Seres Almáticos. Fuerza de Voluntad. Inari Masga.

13. No lo puedo creer.

 

“Hoy el poeta, cuando trata de imaginar
estas grandezas originarias, en los lugares donde se dejan ver,
la desnudez del hombre y la de la mujer,
siente que un tenebroso frío le envuelve el alma
ante este oscuro cuadro repleto de terror.”
Charles Baudelaire. Yo amo el recuerdo de esas épocas desnudas.
 

 

Me siento extraña, los mareos se han vuelto más intensos, las náuseas son muy constantes, no sé qué me está pasando, me duele mi abdomen, no sé si es mi vientre o mis intestinos, algo tengo que me hace sentir pesada, gorda. Daxne se ha dado cuenta, me ha observado todo el día, es difícil fingir teniendo una amiga como ella, siempre al pendiente de mí. Aún estamos amueblando el departamento y me estoy agotando rápidamente – Arielle, ¿Estás bien? – Preguntó una vez que acabamos de acomodar la cocina – Estoy cansada, pero, ¿Por qué preguntas? – Suspiré un poco desorientada – Te ves un poco hinchada, y cada rato estás yendo al baño – abrió el refrigerador para sacar botellas de agua – ¿Estás comiendo bien? – Cuestionó con la ceja levantada – Si, como lo que se me va antojando, ¿por qué? – Hice memoria de lo que he comido en los últimos días –  Dime, ¿Aún eres virgen? –  Su pregunta hizo que me ahogara con el agua, tosí repetidamente hasta que recuperé el aliento – N…no, ¿Por qué lo preguntas? – Esa pregunta me hizo sentir incómoda – ¿Hace cuánto tuviste tu última relación y con quién? – Se acercó a mí al punto de sentir su respiración, era algo intimidante su mirada – Hace como…tres meses, con Jared, una noche antes de que partiera a New York – respondí atropelladamente – ¡es reciente! – Exclamó con sorpresa –  ¿Qué tiene? – Me confundí –  Vamos con el doctor y que él nos diga si es lo que creo – suspiré, no quería considerar esa opción, pero si ella cree que es posible, veremos.

Nos dirigimos al consultorio médico más cercano de donde vivimos, en el camino fui reflexionando sobre lo sucedido, ¿Será posible? En mi opinión, no.

Cuando llegamos, la secretaria nos recibió amablemente y nos pidió que tomáramos asiento, Daxne saco la ficha y se sentó a mi lado – ¿Crees que tardemos mucho? – Terminé de formular la pregunta y en el instante me tape la boca, salí corriendo hacia los baños, vomité un par de veces,  me lavé la cara antes de ir a donde estaba Dax, intenté tranquilizarme, en verdad esto se me hacía imposible, inimaginable, es...es...pero, ¿Cómo? No lo entiendo, me cuidé... Pasaron como diez minutos que estuve sumergida en mis pensamientos, cuando comenzó a sonar mi teléfono, era Daxne, lo más seguro es que se haya preocupado, por lo que respondí en el segundo timbre – Ya voy, no te preocupes – dije tranquila – entonces, apúrate, es tu turno – me apresuró – ¿En qué consultorio estás? – Pregunté mientras salía del área de baños – Te tocó el dos – puntualizó y colgué, en el camino choqué con un joven, quien me sonrió y se hizo a un lado para darme el paso, yo le agradecí con un movimiento de cabeza y le sonreí casi en el mismo momento en que corrí nuevamente.

Al llegar al consultorio dos, Daxne me estaba esperando afuera, sin decir nada me hizo pasar, ella entró después de mí y cerró la puerta detrás de ella – Buenas tardes, señoritas, ¿A quién voy a revisar? – Saludó después de dar una vista rápida hacia nosotras – ¿Tú? ¿Qué haces aquí? – preguntó Daxne sorprendida – ¿Maharatta? (¿Gran guerrero?) ¡Cuánto has crecido! – El doctor la saludó en hindi y luego continuó en español, al parecer se conocen de años – Ha...(Si...), te traje a mi amiga Arielle, revísala – le ordenó – Muy bien, toma asiento y señorita Arielle, dígame, ¿Qué tiene? – indicó y me escudriñó con la mirada, unos ojos color miel - Arielle, dile absolutamente todo – Respiré profundo, analicé por unos segundos los últimos meses y hablé un poco temblorosa – Pues, últimamente, he tenido mareos constantes, me duele mi abdomen, siento como si estuviera pesada o gorda, he vomitado constantemente y la comida me da asco – expliqué – Fecha de su último periodo – exigió, me quedé paralizada, no lo recordaba – no sé, sólo recuerdo la última vez que estuve con mi novio, fue antes de su viaje – narré lo que tenía presente – ¿Hace cuánto? – Siguió, apuntaba todo lo que le decía –  Hace como tres meses – respondí, la charla se volvía mecánica, él preguntaba yo respondía – ¿Hace cuánto que presenta estos síntomas? – Cuestionó, miré a Daxne confundida, respiré profundo nuevamente, los nervios me estaban consumiendo, no podía creer que tenía poca información de mi propia salud –  Hace como mes y medio – contesté tanteando fechas –  De acuerdo, ¿Qué edad tiene, señorita? – Apartó la mirada de la computadora y me miró atentamente – Diecisiete – indiqué – ¿Podría hacerse una prueba? – Su mirada era analítica – Muy bien, permítanme, regreso en un momento – El doctor salió del consultorio y nosotras nos quedamos a solas.

Cuando regresó me entregó una cajita rosa y entré al baño como me lo había indicado. Cerré la puerta y abrí la cajita. Me quedé viendo el aparatito que venía adentro tratando de averiguar cómo funcionaba. Me observé en el espejo que estaba enfrente de mí. ¿Cómo es posible esto? ¿En verdad podrá ser?

Volví a tomar la cajita y leí las instrucciones, e hice exactamente lo que indicaba, mientras me daba el resultado reviví en mis pensamientos aquella mágica noche, en que Jared y yo nos conocimos en su totalidad, sentí sus labios en toda mi piel... Escuché un sonido que indicaba que la prueba estaba terminada, observé con atención la pantalla con el resultado y me quedé perpleja.

 

NO LO PUEDO CREER.




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