Randy muerto a manos de la organización.
Randy corriendo para ponerse a salvo.
Randy torturado por la organización.
Randy agonizando solo.
Randy solo.
Randy muerto en su casa.
Randy muerto mientras los demás pasan de él.
Randy llamando a sus padres pidiendo ayuda.
Randy herido pidiendo ayuda a Cory y a ella.
Randy buscando a Karen cuando ella desapareció.
Randy muriendo de forma dolorosa.
Randy gritando por su vida.
Ash se levantó sobresaltada, temblando como una hoja y paralizada en su lugar. Así eran casi todas sus pesadillas. Siempre se despertaba gritando y llorando.
Después de una semana, el personal médico del recinto militar se negó a darle somníferos, alegando que no era sano para ella. Continuaba durmiendo en la pequeña sala porque su estado aún no era “estable”, según los médicos. Habían llegado a la conclusión, que era más seguro que siguiera ahí hasta que mejorara.
El frío tenue en su muñeca la obligó a respirar hondo hasta relajarse. Ethan estaba dormido en una silla con una mano sobre ella. Ash, aun no comprendía como, ahora era capaz de detectar su frío, aunque solo lo notaba cuando él la tocaba. Eso era así desde que se vio obligado a congelarla para calmarla.
Lo observo dormir en silencio, su respiración era tranquila. Ash apartó su mirada molesta por el aspecto calmado que tenía, pero aún así, no apartó su mano. A quienes más veía era a Cory, Cameron y Ethan. Los tres estaban ahí por obvias razones, Cory era su hermano, Cameron trabajaba en la enfermería y Ethan era el único que podía controlar su fuego si se alteraba, aunque últimamente solo eran por causa de las pesadillas. A sus amigas era a las que menos veía, pero lo entendía.
En ese lapso de tiempo se enteraron que el padre de Amara falleció, eso le dolió mucho a Ash, era un gran hombre y padre. Desde la noticia había visto muy poco a su amiga y las veces que la vio, parecía estar más apagada de lo normal. Otra de las noticias tristes era que Cameron ahora era huérfano, sus padres fueron encontrados en el mismo grupo que Randy.
De los únicos que tenían novedades de estar bien era de los padres de Sam, con quienes pudo comunicarse por teléfono. Los padres de Tiff, todavía no habían establecido contacto porque ella seguía tratando de recuperarse y esperaban que estuviera mejor para que hablara con ellos, aun no sabían que su hija había sido secuestrada por la organización y rescatada posteriormente.
Mordisqueo sus dedos con nerviosismo, mordiendo sus uñas y arrancando con sus dientes las cutículas hasta que hacía una mueca de dolor o sus dedos comenzaban a sangrar.
Sus manos lucían un aspecto espantoso, algunos de sus dedos estaban inflamados e infectados por esas mismas razones, pero era de las pocas cosas que lograba calmarla. La leve desintoxicación era un desastre, no la habían catalogado como adicta, pero había recaído en los sedantes como único modo de escape y extrañaba su efecto. Sin ella, no era capaz de afrontar su realidad.
Era un desastre.
Trato de controlar su voluntad de salir corriendo para amenazar a alguien de la enfermería por somníferos. Para pensar en otra cosa, una vez más mordisqueó sus dedos hasta que sangraron. Todo eso requirió de un esfuerzo sobrehumano, estaba intranquila, exaltada y con un montón de emociones en su interior. En todo momento, se enfocó en no mover su brazo que la unía a Ethan y cada cosa que hacía, intentaba hacerla en silencio absoluto para no despertarlo.
Se aferró con fuerza a la frazada, gritó mentalmente tan fuerte como le fue posible y el fuego estalló en su interior llamó su atención. Un leve vapor comenzó a invadir la habitación y vio como de la mano de Ethan, una leve capa de hielo envolvió su muñeca, aquel vapor surgía de su alta temperatura y de su hielo, intentando bajar el calor..
Su interior era un caos mientras se esforzaba por mantener la apariencia de calma en el exterior. Permitió que el fuego abrazara todo su interior, sentía su tacto ardiente en su interior hasta que comenzó a sudar. Ignoró el hecho de que estaba bañada en sudor y se reconfortó en lo único que podía hacerla sentir viva y sus párpados levemente fueron cerrándose.
Mordió el interior de su mejilla e hizo muecas mientras intentaba pintarse las uñas con un esmalte que Via le había dejado durante su visita en la tarde. El esmalte le causaba un escozor cuando rozaba las zonas de sus dedos aún lastimadas e irritadas, de igual manera, ignoró aquello y las pinto de todos modos, con la flamante idea de que tal vez, al ver sus uñas pintadas, la animaría a no volver a morderlas.
Estaba pintando su otra mano cuando llegó Cameron, trato de ignorarlo pero fue difícil.
-Dios, tus manos me están matando en todos los sentidos.
Ash no apartó su mirada de sus uñas. Estaba sentada con las piernas cruzadas sobre la cama, tratando de tener pulso y equilibrio como para pintarse la mano derecha con la izquierda sin derramar el esmalte negro.
-¿Quieres que te ayude?
- No.
Percibió como Cameron merodeaba por la pequeña habitación acomodando cosas o haciendo el inventario. Ash en ningún momento levantó la mirada. No tenía ganas de hablar con nadie, ya estaba harta de estar ahí, aunque tenía permitido circular, se negaba a salir hasta que fuera sabido que definitivamente no volvería a la enfermería.
Curiosamente, veía mucho a Cameron en la enfermería. Siempre venía tres o más veces al día y el menor tiempo que se quedaba era media hora, aunque estuvieran en silencio. Como si no quisiera estar solo desde la muerte de sus padres.
Ash se digno a levantar la mirada cuando termino la primera capa, aun el negro no estaba tan intenso como queria. Cameron se encontraba sentado en la silla al lado de su cama y la observaba con una expresión de indignación, y sin decir nada, agarró su mano entre las suyas.
-Ey, se están secando- chillo. No había tenido cuidado y ya veía su esmalte dañado, odiaba eso.
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Editado: 17.12.2025