9. Hasta pronto.

“¡Hoy el espacio es espléndido!
¡Partamos a caballo sobre el vino,
sin frenos, sin espuelas y sin bridas,
por un cielo mágico y divino!
Como los ángeles a los que tortura
una implacable calentura,
en el cristal azul de la mañana
¡sigamos al lejano espejismo!
Suavemente mecidos en las alas
del inteligente torbellino,
en un delirio paralelo,
nadando, hermana mía, el uno junto al otro,
¡huiremos sin tregua ni descanso
hacia el paraíso de mis sueños!”
Charles Baudelaire. El vino de los amantes.
 

La escuela seguía su curso, lo esperable pero indeseable pronto tendría que suceder, Jared había sido aceptado en la universidad donde había hecho su examen de admisión. Poco a poco el tiempo se acortaba, y por más que yo quisiera dejar de pensar en ello, se hacía cada vez más presente, me sentía insegura, ¿Podré soportar esto? ¿Seré como mi madre? ¿Seré como mi padre? ¿Seré como tía Verenice? ¿Tendré las fuerzas suficientes para pasar esto como lo es Sam? ¡Tengo miedo!

Jared se encontraba a mi lado plácidamente dormido, era la media noche, dentro de unas horas tendremos que levantarnos para llevarlo al aeropuerto. No pude conciliar el sueño, por lo que me acurruqué en su pecho y dejé mi mente en blanco; sentía su calor, su palpitar, su respiración, todo era hermoso, al dormir se veía tan indefenso, su rostro no mostraba su edad, literalmente aparentaba menos edad de la que tenía, esos rasgos tan suaves, tan delicados... sin darme cuenta, Jared se había despertado y lo miré en medio de la penumbra – Hola, bebita, ¿No puedes dormir? – Me preguntó mientras acariciaba mi cabello – No, amor, no puedo dormir – le respondí en un susurro – ¿Por qué, cariño? – Cuestionó dubitativo – No lo sé, se me escapó el sueño – me acerqué más a él y le di un beso – Pues, entonces, hay que atraparlo – respondió luego del beso, sonreí – Ha, ha, chistosito – me burlé – ¿Qué? Es la verdad, mi amor, ¿O quieres jugar? – Se excusó antes de proponer, hice un gesto de considerar su idea – podríamos jugar – besé a Jared en el cuello y luego en sus labios, él se mostraba cariñoso como siempre, era muy divertido pasar tiempo con él, y aún más cuando nos demostramos de mil y un formas nuestro amor, era bellísimo observar en la penumbra su cuerpo, su piel tan suave, sus brazos tan fuertes, su espalda amplia, sus ojos oscuros, sus labios gorditos...

Y de ser un juego, se volvió más pasional, le perdí el miedo a todo,
 me sentía en una burbuja de amor, sintiéndolo a él, nada más que a él...

Cuando ya estaba a punto de conciliar verdaderamente el sueño, sonó mi alarma, él sólo se rio de que el tiempo se nos escapó muy rápido, sin embargo, lo habíamos disfrutado – Te amo mi bebita hermosa – dijo entre rizas – Te amo mi amor, mi niño travieso – le respondí entre jadeos, él se volvió a reír seguido de un fuerte abrazo – ¿Crees que soy travieso? – cuestionó fingiendo desilusión – No, para nada...pero así te amo – me reí sarcásticamente, Jared me besó y acarició mi cabello,  luego me jaló para levantarme – Vamos mi amor, ya es hora de cambiarnos – su voz tenía un toque de tristeza – No quiero... – le respondí de igual manera, triste – ¿Qué? ¿Quieres seguir jugando? ¿Quieres más cariñitos? – insinuó ligeramente alegre – Si… – le respondí en un susurro, mis lágrimas comenzaron a llenar mis ojos, no quería que se fuera – Sólo porque tú lo pides, mi hermosa princesa – me besó igual de apasionado, me acarició hasta que me quedé profundamente dormida...fue hermoso.

Cuando desperté, me encontraba sola en mi cama, desnuda y cubierta con mis sábanas, busqué con la mirada a Jared, mi habitación estaba muy iluminada, miré mi celular, eran las once del día... ¡ya se fue Jared!

Me levanté presurosa y fue cuando vi en mi mesa un papel color rojo, tomé mi bata que colgaba del perchero, me lo coloqué y me dirigí a ver dicho papel...

Querida princesa:

Te amo mi hermosa niña, gracias por todo este tiempo juntos,
me he marchado, pero no olvides que siempre estaré contigo
en  tu corazón.

HASTA PRONTO.