Serendipia

1 El fin en realidad es el inicio

Aún tengo en mi cabeza el sonido del reloj... aquellas doce campanadas, eran como una cuenta regresiva y cuando estas pararan de sonar, mi corazón dejaría de latir.

Y tal vez el fin en realidad sea el inicio, tal vez el 12 deje de ser mi número maldito; mis ojos estaban cegados y al partir se expandieron, no estoy muy segura de casi nada.

De lo que estoy segura son de tres cosas, el frío nunca se va, la sangre deja de tener sabor, y la venganza puede ser una motivación más fuerte que el amor.

...

ALICE

Era un día caluroso, hace unos pocos días había cumplido los 17 años pero por la mudanza apresurada no había tenido una fiesta o pequeña celebración al respecto, en cuanto pudimos tomarnos un respiro mis padres decidieron ir a la feria de esta nueva ciudad, no era algo que me atrajera, pero morir de calor en mi habitación no era nada atractivo.

Uno piensa que la mudanza debe ser algo de máximo una semana, pues bueno estas ya se habían robado todo un mes de mis vacaciones, no había tenido tiempo de socializar, igual no es como si hubiera hecho algún esfuerzo, mis días era estar en casa, dibujando, acomodando muebles y así hasta que los tres estuviéramos a gusto con ellos, al menos para relajarnos creamos las noches de películas los martes y jueves, últimamente repetimos la comedia de Clue y A christmas carol de 2009 y no porque les tuviéramos gran pasión, las otras películas estaban en una caja aún desconocida (tip del día, siempre pongan con marcador permanente qué hay dentro de cada caja cuando se muden); Las otras noches de la semana iba a la pista de patinaje cerca de casa, me encantaba y podía hacer varios trucos, lo empecé a practicar desde hace años, pero nunca quise llevarlo a lo profesional, me sentía feliz patinando sola, una ventaja de que mi padre fuera amigo del dueño de la pista y le debía un par de favores, fue demasiado conveniente.

Nos subimos los tres al automóvil, mis padres comenzaron a discutir sobre los arreglos que le harían a la casa por cuarta vez en el día, que si el florero negro iría en la sala o en la cocina, si tiraban la vieja colección de papá (ésta última no le agradaba a mi padre y la defendería hasta la muerte) cosas así. Ya estaba un poco cansada de la monotonía así que coloqué los audífonos en mis oídos mientras miraba por la ventana, tenía descargadas pocas canciones, aunque ya tuviéramos un internet decente, en mi único tiempo libre para descargar música era volviendo de la pista y regresaba más bien como un tronco y lo olvidaba por completo.

Al pasar por las calles de la ciudad, observaba el mundo matutino, los negocios apenas abriendo y otros aún cerrados, desvié mi mirada al cielo, ni una sola nube, ni un solo pájaro, las 9 de la mañana y tan poco movimiento, me encantaba la tranquilidad. Este lugar era mi nuevo inicio, nuevas personas, nueva escuela ya casi en universidad, nueva casa, todo nuevo, claro que tenía amigos en mi antigua ciudad, pero ninguno para considerarlo cercano, tenía buenas expectativas ahora, empezar desde cero, pero antes de eso iba a disfrutar mi tranquilidad, me debía eso.

Ahora nos dirigimos a la feria, por fiestas de navidad y año nuevo habían venido a la plaza central, aunque algunos juegos estaban permanentes sabía que íbamos a venir temprano para evitar estar con el mar de gente, pero a esta hora era realmente absurdo, en fin, al menos la iba a ver, me encantaban los juegos mecánicos… pero como era de esperarse a esta hora ninguno estaba abierto, al igual que el resto de la ciudad, apenas estaban despertando los locales, la comida ya estaba a la orden del día, por lo que nos sentamos a comer hamburguesas, la dieta es para los débiles en esta familia.

-Alice, come con calma, un día de estos te vas a atragantar.
-Rachel… Cuando tú y yo éramos jóvenes comías 3 de esas en menos de 20 minutos.
-Eh... Eso es diferente.

Solo reí ante su comentario, era cierto, incluso hay una foto en casa, mamá en un concurso de comida, no ganó, pero vaya que era un barril sin fondo esa mujer. Apenas notaba que no solo había feria, también un circo a su lado, varias carpas en desorden estaban justo a unos metros de nosotros, sentí la necesidad de ir a explorar.

-Bien, sé que este es un día “familiar”, pero ¿Podría ir a dar una vuelta?, mientras ustedes dos podrían recuperar el tiempo perdido, si saben a lo que me refiero.

Guiñé mi ojo hacia ellos, Papá pasó su brazo sobre los hombros de mamá, lo cual quería decir “tardate el tiempo que quieras”.

Camine entre las carpas, en su mayoría rojas con blanco, el típico color de un circo, llegó un punto en el que me metí tanto entre ellas, que ya no escuchaba los pocos coches pasando por la avenida que estaba frente a la entrada. Cada carpa tenía un diferente letrero anunciando una atracción, un acto de magia o algún ser extraño “La mujer barbuda”, algo ya muy visto si piden mi opinión, “Casa del terror”, ¿En serio? ¿En plenas fiestas navideñas una casa del terror? se atrasaron un poco, “Laberinto de espejos” mmm… Un clásico.

Gire sobre mis talones, ninguno llamaba mi atención, al voltear el sol que antes había alumbrado mi espalda ahora llegó a mis ojos haciéndolos cerrar de golpe, alcance a ver la figura de un hombre frente a mí, pero cuando por fin mis ojos se acostumbraron a la luz ya no había nadie… Seguramente era uno de los trabajadores que pasó rápidamente.
No le tomé importancia; camine sin prisa de regreso al puesto de comida yo creo que ya tuvieron tiempo suficiente ese par, además mi estómago ya estaba haciendo ruidos, no había terminado mi hamburguesa. Al girar para volver con mis padres, choque con la espalda de un chico, juro que él no estaba ahí hace un segundo, del golpe me lastimé la nariz, y la visera de mi gorra lastimó su espalda sacándonos a ambos un gemido de dolor.



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En el texto hay: romance y fantasia, romanace

Editado: 15.08.2025

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