Tomaron su presión, revisaron su pulso y palpitaciones, chequearon su temperatura y muchas más de esa clase de cosas durante su revisión médica mensual. Incluso siguió la luz con sus ojos cuando la iluminaron con una linterna pequeña, también le golpearon la rodilla con un artefacto para ver sus reflejos.
- ¿Cómo te sientes?- comenzó el médico, como de costumbre.
- Bien.
-¿Náuseas?¿mareos?-indago, anotando sus respuestas en una libreta-¿Pérdida del equilibrio?
- Todo perfecto.
La enfermera que lo acompañaba, le ató una banda elástica en el brazo y le sacó sangre.
-¿Cómo va todo con tu nuevo con?, ¿alguna complicación?- ella negó con la cabeza y sostuvo el algodón en su brazo- ¿Y tu don original?- ella hizo una mueca.
- Por ahora, sin causar problemas.
Observo el reloj con nerviosismo. Le había prometido que lo visitaría y no quería llegar tarde. Cada día, desde que lo había ido a visitar por primera vez, volvió. A veces se pasaba días en silencio, a veces ella era la que más hablaba, hasta había logrado que la mirara, incluso, a veces lograba que él hablara, sus favoritas eran: “Déjame solo” y “No te quiero aquí”.
Cada vez parecía más desmejorado y delgado. Las bandejas de comida intactas demostraban que él se negaba a comer y su rostro estaba pegado a su pómulos y la ropa le quedaba holgada.
Comenzó a hablar más cuando llevo comida, pero no cualquier comida, una rebanada de pizza y casi pudo ver como se le iluminaban los ojos, hasta logró escuchar cómo su estómago gruñía. Se alegró cuando él la devoró desquiciado, masticando con expresión de placer, como si hubiera olvidado cómo era el sabor de la pizza.
Desde ese momento, dejó de decirle palabras hirientes, también le llevó vasos con gaseosa y jugos. No podía correr el riesgo de que lo encontraran con botellas o latas, no quería que se metiera en problemas por su culpa.
Había días donde sentía más confianza y volvía a insistir con hacer preguntas, pero él seguía sin responderle. Un día, él le respondió. Ese día estaba con las esperanzas por el piso, le había llevado unas galletas de chocolate y un té, comenzaba a hacer frío y era casi de noche, le había parecido buena idea llevarle algo caliente antes de dormir.
No había tenido un buen día, se sentía sola por haber encontrado una persona como ella para hablar y que él no quisiera hablar. Estuvieron en silencio mientras comían juntos y se levantó del piso pensando que no lograría nada ese día, como no lo había logrado los días anteriores. Además estaba haciendo mucho frío en la habitación y se estaba haciendo tarde, era hora de volver antes de que descubrieran su visita.
-Hasta mañana “Chico del rincón” - se despidió.
Como él se negaba a decirle su nombre, comenzó a llamarlo de maneras tontas. “Chico del rincón” era su favorito, porque lograba que él reaccionara, poniendo los ojos en blanco. Cosa que con “Señor Don Nadie” o “Me creo muy importante” no daba resultado.
-Mi nombre es Alex- dijo con voz ronca. No pudo evitar que una sonrisa se dibujara en sus labios.
-Nos vemos, Alex.
Poco a poco logró que él hablara con ella. Nunca tocaba temas de su don, ni de su familia, eso lo había enfadado una vez y la volvió a ignorar por una semana. Alexa se concentró en otras cosas, si quería ganarse su confianza y que él continuara hablando con ella.
Le entristecía que siempre fuera ella la que hacía preguntas y él no. Alex nunca le preguntaba nada sobre ella, trataba de entender la situación que estaba atravesando. Estaba en tratamiento y pasar por eso era difícil, ella comprendía muy bien ese sentimiento, así que trato de fingir que no le importaba que él no le preguntara nada y solo se limitara a responder sus preguntas.
Durante sus visitas fue que reconoció porque era extraño mirarlo, lo descubrió a medida que el se habría con ella y le permitía verlo, sin importar el estado que tuviera. Ambos compartían el mismo color de ojos y de cabello, aunque su cabello podía ser rubio, no estaba del todo segura, debido a lo sucio que estaba.
Eso era otra cosa que le daba intriga, ¿no le permitían asearse…. o era que él se negaba a aceptar cualquier cosa que viniera de ellos?
-Muy bien Alexa, tus chequeo semanal salió perfecto… como siempre. Gracias a esto, hemos estado evaluando y llegamos a la conclusión de que te encuentras en buen estado para intentar quitarte tu don.
-¿En serio? - pregunto esperanzada.
-Si, pero recuerda que es una prueba, puede que no funcione y si va todo como esperamos, serán varios pasos. ¿Estas de ac…- no lo dejó terminar de hablar.
- Si!. Quiero intentarlo!
-Perfecto- la enfermera le dio una jeringa y unos elementos. Perfecto, ya tienen todo listo, no hay necesidad de esperar, pensó- Mira para la pared, por favor- le pidió- Y respira hondo.
Dio un respingo cuando la aguja, en vez de clavarse en su brazo, se clavó en su cuello. Apretó los labios al sentir el líquido espeso que ingresaba a su organismo. Rogó que funcionara y que al fin lo sacaran de su sistema. Le hicieron esperar un rato y la dejaron irse.
Caminó simulando que iba a su habitación, hasta que cambió su rumbo a su ya conocido trayecto. Cada vez lo hacía con más agilidad, se estaba volviendo buena en combinar ambos dones. No sabía cómo haría eso cuando ya no lo tuviera, pero se tranquilizaba al saber que tal vez para ese momento, Alex ya estaría mejor y aceptaría ayuda, y no tendría que hacer todo eso para verlo.
Terminó de dar un último giro a la cámara de seguridad y se dispuso a enfrentarse a los guardias, hasta que chocó con alguien.
-¿Alexa? ¿Qué haces acá?- mierda, era Sandra.
- Yo me….- miente carajo, miente- No le digas a Frank- dijo finalmente- Es que estoy aburrida y quería caminar como antes
- Sabes que no es seguro, llegaron nuevos seres hace poco y hasta que no sepamos como son, no es seguro que vayas caminando por ahí- le hizo un puchero esperando que no dijera nada- Está bien, no le diré nada a Frank- dijo con una sonrisa- Pero menos mal que te encuentro, si no llegarías tarde al laboratorio.
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Editado: 16.09.2025