⚠️ Advertencia ⚠️
El siguiente capítulo hace mención de abusos sexuales y violencia física.
Leer con respeto.
Los señores Oliveira al ser una de las familias mejor establecidas en su país, son reconocidos con facilidad en cualquier región, facilitándoles el volver a su hogar con la generosa aportación dada a quienes se tomaron el tiempo de llevarles a su destino; sin embargo, después del trago amargo causado por el temor del secuestro, viene el veneno de la ira golpeando desde lo más profundo de la impotencia al descubrir que su tesoro seguía desaparecida, dando a entender que el objetivo era ella.
De inmediato convocaron a las autoridades y a sus fieles seguidores a rastrear a la muchacha por todo el país, su prestigio estaba colgando de un hilo al considerar la ruptura del contrato matrimonial por pérdida de la virginidad, o peor aún, de la matriz misma. No era sorpresa de nadie, que las niñas en edad casamentera eran secuestradas para violarlas y romper los acuerdos matrimoniales con la intención de comprarlas como esclavas en las regiones de sembradíos.
Maldita la hora en la que hicieron público el matrimonio internacional en los medios de comunicación, maldita la ignorancia de sentirse superiores al mostrar su propia debilidad.
El señor Akin llamó a sus colegas médicos para traer el material necesario para cualquier emergencia que pudiese existir, desde lesiones leves hasta operaciones de resurrección.
Por otro lado, la señora Denali ofrecía sacrificios a Ganesha, siendo el emblema familiar, quién protegía con sabiduría a sus miembros, incluida la misma niña que colgaba de unas cuerdas, siendo sometida por la población que se preparaba para la orgía que simbolizaba la fertilidad de la que ésta iba a ser despojada.
Pasado el tiempo, las drogas disminuyeron su efecto, dejándola completamente consciente de lo que acontecía a su alrededor. Sus párpados no respondían, sin embargo, sus oídos captaban exceso de ruido, algunas cadenas, personas que hablaban palabras eróticas, algunas caricias sobre su piel, y, el dolor indescriptible de sus extremidades por las ataduras que la suspendían en el aire. Respiró profundo, tratando de abrir sus ojos y observar lo que le rodeaba, recordando el secuestro y las voces del aeropuerto <<ya es hora, las drogas ya habrán terminado de hacerle efecto, todos están esperando>>, reconoció la voz de uno de los líderes, y cuando quiso mirarle sintió que algo se le clavaba en su trasero, aquel lugar diminuto. El dolor la desgarraba, su mirada y su grito acontecieron a la par, más un miembro regordete la esperaba ansioso por meterlo en aquella boca que se abrió al quejarse. Intentó escupirlo, sacarlo de su cavidad, incluso intentó morderlo, más todo el esfuerzo fue en vano, le habían colocado una mordaza que le impedía morder, las rozas resonaron en todos los presentes, excepto tres individuos que caminaban como animales al rededor de aquel lugar, colocando los explosivos que faltaban.
Las lágrimas de la muchacha fueron descendiendo por su rostro, impotente y adolorida, todos los presentes se devoraban sexualmente excitados por la tortura que veían delante de ellos; el saco de esperma se azotaba en su parte íntima, provocando los fluidos vaginales que ella misma desconocía, no sabía que ese dolor pudieses ser sexualmente placentero, más la situación en la que lo experimentaba era tan humillante que recordó las palabras de Ganesha, "venganza, muerte a la secta"; su boca recibió un líquido que no pudo tragar por lo que se desbordó al suelo, el sujeto se retiró, dándole oportunidad a otro de colarse en la misma cavidad, mientras el de atrás terminaba sintió que un calor insoportable emanaba de su espalda.
La pobre muchacha tuvo que soportar a todos los presentes ingresar en sus zonas hasta que terminaban en su interior; al final, el que se decía ser el líder escogido por dios, fue el que se introdujo en su vagina, logrando que la muchacha se desmayara con el agotamiento físico.
El guardia y el doctor se vieron obligados a participar, ambos hombres decidieron ocultarse después de lo acontecido, usando de pretexto necesitar aire para recuperar la energía, fue justo el momento en el que se vistieron esperando la señal.
El líder tomó las herramientas que ocupaban para esterilizar a sus animales, comenzando a arrancarle la matriz; la muchacha estaba atada sobre una mesa, ahora su cuerpo sangraba inmersa del dolor y cuando estaban listos para celebrar su supuesta venganza, los ojos espirituales de todos fueron abiertos, visualizando una luz verde que salía del cuerpo de la muchacha, todos se miraron entre sí, completamente asustados por lo que veían, la silueta de un hombre con cabeza de elefante se formó delante del líder, quién sostenía la pequeña matriz en sus manos, ésta se encendió en un fuego que consumió a todo el hombre; miró directamente a los ojos del doctor quien tomó el cuerpo de la muchacha y salió huyendo del lugar. Todos los presentes quisieron seguirle el paso, huir detrás de él, en cambio, el guardia logró detonar los explosivos causando la muerte de la mayoría de miembros; él y tres líderes lograron escapar de las abrasadoras llamas.
El doctor llevó a la muchacha hasta su domicilio, él conocía la ruta porque la consideraba su amiga, él no le temía a la niña de ojos verdes y azules.
.
.
.
Maharrata, resiste.