Cuando desperté, observé la luz que se filtraba, me estiré y traté de levantarme, el dolor punzante de mi pierna había regresado, lo ignoré y finalmente me levanté de la cama, me sujeté de la pared, de la cama, de la silla, y así llegué a la puerta del baño, miré mi reflejo, lave mi cara, suspiré; no soy narcisista, pero me gusta admirarme.
Después de un momento, salí del cuarto de baño, pasé por mi escritorio, tomé un libro de economía y decidí leer. Me acomodé en la silla, saqué papel y lápiz de uno de los cajones; mi padre una vez me dijo que de cada libro que lea, debo sacar apuntes, ya sea un resumen o una paráfrasis que me sirvan en mi vida, que me ayuden a superarme, pero que también lo comparta porque nunca se sabe a quiénes le servirá lo que he aprendido.
"Cuando todo parezca estar en tu contra, recuerda que los aviones despegan con el aire en contra, no a favor" - Henrry Ford.
Al cabo de un par de horas, llamaron a mi puerta - adelante - se abrió poco a poco la puerta, era Sandra, mi novia, quien me traía la merienda, cuando logró cerrar la puerta de un codazo, me sonrió - hola, mi amor, ¿cómo te sientes? - me saludó, sus ojos estaban ligeramente hinchados, ¿ya le habrán contado? - hola, cariño, buenos días, yo me siento bien, sólo un poco de comezón en la pierna - me reí, ella sonrió y colocó la bandeja en el escritorio, junto al libro que seguía abierto; acomode mis apuntes en la página donde me quedé, cerré el libro y guardé las hojas limpias en su respectivo cajón.
La merienda consistía de un vaso de jugo de sandía, galletas de zanahoria, café y un pan tostado con azúcar, la dieta que me indicaron - Recuerda que debes tomar tus pastillas, esta es para el dolor - me entregó un platito con las pastillas y señaló una redonda color blanco; le sonreír con la boca llena del pan tostado, luego tomé dicha pastilla con el jugo de sandía - sabes feo - hice una mueca, sabía amargo; mire las galletas jugaré un rato con mi novia - mi amor, cierra los ojos - le dije a modo de travesura, ella sonrío, ya me conoce - ¿para? - preguntó insinuando lo que planeaba - tu cierra los ojos y abre la boca - insistí, ella lo hizo y le metí la galleta ella sonrío y me miró acusadora - tramposo, tú eres el que lo necesita, no yo - me reclamó con la boca llena, me encanta que haga eso - Tú eres mi novia, tú necesitas lo mismo que yo, si no te quedarás atrás - la contradije, ella se pasó el bocado y se empezó a reír - estas loquito, amor - me dijo entre risas y abrazándome - ¿yo? ¿Loco? ¿ por qué? ¿ Qué te hace creer que eso? - la cuestión es sarcásticamente mientras hacía caras y gestos, luego ella me puso una galleta para callarme, me pase la galleta y tomé café, estuvimos jugando hasta que se terminaron las galletas. Ella miró el reloj, y apurada se levantó, me besó y luego se retiró con la bandeja y los platos.
Al quedarme solo, decidí regresar a mi cama, por alguna razón, comencé a tener sueño, lo que es raro, ya que a esta hora acostumbro hacer ejercicio, Realmente espero que la recuperación sea lo más rápido posible, me es necesario regresar a mis entrenamientos, me ayuda a aclarar mis ideas, pero mientras tanto, por ahora me volveré a acurrucar debajo de las sábanas.
Intenté dejar mi mente en blanco, pero no me fue posible no pensar en nada, me vinieron nuevamente los recuerdos de cuando mi prima llegó a México y los juegos raros que nos enseñó, las historias que ella nos contaba y las travesuras que le hacíamos a mi hermano, a veces nos regañaron, ahora que lo pienso, extraño esas tardes que jugábamos videojuegos hasta que alguno de los tres perdiera mayor número de veces y tenía que comprar helado...
Llamaron a la puerta - ¿Sam? ¿ estás despierto? - entró Jared, me removí en mi cama y me quité las colchas - buenos días, Jared - lo saludé y le sonreí - buenos días, ¿cómo te sientes? - me preguntó al tiempo que se sentaba en la esquina de mi cama - muy bien, con ganas de salir - le dije tratando de quitarme las perezas - ¿salir? ¿A dónde? - creo que sorprendí a Jared con mi respuesta, le sonreí - no sé, pero no quiero quedarme aquí - insistí, realmente quería sentirme activo, no puedo hacer ejercicio, por lo menos salir a dar la vuelta - pues, entonces, si logras bajar a la cocina en media hora, quizás te deje ir a ver a Arielle - lo consideró, me entusiasmé - sí, de acuerdo, ¿qué vamos a desayunar? - accedí, necesito ir a hablar con Arielle, ella ha de estar destrozada y yo me siento culpable - ¿Que quieres? - Jared preguntó, sacándome de mis pensamientos - huevos a la mexicana - respondí lo primero que vino a mi mente - está bien, en media hora te espero en el desayunador - me confirmó mientras salía de mi cuarto - gracias - grité. Casi de inmediato me levanté y abrí mi ropero, observé que toda mi ropa estaba perfectamente ordenada, a Sandra le gusta la perfección. Miré mis playeras, ¿de qué color vestiré hoy? Como no hice ejercicio puede ser una sencilla, escogí una playera color verde con un impreso de superhéroes, me quité la camisa de dormir y me coloqué la playera, luego cogí el pantalón de mezclilla, lo desdoble y me volví a sentar en mi cama para poder ponermelo, cubrí con cuidado mi pierna enyesada con el pantalón, terminé de vestirme con un único tenis, remangué el pantalón del lado de la pierna enyesada para que no se arrastrara y se ensuciara, me bañé en desodorante en aerosol y finalmente, salí poco a poco de mi habitación, a la mitad del pasillo recordé que mi celular se quedó en el buró, regresé; realmente no sé cuánto tiempo me tardé en trasladarme, pero él avanzar teniendo una pierna enyesada significa un reto para mí.
Cuando terminé de bajar los escalones, escuché la voz de mi hermano llamándome, continué caminando y entré a la cocina muy despacio, luego me senté en una de las sillas de desayunador, Jared colocó el plato enfrente de mí, él se sentó y desayunó fruta, unos segundos después, se levantó a servir jugo y leche para los dos, mi hermano es mi adoración, él siempre ha sido tan atento conmigo, pero tan diferente... él es el mago de mi infancia y mi ejemplo a seguir - gracias, Jared, esto era lo que necesitaba - le dije mientras observaba mi vaso de leche - ¿Qué cosa? ¿Desayunar o el vaso de leche? - cuestionó confuso - todo - afirme, me empecé a reír y él me secundó, luego él se levantó a lavar los platos, me levanté lentamente y me acerqué al fregadero junto a Jared, le ayudé a secar - ¿ya nos vamos? - pregunté al colocar el último plato en su sitio - si, ¿quieres que te cargue hasta la cochera o me esperas en la entrada? - preguntó con tono retador, sonreí - Te espero en la entrada - respondí y comencé a dirigirme a la entrada, pero él salió antes que yo - bien, iré por el Mercedes - desapareció por el corredor. En el comedor se encontraba Sandra - hola, mi amor - la saludé y ella dio un brinco, creo que la sorprendí - hola, ¿no deberías estar acostado? - se acercó a preguntar - tengo que ir a ver a mi prima, es mi culpa que su padre haya fallecido - le comenté a modo de susurro, ella me miró con ternura - no creo que sea tu culpa - sonreí, ella no estuvo presente y yo no le conté todos los detalles - De todas formas, cuidaré de ella - puntualicé; al percatarse de mi determinación no dijo nada más, me acompañó a la puerta y la abrió, le pedí que cerrará la puerta detrás de mí.