Katia, era el nombre de esa mujer, la líder del castillo de día o “Lux” como me explicaron, por eso al verla sentías como si vieras un amanecer, y calidez en tu interior, o así lo interpreté yo. Alka estaba a su lado con la máscara de gas nuevamente colocada, entendí con el tiempo que era una maña que ella tenía.
Después de nuestro no tan feliz encuentro afuera, se acercó a mí para tocarme, cosa que... por más dulce que parezca no quería que lo hiciera, me alejé, pero terminó por alcanzarme, sólo dijo:
-Tu hora aún no había llegado.
Los cuatro volvimos al castillo, a uno de los salones, el cuarto del tiempo, me decía Katia que debíamos revisar un libro de no sé qué, Jason me bajó después de un rato, le aseguré que podía caminar, y sí podía, me costaba trabajo, pero podía y sin dolor, debo decir que gracias a él su efecto de curación quizá fuese retardado, el piso de mármol era frío, me sorprendí de sentir frío, pero no era molesto, de hecho se sentía bien.
Katia estaba como loca buscando un libro, mire al rededor, dentro de ese cuarto había muchos relojes de arena corriendo, y muchos libros de color dorado igual que la arena, maravilloso. Entré al mundo de las hadas… me abrumó, solo quería salir.
Al entrar había un chico ahí que no nos había notado hasta que Katia hizo ruido entre los estantes, Alka lo saludó, pero él en cuanto vio a la mujer de blanco hizo un breve reverencia.
-Mi señora, ¿en qué puedo ayudarle?
-Armandek, necesito que me ayudes a encontrar un libro, alguien ha violado las reglas.
Y así pasó ella y ese chico buscaron ese libro de arriba a abajo hasta que por fin lo encontraron, uno igual que todos pero el contenido era diferente, Katia lo colocó sobre el único atril en el centro de la habitación.
-En estos libros están escritas las historias, las vidas de las personas- me explicó.
Me acerqué lentamente junto con los demás, si me iban a dar una lección de vida.. o muerte, mejor lo recorremos para después, mi agenda está ocupada, no quiero hacer nada de aquí a las 10:30 del año que viene.
-Está prohibido que alguien lea su propia historia, pero en vista de las circunstancias creo que no habrá problema si altero un poco esa regla.
En la primera página se encontraba mi nombre, junto con ciertos datos.
Alice Dione León Camal
Edad: 18 años
Altura: 1.60
Peso: 49 kg
Edad de muerte: 17 años
Edad de muerte original: 24 años
Forma de muerte: Puñaladas en el pecho.
Forma de muerte original: Accidente automovilístico.
Me coloqué frente al atril justo donde antes había estado Katia.
-¿Por qué hay dos tipos de muerte y dos edades diferentes?- decía mientras mis ojos no paraban de releer esas dos líneas escritas.
-Alguien alteró tu muerte, y con ello alteraron el destino de muchos, eso explica tus ojos- notó mi confusión, ¿qué tenían mis ojos?- ¿no los notaste? Son violetas con magenta.
Alka me prestó un espejo pequeño que tenía en su bolsillo, además del río no había visto mi reflejo en todo este tiempo, podría haberlos tenido desde que morí o quizá después del bosque, no estoy segura.
-Alice, si una persona muere antes del tiempo que debería se afectan muchas cosas, el destino de las personas que estaban en su vida, eso deja una marca, para los que llegan aquí es una marca física, mientras más tiempo sea, mayor será la diferencia, en tu caso, tus ojos.
...
No me permitió leer más que la información inicial, pero con eso me había bastado para saberlo, alguien me había matado 7 años antes, pero ¿por qué?
Ese día aprendí muchas cosas de mí, como que había muerto hace un año pero no del todo, mi cuerpo seguiría creciendo hasta que tuviera 24 años, por lo tanto a diferencia de los demás yo sí necesitaba seguir comiendo, no tan seguido como una persona normal, había durado días sin comer y al comer lo que solo eran desperdicios, me hacía más débil y eso a su vez había evitado que mis poderes aparecieran, igual era con dormir. Ahora me encontraba en el comedor con mi nueva sombra, Jason, quien se había ofrecido a quedarse conmigo mientras Alka y Katia descubrían qué estaba pasando, aunque ellos no necesitaran comer al igual que yo, seguían sintiendo los sabores, por eso el castillo tenía una cocina, una muy amplia, si bien no lo necesitaban a veces comían por placer, pero no muy seguido, eso me lo explico Jason.
-No es necesario que te quedes conmigo todo el tiempo, sabes.
-Sí, pero de igual forma lo haré.
-Es molesto.
-Algo me dice que tampoco quieres estar sola.
Hice una mueca pues tenía razón, pero evité el comentario y seguí comiendo, mientras él comía un helado al lado de mí.
La comida era muy buena, me sentía como cuando mi madre hacía sus especiales cada que celebramos algo, quería devorarme el plato y quizá si estaba comiendo de manera no muy común, pero Jason no me decía nada, se mantenía tranquilo comiendo a mi lado, dejándome disfrutar mi momento, entonces pensé en mis padres por primera vez en mucho tiempo, mis padres… ¿Cómo estarán ellos?
-¿Qué sucede?
-Nada solo estaba pensando en cosas del pasado… termine.
-Muy bien, dame tu plato.