Seres Almáticos. Fuerza Espiritual. Inari Masga.

17. Boda.

La señora Denali tenía un corazón duro, de aquellos que se amurallan para sobrevivir a la crueldad del patriarcado, de aquellos que sobreviven al dolor de un amor no correspondido; doce años viviendo a lado de un hombre mayor que ella por varios años, un hombre que ha sabido enriquecer la herencia de ambas familias; el señor Akin se dedicó a construir el imperio médico en su país, y ayudó a la familia de la señora Denali a crecer como abogados dentro y fuera de la rama de salud, lograron en conjunto extenderse al extranjero para fortalecer los lazos matrimoniales, pero, al mismo tiempo, asegurar su jubilación matrimonial; el señor Akin le ofreció la generosa seguridad de brindarle el divorcio una vez que su hija se casara; sin embargo, los últimos acontecimientos lograron ablandar los corazones de ambos progenitores, modificando el contrato de su matrimonio, intentarían vivir en el mismo país que su hija, no sólo para cumplir con el matrimonio pactado de su hija, sino además, para conocerse entre ellos y reconsiderar su unión. ¿El matrimonio Oliveira finalmente se amarían y respetarían por igual? ¿O finalizaría como las costumbres dictaban?

 

La muchacha se veía hermosa con su vestido blanco con degradado en azul y verde, reflejando la belleza de su mirada. Se encontraba acostada sobre la cama, las mujeres que habían llegado a decorarle la piel estaban emocionadas, las risas y las bendiciones se escuchaban por toda la habitación; ella, se esforzaba por no llorar, ya que seguía siendo un sueño para su joven corazón.

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Daxne Oliveira.

 

Voy entrando al salón, con los nervios a flor de piel, las tatuajes de gena relucen en mi piel morena, curiosa tinta dorada que me hace sentir como si fuera una joya; mi prometido está muy elegante vestido de blanco. 

Al colocarme sobre el altar, el hombre que está a un lado del que realizará la ceremonia, saca un arma con la intención de tomarme, respiro profundo para no reaccionar, estoy en la postura de hija, y no de Maharata; me dejo llevar por el intento de secuestrador, y a penas ingresamos a una habitación de la recepción logro zafarme de su agarre; le atravieso las costillas con un puño cargado de ira, tomo el arma y salgo en busca de los demás cómplices, son miembros de la secta, traen los pañuelos que los identifican, el hecho de que me hayan identificado da sabiendas que vienen a cobrar venganza de niños inconformes con mi postulación como líder; arremeto contra todo quien se cruce en mi camino que lleve un arma; localizo a mi prometido siendo golpeado por uno de ellos y contengo la respiración para apuntar en la cabeza, el cuerpo cae inerte y doy un salto para caer sobre el peldaño que inicia la escalera para descender al lado de mi hombre; joder, aún no me caso y ya me surge el estúpido sentido de pertenencia.

Su mirada al verme llegar es una mezcla entre ilusión y miedo, trato de sonreír pero siento la piel adormecida, suspiro agachándome a observarlo a los ojos - mantén la calma, esposo mío, yo te cuido - suelto sus manos de las cuerdas que lo ataban y comienzo a disparar en dirección de los invitados, los intrusos intentan huir.

Pese a estar en una zona protegida, estos han ingresado a detener mi boda, más han salido huyendo, por lo que acabada la conmoción, todos proceden al banquete en busca de las bebidas calientes para calmar los nervios, mi madre me mira con sospecha, más no me dice nada; Samuel, en cambio, sólo me abraza de manera protectora, sus padres se miran entre sí, analizando la situación. Mi padre se aclara la voz antes de comenzar a explicar lo acontecido, sin embargo, los señores Pérez lo interrumpen y le hacen ver que no es necesario arruinar el día por algo que se logró contener, y, lo convencen de terminar la ceremonia.

 

Al final del día, me encuentro en la recámara matrimonial, disfrutando de la mirada de admiración que me dedica mi amado esposo.




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