Serena: El torpe ángel aprendiz

8. Peligro

Una buena salida al cine por la tarde era lo que necesitaba, o eso había pensado Dylan y Megan para lograr levantar mis pocos ánimos. Jeremías ha estado hablando con mis padres y los tres llegaron a la divina conclusión de estudiar los pocos meses que me quedan de clases en casa. Perfecto mis sueños de recibirme junto a mis compañeros no serán posibles, no volveré a ver a Dante ni a ningún chico lindo de la escuela.

Aún no he discutido este tema con mis padres, tan solo me encerré en mi cuarto intentando no pensar en lo sucedido, intentando dormir y termine escapándome por la ventana llegada la tarde: primero me aseguré de que ningún humano pudiera verme, segundo saqué mis alas –las cuales las usaría para amortiguar la caída– y por ultimo me tire por la ventana para escaparme corriendo, necesitaba respirar un poco, pensar en lo sucedido pero eso no ocurrió, me lleve por delante al estúpido de Dylan y hemos terminado con Megan viendo una muy mala película de terror y tirando palomitas a la pantalla, pequeños momentos de felicidad donde he podido distraerme, lo agradezco en parte.

Se nos ha hecho tarde, demasiado tarde a decir verdad. Hemos estado en el Recoleta Mall jugando en "Mundo Cartoon Network" y molestando a un tipo disfrazado de Jake el perro, por suerte nos hemos ido antes de que llamaran a seguridad y comimos en un Mc Donalls, ahora se preguntarán ¿Quién ha pagado? ¡Por supuesto que el idiotamente atractivo de Dylan! O sea, sus padres son empresarios y con tan solo diecisiete años ya usaba tarjetas de crédito como un adulto.

Dylan es nuestra fuente de dinero, es un ángel con suerte, se podría decir que mis padres también tienen dinero de sobra, ya saben por qué, el rollo ese de vivir muchos años por parte de mi padre y de haber tenido muchos trabajos, eso lo ha hecho ahorrar hasta llegar a tener una fortuna de la cual no nos da ni un solo peso. 

Hace ya una hora que he dejado a mis amigos, estuve dando vueltas por plaza Francia, aunque los feriantes están los fines de semana me gusta la vista de la plaza sin ellos, se ve diferente. He decidido entrar al cementerio de la Recoleta, me siento tranquila paseando por allí, para un ángel no hay cosa más pacifica que un cementerio o una iglesia.

Pero mi tranquilidad no ha durado mucho, desde que entre vengo sintiendo que alguien me sigue y no, no es la misma sensación que tengo con Jeremías, siento peligro, como si las plumas de mis ocultas alas se erizasen y tensaran, no logro ver a nadie por mala suerte, solo grupo de turistas sacando fotografías a la tumba de Sarmiento o escuelas dando un recorrido a sus alumnos los cuales se ven muy abrumados y fastidiados.

Necesito salir del cementerio antes de que sea tarde, doy la media vuelta dispuesta a encaminarme a la salida pero... el ambiente ha caminado, el día nublado y húmedo ha cambiado, de golpe el cielo se ha tornado rojo, las nubes negras y el cementerio ha tomado una apariencia tétrica. Estoy en el campo de un demonio.

¡Debí de haberlo supuesto! ¡Esa sensación me advertía que un demonio ha estado siguiéndome todo este tiempo! Lo demonios son bastante astutos pero según tengo entendido en sus campos siempre hay una grieta, tan solo no debo dejarme llevar por el miedo aunque... un cementerio en el campo de un demonio es bastante aterrador, ¿Cómo no cagarse de miedo en este maldito lugar?

Las estructuras del cementerio que segundos antes estaban en perfecto estado ahora están completamente destruidas, los ángeles de las bóvedas parecen estar sufriendo, algunos no tienen alas, los huecos de sus omoplatos parecen sangrar y las estatuas antiguas de los fallecidos lloran sangre, oigo gritos desgarradores y puedo apreciar cuerpos salidos de sus cajones, huesos entre las estructuras destruidas.

Serena no veas, camina.

Me repito mentalmente ante la horrible escena, incluso las cruces están invertidas, ¡Que el trono me proteja! Necesito salir de este campo antes de que el demonio me encuentre y me mate... necesito irme ¡Ya!

Comienzo a caminar, el cementerio se vuelve frio conforme camino y puedo escuchar las pisadas de alguien a lo lejos, intento no mirar hacia los costados, la imagen es aterradora, indescriptible, no soy capaz de ver a esos ángeles llorar, no soy capaz de ver los cadáveres fuera de sus tumbas y el sufrimiento en sus rostros.

Alguien canta, una aterradora canción a lo lejos, es espeluznante su tono de voz, siento escalofríos y acelero el paso, ese alguien es el demonio el cual lentamente me provoca una inexplicable tristeza, los demonios que han sido condenados tienen esa peculiaridad, te atrapan ante su dolor, te hacen sufrir, sentir enfado e impotencia, sentir lo que ellos.

Por suerte mi padre no es como ellos.

—Chip, chap, chop, hoy cazaré a un angelito. —joder su cantar me produce nauseas, su voz es horripilante, aterradora.

Doblo en una sección y a pesar de ver la salida sé que no estaré a salvo si salgo, seguiré aquí dentro sin poder escapar, generalmente las grietas están en el cielo pero no logro ver nada, tampoco puedo volar como para buscarla. Joder Serena, piensa.

El canto del demonio se intensifica junto a esos sentimientos abrumadores los cuales comienzan a afectarme por más que quiera ignorarlos, el suelo comienza a arder y veo los cadáveres levantarse, gritó ante tal atroz acto y comienzo a correr en dirección a la salida del cementerio pero las rejas se cierran antes de que pueda llegar.



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En el texto hay: angeles, angelesydemonios

Editado: 13.03.2020

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