Seres

Capitulo 18

Movió con mucho cuidado cada parte de su cuerpo, para corroborar si no había ningún hueso roto. Cada movimiento fue una agonía, su cuerpo estaba entumecido y tenso, pero aun así pudo verificar que lo único que tenía roto era la nariz. Estaba tirada en el suelo, con sumo cuidado llevó su mano a su cara y lo inspeccionó con cuidado, tenía un chichón en la sien, su ojo derecho todavía estaba cerrado e inflamado, y su nariz estaba en una dirección errónea . Tomó su nariz con su mano derecha pero no fue capaz de hacerlo, no tenía la fuerza suficiente.

Agonizó cada movimiento que hizo hasta arrastrarse a los restos de su cama y le alivió saber que aun estaban ahí, eso significaba que no habían ingresado mientras ella estaba inconsciente. Se arrastró hasta que llegó a un caño negruzco, que se había retorcido hasta desprenderse de la estructura, y acercó su cara lo más que pudo al fierro, entre gimoteos y sollozos. Respiro hondo y giro de un movimiento rápido la cabeza, para que el fierro hiciera su fuerza y le acomodara la nariz a su lugar original.

Un grito de dolor brotó de sus labios y volvió a respirar con normalidad, dejándose caer exhausta. El plato de comida estaba justo en la otra punta de la habitación, su estómago rugió y sus entrañas aclamaron por comida al igual que su garganta por cualquier líquido pero había usado lo poco que le quedaba de fuerzas para acomodarse la nariz. Miro la bandeja con angustia desde la otra punta, sin ser capaz de acercarse aunque quisiera.

Observó sus manos llenas de moretones, la huella de un taco de zapato estaba en su mano izquierda, mientras que sus dedos de la mano derecha estaban morados e hinchados. Se asustó al ver el aspecto que tenían y al imaginarse el aspecto que debía tener ella.

Aunque lo intentó, no fue capaz de invocar a su fuego, seguía crepitando levemente en su interior, pero no lograba provocar llamas, ni siquiera una chispa que la consolara en su agonía.

La habían destrozado de tal manera con esa paliza, que no fue capaz de asustarse cuando la puerta se abrió y volvió a parecer la misma mujer acompañada de, seguramente, los dos mismos hombres que la golpearon. Solo le quedó ver con impotencia cómo la agarraban de los brazos y la arrastraban por el pasillo.

Frunció sus ojos y apretó sus dientes por cada metro que su cuerpo adolorido fue arrastrado por el suelo y gritó de dolor cuando la levantaron por los brazos hasta poner su cuerpo en una camilla. Al parecer, ellos mismos se dieron cuenta del estado deplorable en el que se encontraba que no se molestaron en atarla. Ash solo fue capaz de cerrar su único ojo bueno y rogar que, lo que fueran a hacerle, fuera rápido.

-¿Que le hicieron?! -el silencio reino en el laboratorio, no hubo respuestas- No nos sirve que esté en este estado- gruñó la voz de un hombre.

Le abrieron a la fuerza su ojo magullado y la iluminaron con una luz brillosa, cuando la luz se apagó, cerró sus ojos, no quería ver sus caras. Acto seguido, sintió como le pincharon algo en el brazo y su cuerpo rápidamente se relajó, hasta el punto que sintió su lengua rara.

Percibió como le levantaron la cabeza y le hicieron tomar agua, en eso no puso ningún tipo de impedimento. Después sintió como le pasaba un algodón húmedo por la cara, también como le revisaban el cabello, la cara y las manos.

La peor parte, para su angustia, llegó rápido. Volvió a sentir frío por segunda vez, no había vuelto a sentir frío desde que su don se manifestó. Un agujero se abrió en su pecho en el momento que sintió como unas tijeras cortaban su ropa y la despojaban de ella, sin ella siendo capaz de resistirse. Sintió sus manos por todo su cuerpo mientras lloraba en silencio, leves sollozos salían de su garganta, pero nadie parecía escucharla.

Lo único que la animó fue no ser capaz de escuchar lo que decían. Supo que finalizaron cuando una manta cubrió su cuerpo y la camilla salió dando un golpe a la puerta. La llevaron en camilla hasta su habitación y una vez dentro, la tiraron en el piso y cayó con un ruido seco. Abrió su ojo y vio cómo se llevaban los restos de la cama para dejarla sola.

Se apretujo en la manta con frío y lloro. No había furia ni rabia, solo dolor y angustia. Su cuerpo temblaba sin control y poco a poco su cuerpo fue recobrando su sentido, y se encogió en posición fetal. Ya no era consciente de distinguir si algo le dolía o si ya se había acostumbrado al dolor.

Se asombró cuando vio al lado de la comida un conjunto de ropa perfectamente doblado. Respiro hondo y trató de incorporarse, pero solo fue capaz de ponerse de rodillas, de igual manera, trató de ir hasta la bandeja pero se dio por vencida a mitad de camino y la parte faltante la terminó gateando. Observó la bandeja y la pila de la ropa, indecisa sin saber cual agarrar primero. Su estómago rugió y se abalanzó sobre la comida, estaba fría pero siguió siendo comida, mastico y trago con desesperación. El agua fue capaz de beberla más tranquila y de a traguitos pequeños.

Su pequeña ración no llegó a saciar el hambre que tenía, pero fue de gran ayuda y con las fuerzas que le quedaban trato de vestirse entre insultos, gruñidos y quejidos. Nunca se había alegrado tanto de ver prendas de manga larga en su vida, la tela era fina para ser la época del año que estaban pero no le importaba, era mejor que estar en ropa interior. Volvió sobre sus pasos, a gatas, para volver a arroparse con su frazada y se recostó contra la pared.

Dos meses, retumbó la voz de Cory.

Dos meses son sesenta días, pensó Ash, solo tengo que aguantar menos de sesenta días.

Miro la pared y buscó un calor leve, trató de enfocarse en el calor y dirigirlo a un solo dedo, no quería fuego, solo el calor suficiente para dejar una marca. Presionó la pared con su dedo por unos segundos y lo aparto, una leve sonrisa se formo de su labios al ver el pequeño punto negro de la pared. Volvió a intentarlo pero esta vez, trazó dos líneas en vertical, cada una simbolizando los dos días que había pasado atrapada.




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