Hoy era mi tercer día dentro de esta jaula, y para acabarla, me habían encadenado de pies y manos, podía moverme dentro de la celda, pero eso era todo, además eran completamente innecesarios, lo único que hacían era lastimarme, a cierta hora del día, llegaban más chicos entre los 15 y 28 años, a sus propias celdas pero todos alejados de mí. Eran el resto de chicos que habían caído aquí y solo poseían una peculiaridad o dos, Sira los hacía entrenar todo el día, como si formara un ejército para una guerra que jamás sucedería.
Algunos quisieron hablar conmigo, pero yo no decía nada, solo algunas veces los miraba. Así que dejaron de intentarlo.
Cuando de nuevo me encontraba sola, venía Charlotte a traerme comida, ella me traíar información de cómo salir.
La primera vez que me dijo que me ayudaría a escapar sólo pensé “lárgate con tus bromas a otro lado y déjame morir en paz” pero no, ella estaba en contra de Sira, pero no de manera positiva, sabía que él tenía algo contra mí, ella tenía la teoría de que lo hacía más fuerte, tenía más teorías, pero la primera me pareció tan ridícula que deje de escuchar, también pienso que cómo pude confiar en ella para salir, pero seguía esa voz en mi cabeza que me daba esperanza.
Ella tendría que extraer una parte de mi alma, al final matar a alguien no te hacía perderla, era una mentira para que Thiago no matara a todos los presentes, el por qué alguien como él se preocupaba por su alma aún era un misterio para mí, digo, si fuera real yo creo que ya no tendría nada.
El bosque estaba maldito porque en cuanto entras en él, éste empezaba a extraer tu alma de a poco hasta que morías, pero las formas en que lo hacía no eran precisamente agradables. Al extraer un fragmento de tu alma, pasabas desapercibido el suficiente tiempo para cruzarlo antes de que el bosque notara tu presencia.
Como la pelirroja jamás había hecho algo parecido, se tomaba su tiempo para investigar cosas, debía apresurarse, Sira por fin sabía qué iba a hacer conmigo, tomaría cartas en el asunto mañana, por lo que sé, sería peor que la muerte de Mike, así que fuese lo que fuese lo que Charlotte hiciera, tenía que ser esta misma noche.
Como de costumbre me llevó la comida ese día pero esta vez venía con un papel escondido dentro de uno de mis panes, no se quedó, pues los otros chicos estaban ahí, incluso era raro que me trajera la comida mientras ellos estaban, pero tampoco era la primera vez, me dio una mirada de complicidad y se fue.
Revisé el papel escondido:
"1 am, mantente despierta"
Arrugue el pequeño papel para después tragarlo, asegurándome de que nadie lo hubiera visto, esa tarde comí como si nada pasara.
El resto del día transcurrió normal, si a eso se le puede decir normal, desde que estuve aquí no he vuelto a ver a Thiago o a Emily, una ventaja, pero aún así no todo era perfecto, y tampoco habían terminado las torturas, no todos los que estaban ahí debajo eran agradables, se creían superiores a mí, a veces me insultaban, otras me aventaban cosas hacia mi celda, prefiero no especificar, pero yo solo tenía un objetivo, y ellos lo único que hacían era que generará más odio a este lugar.
Al llegar la media noche ya todos dormían, no les quedaban energías para nada, me acerque a la reja y ahí me quedé esperando a Charlotte mis cadenas hicieron ruido, pero muy ligero por lo que no desperté a nadie, medía las horas del día por las cosas que pasaban, como la hora en que despertaban, horarios en los que salen a entrenar... pero de madrugada todo era diferente, desconocía todo, hace mucho que no veía el Sol, ni las tan extrañas estrellas, solo paredes, rejas y personas desconocidas.
Esta vez no escuche la puerta oxidada pero si la voz de Charlotte detrás de mí.
-Hora de irse, muda.
Sacó una llave y abrió mi celda, con cuidado de no hacer ningún ruido, después de librarme de las cadenas que ya habían dejado marcas en mis muñecas y tobillos, aunque íbamos a prisa debíamos mantenernos calladas, pues si alguien nos veía, mi muerte era segura… la de Charlotte también, pero ella realmente no me interesaba.
Salir del castillo fue bastante fácil, todo estaba dormido o muerto a esta hora, pasamos por fuera del que antes era mi “hogar”, seguramente Rose estaría debajo justo ahora.
-Si buscas a esa rarita ya no está, la muy idiota se escapó al bosque, a estas alturas debe ser parte de la tierra.
Rose y Mike estaban muertos… sea donde sea que estén espero que por fin tengan paz.
Charlotte me llevó al inicio del bosque, exactamente al mismo lugar donde Mike había muerto.
-Dime qué tengo que hacer.
Me señaló un lugar frente a ella para que me sentara.
Estaba ansiosa y nerviosa. La pelirroja puso un frasco en medio de nosotras, empezó a concentrar su poder en el centro de ella, algunas partes de polvo se levantaron del suelo, Empecé a sentir como si algo me jalara del pecho, una fuerte punzada, entonces una luz salió del frasco, Charlotte tomo mis manos al tiempo de que mis ojos se cerraban, el dolor era tan fuerte que me nubló la vista mientras mis gritos comenzaban a surgir, pero no me escuche, era un dolor indescriptible, horrible, lo único que pedía era que terminara ya.
-Resiste, falta poco.
Jure que escuche un <Lo siento, Alice> pero su voz sonaba lejos y como si estuviera hablando desde otra habitación a través de un cristal.
Ya no estaba sentada, me sentía flotando en la nada, unas manos invisibles me sostuvieron, yo estaba inmóvil, sentí como si me arrancaran algo de mi cuerpo, y luego nada, comencé a ver puntos blancos parecidos a las estrellas, eran las mismas que veía antes, las de mi mundo, estiré mi brazo, ya no estaba sujetándo a Charlotte, intenté tocar las estrellas, se veían tan reales, escuchaba a Charlotte pero no me importaba lo que dijera, eran mis estrellas, era mi mundo, cuando estuve a punto de tocar la estrella, senti como si partes de mi se descompusieran y se volveran a reordenar, está vez sin dolor, luego sentí la caída, pero esta vez no fue un golpe, solo estaba ahí en el suelo recuperándome y Charlotte cerraba el frasco, yo seguía hincada en la misma posición.
El frasco tenía una neblina blanca dentro, supe que ese era el pedazo de mi alma que tenía que dejar atrás, sin embargo no sentí alguna diferencia en mi, mi cuerpo se sentía algo extraño, pero a decir verdad ¿quién ha siquiera podido sentir un alma? volví mi vista al frente y Charlotte me miraba con los ojos demasiado abiertos.
-¿Qué me ves?
Dije con dolor, mi voz sonó rasposa, me levanté con pesadez, ya era hora de irme.
-Tienes algo que hacer, ¿no? –Mire el frasco en el suelo- Más te vale que cuides eso.
-Bien, el tiempo corre, suerte Alice, la necesitas más que yo.-dijo al salir de su trance.
Corrió en dirección contraria a mí, llevándose el frasco oculto; antes de adentrarme al bosque cubrí mi cabeza con el gorro de la capa que me había dado Charlotte.
Volteé al castillo, que ahora se veía tranquilo.
-Adiós, infierno.