Capítulo #1
A veces, el fuego apasionado del amor consume todo lo malo en nosotros, pero, si no tenemos cuidado nos quema por completo.
Alexa 22 de abril del 2021
Camino a paso lento hacia mi casa, observándolo todo a mi alrededor, hay gente montando en bici, jugando, tomados de las manos, escuchando música e incluso cantando.
Si mi perspectiva de la vida estuviese basada en la imagen que este momento me da, sin pensarlo la describiría como algo único, fascinante, alegre, simplemente inefable. Pero, ¿qué pasaría si tuviera que describirla no por este momento, no por esta gente, sino por mí, por mis experiencias y mera existencia?
En ese caso todo sería diferente, porque ya no me estarían preguntando cómo se ve la vida sino como se siente, en el alma.
Desde mí experiencia les explicaría que la vida es cruel, dura, fría y solitaria. Diría que es como una melodía, todos estamos destinados a bailar una distinta, al principio te encanta y bailas con ganas, luego te duele el cuerpo y la cabeza pero aunque quieras parar no puedes, es tú destino, la única escapatoria sería apagarla. Por último termina aburriéndote porque te acostumbras al dolor.
Desde mi perspectiva están los que deciden apagarla sin miedo a que pasará con ellos después, prefieren averiguarlo antes que seguir soportando el dolor. Mientras que por otro lado están los conformistas, los que no tienen el valor para hacer algo que cambie su sufrimiento.
Como ya lo dije antes, todos somos melodías diferentes y si danzamos lo suficiente tal vez podríamos encontrar la melodía que al unirse con la nuestra cree la canción más espléndida y perfecta, con la que al bailar jamás te agotarás y si te caes te sostendrá.
Me llamo Alexa Stone Gossard, tengo 18 años, nací en Estados Unidos pero me mudé a Bélgica cuando mi abuelo murió.
La etapa de mi vida en la que danzaba sin parar fue la que viví en América, en la que quería parar porque ya no soportaba más fue la que experimenté acá y ahora estaba aburrida, me había dado por vencida.
Llámenme ilusa, pero siempre tuve la esperanza de encontrar la melodía que encajara a la perfección con la mía y me sacara de ese hueco oscuro y frío donde me encontraba.
Yo no lo sabía, no sabía que era enamorarme y en realidad sería hipócrita decir que no ansiaba saberlo. En algún punto llegué a creer que nunca lo sentiría, hasta que llegó él. Esta es mi historia, la nuestra.
Alexa 13 de septiembre del 2020
—Buenos días —hablo mientras entro en la cocina.
—Hola cariño que bueno que ya estás despierta.
Me saluda mi madre con una gran sonrisa en sus labios, por lo cuál me obliga a copiar su acción —no quiero desanimarla— veo como se dirige hacia el horno y lo abre, creo que revisa algo, porque inmediatamente un aroma delicioso se apodera de todo el sitio.
Yo me dirijo hacia la isla de la cocina y me siento en uno de los taburetes, quedando justo detrás de mi madre.
—¿Por qué? Me necesitas para algo — hablo retomando nuestra plática.
—Nada en especial — dice mi madre mientras se voltea con una bandeja llena de deliciosos panecillos en sus manos —Solo que tenía ganas de verte y preguntarte si ya has tomado una decisión.
—¿Sobre qué? — inquiero haciéndome la despistada mientras estiro mi brazo en busca de un panecillo.
—Sobre la Universidad —suelta mi madre obvia mientras se limpia las manos con un trapo.
—Ah, todavía, aún tengo tiempo ¿no?
—Pues sí pero no quiero que te confíes.
—Vale, no lo haré — suelto un poco tajante, este asunto ya me tiene aburrida.
Aunque mis padres saben perfecto que no me siento lista para ir a la Universidad me obligan a elegir una este año.
Me llevo el panecillo a la boca mientras me reacomodo el pelo detrás de mi oreja y enciendo la pantalla de mi celular.
—¿Qué es eso? —inquiere mi madre, no sé a que se refiere hasta que levanto mi vista y sigo la dirección de su dedo.
—¿Qué tengo en el cuello? ¿Me he vuelto a intoxicar?
—Tienes rayones, por todo el cuello — declara y como acto reflejo me llevo una mano hacia la zona que ahora mi cabello dejaba al descubierto.
—Pues no sé, siquiera me había percatado.
—Necesitas ayuda cariño, date cuenta por favor —escucho las palabras de mi madre las cuales van acompañadas de un tono suplicante.
—No es para tanto — digo mientras vuelvo a acomodar mi cabello hacia delante —lo más probable es que lo haya hecho bañándome.
—Genial, ahora te haces daño inconscientemente. Necesitas un psicólogo Alexa, por tú bien —suelta en un tono más serio.
—No quiero hablar de esto de nuevo, ¿y papá? —vuelvo a dirigir toda mi atención a la delicia que tengo en las manos, escucho como mi madre suelta una respiración algo exagerada por la boca pero decido ignorarlo.
—Tenía una reunión hoy temprano, así que se ha ido antes.
—Ok, ¿quieres que vaya poniendo la mesa?
—Stephanie la va a poner luego.
—Oh no, yo puedo ya es mayor mejor que descanse.
—Pues sí, está bien, entonces hazlo.
—Oye ma ¿qué te parece la idea de mudarnos? —inquiero y esta abre sus hermosos ojos grises como platos. No es porque sea mi madre pero es una mujer hermosa de 46 años, piel clara, estatura mediana y cabello negro ondulado y corto.
—¿A qué viene eso?
—Pues no lo sé, llevamos mucho tiempo aquí y de verdad siento que este sitio no es para nosotros, esta casa está llena de recuerdos, resulta.. incómodo .
—Te entiendo cariño, pero tenemos que hacernos cargo de la empresa, lo sabes.
—Ya...¿eso sería un no?
—No lo sé, tendría que hablarlo con tú padre .
—Ok.
—Igual tienes que pensar en tú futuro, acá hay excelentes Universidades —ese tema, de nuevo.
Editado: 07.09.2022