Seres Almáticos. Fuerza de Voluntad. Inari Masga.

5. Feliz Cumpleaños.

“Todos a quienes quiere amar le observan con temor,
o bien, animados por su tranquilidad,
buscan a quien sepa arrancarle un gemido,
y hacen en él la prueba de su ferocidad. […]”
Charles Baudelaire. Bendición.
 

 

Era un hermoso atardecer, mi padre vestía un elegante traje blanco con corbata azul cielo, mi madre llevaba un brillante vestido azul turquesa y joyas de plata, pero en sus manos además de llevar su diamante de compromiso y su anillo de bodas, también llevaba un anillo de esmeralda; el salón estaba decorado con increíbles detalles plateados, azules y verdes, toda mi familia por parte de mi madre, estaba en aquel lugar, mi tío Roberto y mi tía Verenice iban vestidos de color plateado, mi tío Víctor y mi tía Susana iban de verde. Era mi fiesta de quince años, mi vestido era azul con unos detalles en verde y en plateado; Jared y yo estábamos bailando, todos nos veían, Sam fotografiaba en compañía de Yezenia y de Paul, Jared vestía con los mismos colores que mi vestido, traje plateado, camisa azul turquesa y corbata verde.

Una vez que acabamos de bailar todos aplaudieron y Jared sacó de su traje una coronilla que me colocó en la cabeza, me abrazó y mi madre se acercó a nosotros, me colocó un bonito collar de esmeralda, la misma joya que su anillo, me abrazó y luego me dejó con mi padre, quien me colocó un anillo… “Recuerda, ahora eres una bella mujer, mi dulce mujercita”, esas habían sido las palabras de mi padre, un recuerdo que nunca olvidaré…

Me desperté el día de mi cumpleaños recostada en mi cama, estaba teniendo un agradable sueño, recordé mi mejor cumpleaños, el día que mi padre me obsequió un anillo de zafiro idéntico al de él y esas palabras que siempre me harán feliz “mi dulce mujercita”, escuché unos pasos afuera de mi habitación seguidos por unos golpecitos en mi puerta. Me levanté y abrí, era Jared, como era de esperarse debido a que era sábado – Buenos días, ¿Ya estás lista? – saludó sin apartar la vista del celular – Buenos días, ¿Lista para qué? – correspondí el saludo vagamente, aún tenía espasmos del sueño, froté mis ojos al bostezar – Para desayunar, recuerda que hoy vamos a salir. – ¿En serio? – parpadeé, no recordaba – Si, desde el miércoles te dije que quería que me acompañaras hoy a hacer unas vueltas, ¿Lo olvidaste? – guardó el celular y miró mi pijama, su sonrisa torcida lo delataba de su actitud burlona; realmente no recordaba y me distraje observando su vestimenta, la ropa que traía era nueva – Cierto, ahora me visto – se percató del avionazo y de que no lo veía a él, sino a su ropa; sonrió abiertamente – De acuerdo – me besó en la frente y se fue, yo cerré la puerta, tomé mi pantalón rojo y mi blusa verde, me cambié lo más rápido posible y me cepillé el cabello, me puse mis zapatos negros, me miré por última vez en el espejo y salí, Jared me esperaba en las escaleras, me tomó de la mano y bajamos…Aún no me ha felicitado, ¿Habrá olvidado que hoy es mi cumpleaños? No lo creo, ¿O sí?

Para mi sorpresa, mis tíos seguían en la casa, ¿habrán decidido desayunar aquí? – Buenos días, ¿Cómo dormiste? – Mi tía me saludó mientras entraba a la cocina – Buenos días, bien, gracias, ¿y ustedes? –Sam... – Jared le hizo una seña a mi primo, quien asintió –  Ah, sí, oye, Arielle, siéntate aquí… – se levantó de su silla y me la ofreció –…te tenemos una sorpresa –  Me informó con tono misterioso, me hizo sentar para luego cubrirme los ojos. – Ok, pero ¿De qué se trata? – Si te digo ya no sería sorpresa, ¿ya Jared? – me dejó con la duda, luego se interrumpió a sí mismo para apresurar a su hermano – Si, ya, a la cuenta de tres le destapas los ojos, ¿Mamá, papá, están listos? – indicó Jared, algo distraído – sí, listo – Sonó a la voz de mi tío –  Voy, voy... – lo secundó la voz de mi tía – lista, a la una… – empezó – …a las dos… – continuó Sam – …y a las… ¡Tres! – gritaron juntos para luego dejarme ver, ante mí había un pastel decorado que decía "¡Felicidades Arielle!", a un lado había tres regalos, acomodados del menor a mayor tamaño. Jared estaba a mi lado derecho, Sam atrás de mí, mi tío a mi lado izquierdo y mi tía enfrente con una cámara en las manos. – Muchas felicidades, espero que te guste. – Me felicitó Jared, me dio un abrazo y vi en su mirada alegría y amor, – Oh, gracias… creí que lo iban a olvidar… por lo de la tragedia… y que a estas fechas apenas se estarían reponiendo…como yo – las lágrimas brotaron de repente, aunque me sentía agradecida – ay, princesa, tus padres habrían hecho algo similar, ellos te están viendo en el cielo  – Me respondió mi tía entre preocupada y amorosa, no sé si es fuerte o su personalidad es la que la hace ver así – Pues… Gracias – suspiré y traté de sonreír – Vamos Arielle, ¡Abre tus regalos! – me intuyó Sam algo emocionado – Ok, pero, ¿Cuál primero? –Acepté la propuesta de Sam, pero no sabía por cuál empezar – El que quieras, nena – mi tía siempre dice lo que cree que es correcto, mi opinión – ¡El mío! – Sam estaba demasiado emocionado o tenía prisa por irse – está bien, ¿Cuál es? – sonreí ante su enérgica actitud, él lo tomó y me lo entregó sonriente; sostuve la pequeña bolsa de regalo, lo abrí con mucho cuidado y lo saqué – ¡Mi vida! Gracias Sam – Era una muñequita de porcelana, acompañada de un libro y lo más gracioso fue que llevaba mi nombre por título: "Arielle." – De nada, ¿Sí te gustó? – le sonreí – ¡Sí! Gracias. – Bueno, va, abre otro regalo. – insistió, y sí, tiene prisa, cogí la bolsa más grande, tenía una tarjeta pegada: “Te queremos mucho. Con amor: Tus tíos” Abrí con cuidado y saqué un hermoso peluche, medía aproximadamente 30cm. De alto – Gracias tíos, los quiero – abracé el peluche – De nada, princesa – respondió mi tío –  Ahora abre el mío – Jared nos interrumpió, pero su tono en vez de ser ansiosa era traviesa – Claro –  Cogí la última bolsa y adentro había una caja; en dicha caja contenía un libro que se titulaba "Las aventuras de Arielle", iba acompañado de un estuche de materiales para arte. Le sonreí agradecida y emocionada. – Gracias Jared. – Lo abracé, mis tíos comenzaron a tomar sus cosas del perchero – nosotros nos vamos, comemos el pastel al regresar, disfruta tu día – se despidieron.




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