Serena: El torpe ángel aprendiz

18. Alas rotas.

La lluvia cae sobre mi calcinado y adolorido cuerpo, mi respiración es dificultosa, no puedo abrir los ojos, tampoco puedo moverme, duele, arde, el olor a piel quemada inunda mis pulmones, ¡Oh Dios, querido y amado Trono, ayuda a estos fieles ángeles, ¡calma nuestro dolor! Toso y escupo sangre, la caída ha sido brusca, un líquido cálido se desliza por mi pierna, el olor metálico me hace reaccionar entonces, ¿Sangre? Con las pocas fuerzas que me quedan entreabro los ojos, me siento perdida, desorientada, ¿Dónde estoy? Estoy aturdida aún, los truenos parecen tan lejanos al igual que la lluvia la cual golpea nuestros cuerpos calcinados sin piedad alguna. Jeremías… el recuerdo de lo que acaba de suceder vuelve a mi mente haciendo que reaccione, mi pecho duele, la respiración es dificultosa, perdida observo el cementerio de Recoleta en su máximo horror.

Todo a nuestro alrededor es diferente, las tumbas antiguas están en su totalidad destruidas, los santos que decoraban estas se encuentran disecados, sus extremidades tiradas a mi alrededor. Hemos caído sobre un mausoleo y destrozado el techo con el impacto. A mi alrededor los ataúdes encuentran fuera de su lugar, destruidos tras el gran impacto, abiertos, el olor de los cadáveres en descomposición es asqueroso, me provocan arcadas sin embargo lo peor estaba a mi lado: el cadáver en plena descomposición de una humana que alguna vez fue bella. Ahogo un grito cubriendo mi boca. Eso es repugnante, es horroroso, ¡Donde hemos caído! He perdido mi estómago, deseo vomitar, quiero salir de allí, correr, tengo miedo.

Me aparto bruscamente horrorizada, pero, mi acto fue entrecortado por una oleada intensa de dolor proveniente de mi pierna izquierda. Aun aturdida poso mi mirada sobre esta, me cuesta identificar lo que mis ojos ven, la sangre sale a borbotones y una rama atraviesa la pierna. No sé que es peor, si la rama en mi pierna o el cadáver a mi lado. Me falta el aire, el dolor es insoportable y la sangre no se detiene, extiendo una mano temblorosa a la rama.

Serena, respira.

Arranco la rama de la pierna de un tirón, un desgarrador grito escapa de mis pulmones, ¡Es jodidamente doloroso! ¡No siento la pierna! ¡Oh por el trono, que alguien calme este terrible dolor! Mis heridas no pueden regenerarse por si solas, la sangre que sale de mi pierna comienza a escurrirse junto con la lluvia, manchando los escombros que yacen debajo de mi cuerpo. Moverme duele, son punzadas constantes de dolor y agonía que no puedo controlar, derramo lagrimas desesperadas observando todo el panorama. Mi cuerpo yace manchado de sangre, incluso mi rostro, me he golpeado la cabeza al caer.

Intento reincorporarme, mi cuerpo reacciona tarde, lento, torpe, me siento con cuidado en mi lugar y noto entonces las enormes alas que cubren mi cuerpo. No se han dañado por suerte, es un alivio. Jeremías, ¿Dónde estás? Pensé por un instante que nuestros cuerpos habían caído juntos, pero no logro encontrarlo entre los escombros.

Tomo una bocanada de aliento, lagrimas salen de mis ojos y recorren mis mejillas confundiéndose con las gotas bruscas de la lluvia mientras que, con las pocas fuerzas que logro sacar de mi interior, uso una estructura solida de los escombros para levantarme. Aprete los dientes y cerré los ojos con fuerza, ¡JODER! El dolor, el maldito y jodido dolor es agonizante, no puedo tolerarlo, voy a desmayarme.

Inhalo una bocanada de aire y me impulso para salir de los escombros casi cojeando, padre, ¿Dónde estás? Eres un demonio, tu puedes entrar en las barreras de otros demonios con facilidad, sin sufrir efectos secundarios, ¿Por qué no vienes a ayudarnos papá? Cojeo entonces mirando a mis alrededores. Absolutamente todo el cementerio se encuentra destruido, las estatuas rotas de los ángeles se lamentan y lloran, gritan por ayuda, ¿Esto es una barrera generada por un demonio mayor? Las nubes tienen una tonalidad rojiza, la iglesia que se encuentra junto al cementerio tampoco se ha salvado, una enorme cruz de roca la atraviesa, ¿El demonio mayor es capaz de modificar el lugar a su antojo? La barrera que el demonio ha creado en mi escuela ha sido pequeña y sin mucha potencia, solo lograba detener el espacio tiempo y enviarnos a otro “mundo paralelo” donde solo éramos él y yo.

Había oído a mi padre y a Jeremías decir que los demonios más poderosos podían hacer de ciertos lugares sus hogares, yo podía verlo con total naturalidad, pero, al encontrar la grieta que une su barrera con mi mundo, encontraba una cosa total y completamente diferente a la esperada. Este era el caso: el histórico cementerio de Recoleta destruido por el demonio. Estamos en la casa de un demonio de alto rango, el demonio que ha condenado a mi madre.

Diviso el cuerpo de Jeremías recostado bajo la estatua de la virgen María, el rostro de la divina madre muestra compasión y dolor, intenta proteger con todas sus fuerzas a su hijo amado quien, con pesar, se sostiene una herida en el abdomen bajo. Sus brazos están cubiertos de cicatrices, las famosas “quemaduras de rayo”, cabiz baja intenta mantener la calma y respirar. Su bello cabello rubio está despeinado. Sé que está bien, algo en mi interior me lo asegura, me dice que confié que sus heridas se están regenerando rápidamente a pesar de la sangre que mancha su ropa blanca. Ese sentimiento me alienta, es esperanzador. Gracias a esta conexión tan extraña no he tenido que buscarlo mucho, mi instinto me decía que él estaba allí, se encontraba bien más mis ojos deseaban contemplarlo.

Separo mis labios para hablar, para llamarlo, sus ojos azules se levantan entonces, están aturdido, perdido.

—Jeremí…

—¡Serena!

La voz de un hombre resuena seguida de un terrible estruendo, interrumpiendo mi llamado. El cielo se ilumina y me deja apreciar las facciones de Dante bajo una capucha, su cabello rubio se ha vuelto completamente negro al igual que sus ojos negros. El aire se escapa de mis pulmones, es verdad. Dante, el chico más apuesto de la secundaria, el jugador de futbol más codiciado entre las mujeres de la escuela es un demonio.



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En el texto hay: angeles, angelesydemonios

Editado: 13.03.2020

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