre en la mesa y ella me mira confundida.

—¿A dónde iras? ¿Y que es esto? —dice señalando el sobre.

—Saldré un rato —dije sonriendo—, y el sobre es para Patrick.

—¿Nuestro vecino? ¿Acaso sales con él?

—Adiós Emma. —digo tratando de decirle la verdad y salgo de su habitación.

Ya en la calle, la noche se encontraba muy oscura, lo único que daba luz eran las estrellas en el cielo; me fascinaba ver las estrellas por las noches, era algo que me hacía sentir en paz.

Llegue a su casa, hacía mucho frio y empezó a llover, me encantaba los días lluviosos, me hubiera gustado haberlo disfrutado al menos un poco más, pero Jean abrió la puerta de su casa, me miro confundido, entre directo a su casa queriendo aguantar mis lágrimas porque pensé que su familia estaría en casa, pero no había nadie.

—Jean, ya me enteré de lo que me hiciste. —tenía un presentimiento, aunque no le tome mucha importancia.

—¿Estas desconfiando de mí? Luego de todo lo que he hecho por ti, luego de haber hecho feliz tu vida de mierda, luego de haberte demostrado que te quiero, luego de haber aguantado tu mierda de personalidad, ¿enserio crees que yo te haría esto? —en el fondo sabía que no era verdad lo que decía, pero me costaba aceptar que esto no está bien.

—¡Cómo quieres que confíe en ti si siempre mientes! —no aguante las ganas de gritarle—. Siempre estas ocultándome cosas, y no eres capaz de decirme en la cara que no me quieres, porque si me quisieras no me hubieras engañado, eres un imbécil porque siempre me trataste como una cualquiera, tus detalles o regalitos de mierda nunca taparan tus errores, no hacen que me sienta querida hace que me sienta lo peor del mundo. Sé que todos cometemos errores, pero tú nunca te arrepentiste de esos, ni siquiera uno. Eso es lo que más me duele, porque te amo con todo mi corazón y eso es lo peor porque no puedo dejar de amarte, en estos 3 años nunca he podido ver ese brillo en tus ojos de que estás enamorado de mí, nunca lo he visto y jamás lo veré. Ya no quiero seguir amarrada a ti, nunca he podido hacer cosas que a mí me gustan, siempre has querido hacer lo que a ti te gusta, porque siempre se trata de ti y nunca te has dado cuenta de eso porque eres un imbécil. —no termine de decir lo último porque me lanzo una bofetada en la mejilla, con una mano en la cara lo mire con los ojos llorosos, el no dijo nada, pero pude ver a través de sus ojos la ira y el enojo que tenía, retrocedí hasta chocar con la puerta principal, trato de abrir esta misma, pero está cerrada.

La única que pudo escapar de ahí fue mi alma, pero no mi cuerpo.

Siento como Jean se acerca hasta mí, mi corazón latía muy fuerte, tenia mucho miedo por lo que fuera hacer, pero el solo me miro de pies a cabeza, su mirada era distinta, su respiración podía sentirla en mi cuello, y eso me hizo ponerme más nerviosa.

—Olivia, ¿acaso crees que yo no se que sales con alguien más? —dice con una voz áspera y cargada—, acaso crees que no te he visto con tu vecino, ese idiota que te está alejando de mí. Y se para que has venido, y no ha sido por las fotos que te habrán enseñado donde te engañaba, porque tu misma te metiste en la boca del lobo viniendo hasta mí.

Si solo hubiera venido en compañía de Patrick; todo esto hubiera sido diferente, pero en el fondo no quería que él salga lastimado.

Jean me toma del cabello y trato de zafarme de su agarre, pero es inevitable ya que este hace que caiga de espaldas al sofá. Se sube encima mío y comienza a pasearse por todo mi cuerpo; comienzo a llorar de la desesperación, y tomo valor en golpearlo en el estómago y logro tumbarlo al suelo. Corro lo más rápido hacia las escaleras para poder encontrar alguna ventana en el piso de arriba, pero es imposible, todas las ventanas están cerradas. Escucho a lo lejos como se abre un cajo, y como se afila un cuchillo, eso hace despertar mis alarmas y me desespero más; mis manos no dejaban de temblar y sentía que aire se me iba.

Se escucha como sube cada escalón y estos rechinan, hasta que llega al piso donde yo estoy. Trato de esconderme en una habitación, mientras me calmaba un poco, escucho que intenta abrir la puerta de la habitación donde me encontraba; y lo único que se me ocurre es esconderme bajo la cama.

Veo como entra a la habitación, solo puedo ver sus pies y camina lentamente hasta no encontrarme, pero se que no es idiota. Una de sus manos me toma del pie y me arrastra para salir de ahí.




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