Su nueva rutina comenzó despertando demasiado temprano como para no saber con exactitud la hora que era, podían ser las cinco o seis de la mañana que para Ash parecía lo mismo. Lo único que sabía era que si hubiera tenido acceso a una ventana, aun el sol no habría salido.
Todas estaban tan dormidas que vestirse parecía algo imposible, estaba seguro de haber visto a Amara con el buzo al revés y a Tiff con el pantalón dado vuelta, hasta a ella le había costado identificar qué zapatilla iba en cada pie. Las únicas cosas extrañas que habían en la habitación eran dos, la primera era su cabello, sin su rutina, estaba siendo víctima del friz y sus rizos estaban incontrolables, haciendo que la única opción lógica para controlarlos fuera recogerlo en una cola de caballo. La segunda era ver a Via sin maquillaje.
Cuando la tarea titánica de cambiarse terminó, se dirigieron a la sala de entrenamiento donde los estaba esperando el Señor Robinson. Esta vez llegaron al mismo tiempo que los chicos. La iluminación era tan blanca y potente que parecía ser de día, el lugar era enorme y frente a ellos había una pista de obstáculos. Aquel lugar parecía ser una mezcla entre un gimnasio y su lugar de entrenamiento, había muñecos con dianas y dianas dispersadas en diferentes distancias.
- Oh, miren quienes llegaron, ¿las bellas durmientes han logrado despertarse?
- ¿Soy yo o este tipo se está riendo de nosotros? – le murmuro Amara por lo bajo.
- Sep, tienes toda la razón, bella durmiente. Él lo está disfrutando.
- No dudes si tienes la oportunidad de calcinarlo, yo te ayudo con el cuerpo- dicho eso, Ash tuvo que llevarse las manos a la boca para no soltar una carcajada.
- Todos tomen un vaso y fórmense en fila mirando para el frente.
Uno por uno, fueron agarrando los vasos que se encontraba en la mesa al lado de Robinson y se formaron. Él arqueó una ceja y sonrió.
- ¿Qué esperan, bellas durmientes? ¿Qué sus príncipes las vengan a rescatar? Beban, les aseguro que no es veneno.
Un olor nauseabundo inundó sus fosas nasales e imploro a los dioses existentes que aquel olor no proviniese de su vaso. Observó cómo sus amigos se armaban de valor y bebían para que a los pocos segundos sus caras delataran que el sabor era terrible. Miró su vaso, pasando por alto su consistencia viscosa, juro ver algo verde flotando y deseo que todo fuera producto del sueño que aún tenía y que no había visto nada verde en esa cosa. Respiro hondo y de un solo sorbo bebió todo, en el momento que el líquido tocó su lengua, supo que nunca había tomado algo tan asqueroso. Pero a pesar de ser tan asqueroso, no le produjo ganas de vomitar.
- Me alegro que a todos les haya encantado los licuados energéticos – el tono de Robinson era sarcástico- A medida que vaya diciendo sus nombres, necesito que den un paso al frente y digan su don. Venecia Hart.
Via de mala gana de un paso al frente, odiaba que la llamaran por su nombre. Por primera vez, Ash se percato que su amiga se había sacado sus lentes de contacto de color marron, revelando su verdadero color de ojos. Ya no corría ningún peligro.
- Aire
- ¿Eres una Oxion, Hart?
Esa pregunta era estúpida. ¿Acaso no ve sus ojos plateados?
- Si.
- Lo intuí. Ashley Cowhen.
- Fuego.
- Me lo imaginé o al menos eso pensé – antes de que pudiera decir algo, él siguió hablando – Creí que él tenía ese don eras tú- señalo a Ethan que se encontraba en la otra punta de la fila. Ethan le guiño un ojo en su dirección, recordarle la charla que habían tenido en clase y revelando que ambos estaban en remera manga corta, demostrando que ninguno de los dos se inmutaba por las temperaturas- A excepción de ustedes dos, todos los demás están abrigados y créanme, aquí hace un frío del carajo ¿Es natural o lo controlas a voluntad?
- Es natural.... es parte de mi.
-Interesante. Y tú don es el hielo, ¿no? - miró a Ethan, él asintió y dio un paso al frente -¿Cuál es tu nombre?
- Ethan Donner.
Así fue diciendo el nombre de cada uno y fueron diciendo sus dones. Una vez que terminó se puso frente a ellos y antes de que este comenzara a hablar, Amara lo interrumpió.
- Eh, Señor Robinson, llamarlo así es muy largo a esta hora de la mañana ¿Cuál es su nombre?
- Me llamo Bogdashha Robinson. ¿Te parece ahora mucho más simple Foster? – le pregunto luego de ver la sorpresa y desconcierto en la cara de Amara.
- ¿En serio usted se llama así?, ¿No tiene ningún sobrenombre o segundo nombre más fácil?
- No.
- Señor Robinson, entonces.
- ¡Al piso y dadme veinte flexiones!
Las primeras semanas fueron una tortura pero poco a poco paso de parecer un perezoso a hacer varias flexiones por día y estaba segura que si el profesor Welch se enteraba de aquello se moriría de un infarto. Ella haciendo deporte, era algo que el corazón del pobre hombre no podía resistir. Pero debía admitir que tenía mejor rendimiento físico que antes, ahora podía correr más de dos minutos sin sentir la necesidad de la ayuda de un respirador.
Además, el personal del recinto determinó que como el tiempo de su estadía era desconocido, ellos debían de contribuir en labores de limpieza y cocina, ya que su estadía no era gratuita.
El único exento de aquellas tareas era Cameron. Le habían dado un puesto en la enfermería y si no estaba entrenando, se encontraba allí. Mientras que él tenía un puesto fijo, los demás eran divididos en grupos mixtos para encargarse de la limpieza y la cocina. Eso provocaba que, cuando a Ethan le tocaba la cocina, Via lo molestaba preguntándole si el menú del día era sopa.
Sin embargo, Robinson se hacía él idiota cada vez que alguno le preguntaba si tenia algún dato nuevo o si sabia algo, debido que al padre de Cathie no lo veían y el era único con quien tenían contacto. Debido a que cuando Cathie se había marchado, no había vuelto a ver a Miguel, pero se alegraron al enterarse que había sido transferido con ella.
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Editado: 22.08.2025